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Así se viene a Valencia. Con el trapío que lucía la novillada de Rocío de la Cámara, que por seriedad y comportamiento dio impresión de corrida de toros; y, sobre todo, con la actitud de los tres novilleros que vinieron a dar la cara y torear de verdad. Llegan a funcionar las espadas y el botín habría sido importante. Al final se repartieron una oreja por coleta: Diego Bastos, Alejandro Chicharro y Alberto Donaire. Mención especial para Alberto Donaire, todo actitud y clarividencia, entrega y soltura. Su diálogo, tacto, con los avíos de torear, su firmeza en el ruedo y convicción ante las distintas embestidas que tuvo que afrontar no dejaban indiferente a quien empatiza con la actitud de un torero cuando está tan metido en una tarde de toros y en una plaza tan crucial como València. Qué difícil ser torero y, convencido, venir así a València. Se tiró a matar a sus dos novillos de forma abismal. Sin alivió. Con conocimiento de causa. En rectitud. Y de las dos salió prendido, cogido. Se libró en su primero de un cornadón. Pero el basto sexto no le perdonó. Cornada grave con empalamiento y desgarro con rotura de esfínteres de ano y varios varetazos en el tórax dice el parte del doctor Cristobal Zaragoza.
La novillada de Rocío de la Cámara fue una corrida de toros que en Fallas no ven por aquí ni las figuras. Con cuajo y remate. De excelentes perfiles y hechuras. Saltaban por arriba el primero, por descarado y veleto, y el sexto, muy basto. El conjunto, un lujo. Irreprochable la presentación. Encastado contenido y por momentos un derroche de nobleza y clase.
Las buenas vibraciones que desprendió Alberto Donaire desde que se fue al quite del segundo de la tarde y que luego reafirmó, más pausado y templado que la mar, en el recibo a su primero, un castaño serio por delante y menos cuajado por atrás. Por eso lo enlotaron con el (6º) más basto al final. La actitud de Donaire impactaba. Está muy metido en la tarde. Está suelto, está muy suelto hoy, decía un profesional. Tras mostrar esa vibra con el capote, en la muleta pisó con tremenda frescura terrenos de compromiso cuando el novillo había quedado mirón y sin inercias. Pulseó con la franela como si aquello fuera un manjar del buen toreo que no se le hubiese metido por dentro por ambos pitones. Cuando empuñó la espada entró a matar de forma ejemplar hasta quedar colgado del pitón derecho y librarse de un cornadón de puro milagro. Luego sonaron los avisos hasta los tres. El fallo de la puntilla, la casta del animal o la cuadrilla que no se ha apartado a tiempo. Cuando sonó el tercero, el toro se echaba.
Pero así se viene a València. La ideología taurina de Donaire no la descabalgó el sardo claro de bastas hechuras que remendaba la novillada de Rocío de la Cámara con el hierro b de la casa. Era el sexto. Alguien nos diría a toro arrastrado y con el Alberto Donaire en la enfermería que ese novillo no tendría que haber entrado en los lotes. Lo cierto es que ha desentonado por basto y por un comportamiento incierto de salida. Midiendo, sin querer pasar de verdad, y pegando arreones con feo estilo. ‘Tragón’ se llamaba. De Cortijo de la Sierra. Un novillo duro. Más bien, un toro duro. Alberto Donaire se dobla con él de inicio y ya apenas le deja ninguna fisura. Muy metido donde los toros embisten, sin darse ni medio paseo de cara a la galería. Aquí hay un torero haciendo poco a poco a un toro. Total seriedad en la forma de estar y de proponer el toreo en Donarie. Y lo consigue. Traga, somete, consiente y torea al sardo ‘Tragón’ hasta que se acobarda y busca las tablas. Con la espada se va igual de recto o más que antes. La forma de irse tras la espada, la rectitud, la forma de arrastrar la zapatilla izquierda en dirección al toro, la espada hundida en lo alto, la voltereta, la cornada, una tremenda paliza. Y una de las orejas y de las actuaciones más serias que se ha visto en mucho tiempo en un torero aquí en València. Así se viene a València. Hoy Alberto Donaire se ha entregado al toro y al toreo.
El primero de Rocío de la Cámara era un toro por hechuras, pitones y comportamiento. A media altura se llevó más de 50 muletazos en buen ritmo. La moneda de la tarde todavía estaba en el aire. El sevillano Diego Bastos lo pasó con buen aire pero sin acabar de romper. Por lo menos fueron siete pinchazos y un descabello. Con el cuarto fue otra historia. A porta gayola y todo. Es un novillo precioso. Muy toro. Bien hecho, largo y con mucho cuello. Hay un capotazo por el izquierdo de José Germán en la brega de banderillas que es extraordinario.
Diego Bastos arrea. De rodillas, arrucina incluida. El ritmo de ‘Chicuelino’ y el toreo ligado de Bastos, sentido, arrebujdado. Por momentos, a placer. De una serie en redondo, un cambio de mano con un natural 360 grados. Al final, una oreja tras pinchazo y estocada.
Alejandro Chicharro hacía doblete en este día. Por la mañana en Villena, la final del Circuito Valenciano de Novilladas que contrapronóstico ha ganado Borja Escudero, donde Chicharro también abría la puerta grande, y por la tarde, València. Los taurinos la lían ellos solitos. Al primero del madrileño le faltaba fuerza, pero no la clase. Chicharro le receta muletazos de trazo largo y mucho mando, pero justo al final hay un trincherazo de cadera a cadera, muy reunido, que es de lo mejor de su actuación. Y por ese palo Chicharro ahondará con el precioso salinero quinto, ‘Rayito’, que demostró poder en el peto derribando al piquero. La cuadrilla al completo se ha desmonterado en los dos turnos: Juan Carlos Rey, Jesús Robledo ‘Tito’ y Raúl Ruiz. Las hechuras del sardo, preciosas. Hay hondura y cuajo. Además, agradable de pitones. El inicio es por cambiados, y brota de nuevo otra trincherilla cumbre, trincherazo con la izquierda. Temple y buen son en la primera tanda en redondo. Temple y clase a media altura. Chicharro torea más para él. Más para adentro. Más vertical. La faena y el toro van a menos. Y tras manoletinas, otro trincherazo cumbre que sube el volúmen. Pincha y deja un estocadón. Oreja tras dos avisos.



























