Un guapo burraco de Cebada Gago abrió la segunda de la Setmana de Bous d’Algemesí. Enfrente, Pedro Gallego, un novillero maduro. En casa, algún que otro nombre con bastante más interés y juventud. Este Pedro Gallego tiene más ganas de agradar que acierto y gancho con los tenidos. Casi que desapercibido pasó su quite por tafalleras y tras un cambiado por la espada para arrancar la faena de muleta, todo cogió una irremediable tonalidad espesa. Algemesí parecía un velatorio en ese primer capítulo. Tal vez el novillo de Cebada pedía otra cosa. Otro inicio, más sobeteo. Qué aburrimiento.
Cid de María, que es el nombre artístico de Cristian Galeano, captó la situación de la tarde enseguida y trazó dos faroles de rodillas, ligó un par de chicuelinas y al piquero le pidió que levantase el palo cuanto antes. Todo eso lo celebran los cadafales como una victoria, especialmente los críos lo del puyazo escaso. Hace falta más pedagogía taurina. La brega y el tercio de banderillas transcurrió con limpieza y hay un par de capotazos de Jesús Romero que dan pie a la ilusión. Seguramente fue lo más torero de la tarde. Pero tras un inicio suave y sin tirones de Cid de María, el novillo burraco muy claro, casi cárdeno, se desmoronó de atrás, de los cuartos traseros. La faena a partir de ahí, y se alargó como si no hubiese un mañana, quedó en labor de enfermería. A favor del Cebada y del torero, la profundidad que se alcanzó en redondo. Temple sin brusquedades, muy despacio y reunidos toro y torero. Luego fue un arrimón y buen estilo con la espada en una estocada desprendida tras pinchazo. Cortó una oreja.
En tercer lugar salió el Cebada ‘Vendedor’, de capa negra. La tarde en el plano ganadero remontaba. Agradable de cuerna y con su remate dentro de lo que no deja de ser una novillada terciada. Como quien no quiere la cosa se llevó tres puyazos, pero luego tuvo fondo para comerse la muleta por abajo y sobre ambos manos. Pedro Gallego dejó mejor impresión que en su primero, pero sin acabar de reducir la embestida, ni de redondear cuando todo parecía fluir. Mejor acople sobre la diestra. La calidad del pitón izquierdo se destapó mediada la faena en un circular y, por ahí, al jienense Pedro Gallego le costó cogerle el aire. Al final, una estocada algo atravesada y solo una oreja de un buen novillo.
Definitivamente el nivel de los cebaditas subía también con el cuarto y último. Cornalón, astifino y más hondo de caja. ‘Pajarero’ es un novillo que humilla, pero con genio. Llega al último tercio con bastante que torear. Exige temple y que por arriba se le haga lo menos posible. El pitón izquierdo es más manejable. Hay más voluntad que acierto en Cid de Maria por ajustarse a la exigencia del novillo. También convencimiento, y así es como no se le escapa una buena estocada, algo delantera, que al final le vale para agarrar la oreja que le abría una puerta grande sin demasida huella.
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