#ALGEMESÍ/ CHICHARRO Y PALACIO, POR LA PUERTA GRANDE CON UNA BUENA NOVILLADA DE JANDILLA, ELEVAN EL NIVEL DE ALGEMESÍ

Una novillada guapa de Jandilla, noble, encastada, bien presentada, con hechuras para embestir, con su cuajo y su seriedad, marcó el nivel de lo que debe lidiarse en Algemesí. Y a ese nivel se apuntaron por derecho propio Alejandro Chicharro y Aarón Palacio. No por casualidad llevan la temporada que llevan. Por eso para ellos una novillada con trapío y nota, para demostrar su sitio y torear sin gestos vacíos, siempre con un objetivo claro, y ya de paso elevar el listón de esta Setmana de Bous. Sin duda componían el cartel más rematado del ciclo y así lo demostraron. Hasta las cuadrillas estuvieron a gran altura en una tarde de las que hacen afición, y eso en Algemesí, donde también por cierto hace falta buena pedagogía taurina, se agradece.

Alejandro Chicharro le cortó una oreja a su primero, noble y soso, con facilidad, pulso y mejor sitio. Cuando parecía que aquello se iba a parar, que la faena no iba a tener historia, que el Jandilla no podía con su alma, entonces surgía el temple de Chicharro y el buen fondo del novillo. Bien atalonado, se la ponía adelante y tiraba despacio con muy buen trazo. Con la espada no se le escapó y en dos tiempos logró la estocada. 

Alejandro Chicharro, puerta grande (y el mejor toreo de novillero) en Las Ventas está temporada, tiene recursos, la técnica depurada y una paleta de toreo rica y diversa. Cuando salió el cuarto pronto se palpó la casta del Jandilla ‘Almirante’, al verle rematar en los burladeros o buscar por abajo los capotes. Un novillo con hechuras de torito. Cuajado y bien rematado. Guapo, de cuerna acaramelada y, sobre todo, finísimo de cabos. Como dibujado todo él. Y embistió con todo. Al caballo lo sorprendió y lo derribó con tremenda arrancada. Bravo. Y en banderillas, de poder a poder, se desmonteraron Juan Carlos Rey y Jesús Robledo ‘Tito’. 

Sin descomponerse, la apuesta de Alejandro Chicharro fue total, sin especular lo más mínimo. De rodillas y pronto toreando en redondo. Muy capaz. Sujeta la embestida, ya reducida en la segunda tanda. Poder y mando, el temple para imponerse al bravo, que se entregaba. Profundo y muy largo el trazo, sin escatimar un milímetro a cada muletazo. Ahí la importancia de la muñeca y de la cintura al servicio del toreo. Al natural, además, se sube el nivel. La bamba de la muleta sobre la arena, la suavidad del toque, los riñones asentados y la cintura cimbreada con gusto, acompañando la embestida. Dos tandas, tres o cuatro naturales estupendos. Para que luego digan que el toreo no engancha en Algemesí. Y de remate un espadazo de premio. Orejón para Chicharro, que abría la puerta grande y vuelta al ruedo para el novillo ‘Almirante’ de Jandilla. 

Aarón Palacio es una de las sensaciones de la temporada desde que enamoró en Bilbao. Otros ya le seguíamos la pista tras verlo sin caballos en València o Alcoroches (Guadalajara). Y es que Palacio tiene la virtud de buscar la pureza del toreo ya sea en las capitales o en plazas mágicas como Algemesí. 

El primero de Aarón Palacio fue otro toro de calidad excelsa de Jandilla, aunque un punto blando. Muy elástico, largo, suelto de carnes y con un cuello de esos que invita a humillar y a construir el toreo como si fuese un Palacio. Aarón dejó huella en Algemesí por su pureza y colocación. El toreo recogido en la palma de la mano le salió ajustado. Puro temple. En Algemesí para llegar al tendido no es necesario levantar ninguna polvareda.  Aarón Palacio toreo sin apenas toques. Para cerrar una serie en redondo le salió cambio de mano que ya es imborrable y al natural la dejó ahí, sin desplazar un ápice la embestida, siempre hacia adentro. Una lástima es la falta de fuerzas para que todo acabase de rematarse al final. La estocada no se escapó y fue una oreja. 

Lo del valor de Aarón Palacio ya estaba claro, porque cuando se torea así se presupone. Pero por si había alguna duda, salió el bravucón castaño de nombre ‘Botinero’, vareado, con gesto de bruto. A oleadas siempre. Mérito con los palos de Raúl Martí, que se desmonteró. De inicio, el toreo por abajo, doblones intensos para dominar. En una de esas se le mete por dentro por el derecho, lo arrolla y lo busca de malas maneras. Pero Palacio se levanta para volver a ponerse en el sitio que quema. Faena de toma y daca. No hay limpieza, pero hay verdad, entrega, emoción. El novillero maño pasa otro examen. Logra una buena estocada y arranca la oreja. Que tarde de toros y de novilleros de una pieza. Así sí, Algemesí. 

El entremés de rejones fue eso. Un capítulo deslabazado. Mucha efusividad de la portuguesa Ana Rita, tremendismo a caballo, una cogida sin consecuencias donde sorprendió el valor del propio caballo tras la paliza y al final un fallo repetido con el rejón de muerte. 

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