Sólo una ooreja para Jarocho en la segunda novillada de Fallas es poco botín de una buena novillada, guapa y encastada de Fuente Ymbro. Hubiera sido mejor si El Niño de Monjas no pincha sus dos faenas en las que dejó renovadas sensaciones, pero se quedó sin una casi segura puerta grande en Valencia. El sevillano Javier Zulueta tuvo detalles de torería buena, pero está todavía muy nuevo.
La tarde la abrió Jordi Pérez ‘El Niño de la Monjas’ yéndose a porta gayola. Declaración de intenciones. Su labor tuvo poso y forma. Seriedad y muy buen sitio en la cara del toro. Un punto de madurez. La actitud de siempre, el poso de torero en crecimiento. En las cernías sumó argumentos. Pero al final pinchó dos veces antes de la estocada y se perdieron las opciones de triunfo. La actitud, la dimensión y la impresión que dejó Jordi Pérez en el cuarto de la tarde fue igual o más redonda. Vivero se llamaba el novillo de Ricardo Gallardo, nombre clásico en la estirpe. Estupenda hechura.
Jordi Pérez se salió con el novillo a los medios y tuvo capacidad para hilvanar un vistoso y aprerado quite de frente por detrás. El inicio de rodillas en los medios, con el pase cambiado y el poderoso toreo ligado sobre la diestra. Capacidad para embarcar las buenas embestidas del Fuente Ymbro, sobre todo cuando más distancia ofreció. Muy mandó. Buen trazo al natural. La faena fue larga por pura ambición y clarividencia. Sin aburrirse, tirando del novillo cuando se puso más en corto. Un arrimón para torear largo. Las manoletinas finales. Pero otra vez la espada y luego el descabello para emborronar todo. Tal vez se ha visto la mejor versión de Jordi Pérez ‘El Niño de las Monjas’, seguramente se le ha esfumado una puerta grande en Valencia.
Jarocho completó una vibrante actuación con su primero. Tanto en banderillas como con la muleta. Al novillo le apretó de inicio toreando en redondo de rodillas. La intensidad fue una constante en su labor. El novillo de Fuente Ymbro se movió, unas veces mejor, otras protestando. Jarocho siempre presto, unas veces más templado, otras más agitado. Corriendo bien la mano, dirigiendo con los vuelos, por abajo. También al natural, muñequeando bien. Tras una contundente estocada, obtuvo una merecida oreja. El quinto de la tarde manseó en exceso y Jarocho se dedicó a perseguirlo, con las ideas muy claras y tragándole mucho al novillo. Tras estocada, el premio quedó en vuelta al ruedo.
Javier Zulueta, con su carita de niño, empezó a dejar buena impresión ya con sus primeras verónicas y media de recibo. Destilaba naturalidad. Con la muleta toreó con suavidad y gusto. El novillo embistió siempre por abajo, de principio a fin de los muletazos. Al natural brilló una serie bien cargada hasta que vino el desarme. La faena y la clase del fuenteymbro ya fueron a menos. En el sexto, otro novillo guapo, prevaleció una embestida fuerte, sin llegar a reducirse. Las buenas formas de Zulueta no acabaron de atemperar aquello. Con los aceros falló y su resultado fue de silencio antes y después.
