UNA ETERNIDAD DESCASTADA PARA UN ARRIMÓN DE ROCA REY O DETALLES DE TORERÍA DE PABLO AGUADO

La corrida estrella de Fallas, la primera que colgó el no hay billetes, se eternizó hasta las casi tres horas. A la mínima que tuvo ocasión, el pueblo mostró su emoción, pero un encierro descastado y mal presentado de Victoriano del Río desbarató la mayoría de las ilusiones. Roca Rey hizo un paréntesis en sus experimentos por reencontrarse y se agarró a sus fundamentos para arrancar un solitaria oreja. Pablo Aguado, con la muñecas sueltas toda la tarde, dejó destellos de buen toreo, mientras que Sebastián Castella se atascó con un lote desgraciado.

El primero de Roca Rey, segundo de la tarde, fue un toro muy bajo de presencia. Anovillado, bajo de cruz y enseñando las puntitas. Embiste fuerte de salida al capote y se encela con el peto. Se coge muy bien José Manuel Quinta en las dos varas. El toro pierde fuelle nada más catar la muleta. Entre protestas, Roca Rey se lo inventa. Se mete entre los pitones. Un guirigay en los tendidos porque la mayoría decía que no venía a esto. Roca se pega un arrimón a modo personal. Tres pinchazos y dos descabello tras aviso. Silencio.

El castaño quinto, Jaceno, por fin sacó fondo bueno. Toro de escaso trapío, muy recortado. Nadie en el tendido tomó las armas por una corrida así. Por suerte, eéste remontó, tuvo fondo. Se vino a más, o se mantuvo, que ya es decir. Muy crudito, el inicio de rodillas de Roca Rey, muy asentado sobre los riñones, en redondo, captó la atención. Al natural buscó dejarla en la cara. No forzarse. Experimental: Es Roca Rey buscándose de nuevo. La izquierda es la mano y el pitón. Por momentos surge el natural así, volcado el pecho sobre la embestida, dejándola adelante. Y como si se tratase de otra faena, por fin el fondo bueno de una ganadería top que se echaba de menos durante toda la corrida. De repente, la actitud de figura estalla. Roca Rey se sumerge entre los pitones, se pega el arrimón rebosante de temple. Brota un circular ligado a uno de las flores, suben los decibelios. Antes de entrar a matar suena un aviso. La estocada. Suena el segundo aviso. Y sobre la campana cae el toro y la oreja. El personal pareció conforme. Roberto Domínguez le pegó meneo a Roca como si yo que sé.

Pablo Aguado, hemos dicho, vino con las muñecas sueltas. A su primero, el anovillado y blando Aldeano, le dejó un galleo por chicuelinas que fue pura delicia. La tarde iba como a favor de Aguado. Además un quite, donde la media brotó despacio. Pablo Aguado hace el toreo a cámara lenta, lo siente. Pulsea y se trae la embestida atrás. Sutil, sin tirones. Varios muletazos llegan con fuerza. Lo prepara para la muerte por ayudados. Tras casi entera, una ovación. En el sexto, como si de un virus se tratase se eternizó. Había dejado una media o dos. Con la muleta se puso pesado sin sentido hasta el aviso.

Sebastián Castella abrió tarde con un castaño cinqueño y basto que no tuvo una salida fluida. Se paró demasiado pronto y amagó con romper adelante en el tercio de quites, que fue otro de los escaso momentos con interés de la tarde. Roca Rey ataca por tafalleras celebradas y responde por chicuelinas Castella. Es entonces cuando el toro empieza a repetir. Apretadas, ligadas. Hay emoción. La plaza ruge por primera vez, y casi única vez en toda la tarde. Sebastián Castella la faena de muleta se la brinda a Ponce. El toro ha roto. O eso parece. En el incio hay un par de doblobes de rodillas buenos de verdad. Por el derecho sujeta y liga una serie. Los medios le pesan al toro, y por la mano izquierda baja el trasteo. Por delante queda un arrimón ya en el tercio como única solución. Estocada trasera y descabello. Ovación.

Al cuarto, Cóndor de nombre, Castella se lo deja muy entero, viendo cómo iba la tarde. José Chacón logra un gran segundo par de banderillas, y se desmontera junto a Luis Blázquez. Castella traga en el incio por alto, muy atornillado, sin mover una zapatilla. La muleta parece una cuerda que sujeta la cabeza del toro. A puro huevo una serie a derechas. El intento al natural queda tropezado, sin brillo alguno. La Concha Flamenca desequilibra la faena. Por contraste. Una eternidad. El aviso suena antes de entrar a matar. Silencio por aburrimiento.

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