Es un año boyante en lo económico para la Setmana de Bous de Algemesí. Hay varias razones. La primera es que por primera vez en años todos los cadafales están ocupados por peñas, cada espacio se peleó al alza y se ha podido optar por más cantidad, que no quiere decir que haya más calidad. Y otra razón es que también pasa que Algemesí vive esta feria con dos novilleros con picadores anunciados —Nek y Juan Alberto Torrijos—, más otros tres sin caballos, y eso también genera mayor interés en el propio pueblo.
Con ese panorama, lo que años atrás rellenaba dos días de toros, en esta edición se ha apretado en una sesión continua de novilladas sin picadores en horario de tarde y noche. Y así, como quien no quiere la cosa nos hemos merendado y cenado 10 sin pica a destajo.
A destajo sobre todo ellos. Puro afán por agradar, arrear, amontonar todo, prender la mecha, tirar la traca, pasarlo por aquí y por allá, como si esto fuese el circo, el más difícil todavía, y al final el toreo fundamental escaseaba.
Por la tarde fueron erales de José Cruz cargados de nobleza y buenas intenciones. Marco Polope demostró buen sitio, seguro ante la nobleza supina. Me gustó cuando se rompió al natural, pero prefirió buscar circulares. Dio la impresión de necesitar ya subir un escalón. Bien con la espada. Una oreja.
De la ET de Albacete llegaba Juan Zamora. Puro bullicio, las ganas de hacer todo, pero con poca técnica. Eso es noticia entre tanto novillero requeteamanerado. Un par de volteretas por atropellar la razón y poco acople.
La sensación de la tarde fue Olga Casado, de la ET Yiyo, que ya avisó en un serio quite con bata de cola por gaoneras al segundo. En su turno Casado se hizo dueña y señora de Algemesí, con el público entregado. Hizo por momentos buen toreo con la muleta, a destacar una serie de rodillas y en redondo ya mediado el trasteo. Su eral de José Cruz fue como para ponerle un piso. Un bendito. Llega a meter la espada de primeras y le piden el rabo. Fue a la tercera y le dieron una oreja.
El cuarto eral tuvo pies y mucha movilidad. De Burdeos y azabache, Jaime de Pedro. Tiene una composición barroca en el gesto de su toreo, pero frágil, resulta amontonado y sobrepasado por un novillo con genio. Por su parte, en el último turno de la tarde, el mexicano Juan Pablo Ibarra, de la ET de Colmenar enseñó sobre todo valor frente a una novillo que arreó también. Ibarra fue todo firmeza mientras aquello le pasaba en tromba por aquí y por allá. La estocada contundente y bien ejecutada merecía premio por si misma. Pero el palco ni se enteró.
A las 23 horas arrancaba la segunda sesión con erales de Nazario Ibáñez. Una novillada más variada, con ese carácter Núñez más distraído, pero también con un novillo de bandera. Fue el tercero y le tocó a Sergio Moreno, de la ET de Toledo. Se iba hasta allá, por ambos pitones, repetía, por abajo, profundo. Colocaba la cara de aquella manera. Moreno estuvo irregular ante tanta clase, calidad y embestida brava. Sólo cortó una oreja.
Antes había roto plaza Bruno Gimeno yéndose a porta gayola. Decididamente tomó la vía de la espectacularidad para conectar con los tendidos. El novillo se movió sin demasiada clase y queriéndose rajar, mientras que Gimeno buscaba efectismos para conectar y tomar el mando de la situación. En esas llegó una voltereta como para partirlo. La épica, estocada y una oreja.
De la ET de Catalunya llegaba Marco Adame, que deja buena impresión aunque su eral, algo desrazado no acaba de poner las cosas fáciles. Ian Bermejo se las vio con un novillo con genio y la faena, con buena intención, le salió embarullada. En cambio, el francés Valentín, de la ET de Nimes, frente al castaño de Nazario que cerraba la novillada, consiguió ordenar la faena, así, con aires algo bastos, con toques fuertes, y eso que el novillo tenía mejor clase que todo eso. Como le metió una estocada entera y caída, dicen que le han concedido las dos orejas, pero algunos ya estábamos de camino a casa. Ya era la una y cuarto de la madrugada.
