EXCELENTE NOVILLADA DE JOSÉ CRUZ… Y VENGA EL TIRORIRO

Asómate a una plaza de toros para ver cómo anda la sociedad. Tal vez una sin caballos programada por obligación contractual, sin ningún interés promocional y con un precio superior al de cualquier menú de restaurante poligonero, no sea el mejor ejemplo. O tal vez sí, cuando afuera, en lo que dura una novillada sin pica, los gobiernos huían hacia adelante. Catalunya a la carrera electoral. Pedro Sánchez lanzaba por la borda el objetivo de armar unos presupuestos de imposible consenso. Asómate a una plaza de toros. Decían que aquí quien no torea embiste. Qué va. Nos asomamos y vimos una colección de erales de José Cruz embestir sin mesura. Aquí y allá. Por abajo. Con pies. Con un puntito de mansedumbre, la que deja estar. Seis joyitas. Y ni presupuesto, ni gobierno, ni toreo. Ver embestir y no sentir el toreo. Un profesor, maestro y torero mayúsculo me lo confimó a la salida cuando nos saludamos. Le dije, demasiado buena la novillada para los chavales. Y me respondió: «A mi me ha encantado, que se lo hagan mirar si quieren hacer algo aquí».

Sobró timidez, faltó vergüenza torera. Como canta Rosendo Mercado:

Albero rendido al sol, eterno folletín
Podemos decir que no, pero va a ser que sí
Vergüenza torera

Montan la barraca y venga tiroriro
Y toma traca y daca y luego yo no he sido

Faena sin asumir por uno y otro la’o
¿Qué vamos a discutir siempre a toro pasa’o?
Vergüenza torera

La actualidad manda. Pero querer aquí significa decir un misterio. La faena sin asumir ahora es el arte de la política. A Juan Alberto Torrijos le sobró timidez para creérselo. Otro proyecto de Algemesí. A su corrección le faltó montarse encima de su novillo. Es un chaval capaz de atornillarse y meterse entre los pitones. Muy bien y correcto en quites, con la capa y en el toreo ligado. Pero faltó ahí desparpajo para dar el paso definitivo.

Un tropel de orientales atendieron a lo que sucedía. De forma educada, sin aspavientos, con capacidad de sorpresa. Como si se tratara de los mediadores que piden unos y otros por seguir con la matraca mientras se les va sin torear la vida real. Y la base y futuro del toreo a expensas del sustento de un autobús de nipones.

Otra línea que se quedó por cruzar fue con Rafael de la Cueva, de Madrid. Demostró pronto que sabe y quiere torear bien. Con la pierna adelantada. Pero no concretó una faena que se pasó de rosca.

Víctor, vertical y tierno; Alejandro González, bastote; Ian Bermejo, aseado y eterno; y Valentín, irregular; completaron el cartel. Una de José Cruz así en València no se ve todos los días. Las sin caballos estas ‘quedabien’ con seis mil escuelas son para hacérselo mirar. No es más que el clásico cambio de cromos. Estaría bueno apostar por la terna. Que luego llega a mandar cualquier mindundi y venga el tiroriro. Pero es que ya mandan…

Deja un comentario