Fotos :: Manolo Moreno – ‘Els Bous La Nostra Festa’
Por favor, los inventos, mejor con gaseosa. No a costa del abonado que ha pagado por este intercambio de cromos entre escuelas taurinas una entrada de 15 euros, 7,5 euros para aquellos que gozan de algún tipo de descuento. Que estarían bien invertidos si lo ofrecido hubiese tenido el mínimo interés, calidad o argumento: pero todo quedaba ahí, en un intercambio a costa del abonado que eral tras eral, poetizba: qué verde estaba mi valle, qué poquito donde emocionarse en la novillada sin caballos de la Feria de Fallas, que no hace tanto simplemente regalaba su entrada con el abono, como premio al cliente fiel. Si al menos el abonado se hubiese encontrado con algún nombre más de aquí, de casa. Porque ya te digo, hay chavales de la Escuela Taurina de Valencia con argumentos sobrados, visto lo visto, para dotar del interés necesario a una sin caballos de pago con el abono. Luego, ya para inventos, la gaseosa o eso de las clases prácticas.
Marco Polope, Clovis e Ignacio Garibay cortaron una oreja cada uno por permitir atisbar un poco de toreo dentro de una novillada de José González, variada, pero, para entendernos y no extendernos, con cierta toreabilidad.
El burraquito primero, para Polope, tuvo un pitón derecho extraordinario. Al de Torrent, vertical, correcto, ligado, más o menos limpio y, sobre todo, queriéndolo hacer muy despacio todo, le faltó dominio de la escena, llenarla. Lo que dicen torear sin toro. Mató bien. Igual de despacio que toreó en redondo, muy encajado, con empaque bueno. Una oreja
Buen oficio de Nicolás Cortijo, de Albacete. Dándole suavidad a los vuelos a la hora de torear. Embebiendo bien el viaje de un novillo bastante parado. La espada se le atragantó.
Hasta tres alumnos procedentes de escuelas francesas llegaron a València. Verts. Manuel Fuentes, de Arles, atropellado. De El Mosti, la quietud. Muy pendiente de los apuntes del callejón. Por momentos corrió bien la mano. Y Clovis, que cortó una oreja del eral más enrazado de la tarde. Novillo incierto de salida, pero encastado. Emocionante y repetidor el pitón derecho. Capacidad para sujetarlo en Clovis, que ya era bastante. Cortó una oreja tras estocada algo atravesada.
Y por último, cerró el mexicano de dinastía y alumno de la Escuela Yiyo, Ignacio Garibay. Eral cuajado el suyo. Garibay dio buena imagen. Cierta prestancia y composición en lo que quería transmitir pese a los cientos de engachones que sufrió en la muleta. Cuando limpió aquello destacó su remate, la forma de girar la muñeca y dejarla colocada, muy abajo, para el siguiente. Se amontonó por su ternura y se liberó luego con la zurda en un epílogo también destacable. Con gusto, dibujando el natural muy enfrontilado, la pierna izquierda muy adelantada y los vuelos sobre la arena para enganchar aquello y hacer girar, vertical, la cintura. Estocada al primer encuentro y oreja.












































