Fotos :: Manolo Moreno – Els Bous la Nostra Festa
A Roca Rey la película ‘Tardes de Soledad’ le ha cargado de esa magia de la que sólo te dota el séptimo arte. Roca Rey ahora es todos los prismas con los que la cámara y los planos te atraviesan y profundizan. Las pausas y los silencios, la mentalidad abierta, silente y despierta. Hondura cinematográfica o percha literaria que atraviesa ahora a Roca Rey para dotarlo de nuevos misterios y una intención que se adivina por trasladar todo aquello a su toreo, novedoso y audaz siempre, pero ahora ante nuevos misterios en su expresión de figurón del toreo. En directo y a flor de piel Valencia ha captado su impacto como un estallido novedoso, como si no hiciera ya diez Fallas que estallara su imperio, precisamente en un mano a mano con Talavante, que, el pobre ahí sigue, como una borrón de lo que fue, y cuando llega un nuevo Alejandro, Chicharro, que en el día de su alternativa lo tuvo muy cerca y cuajó un faenón. València estaba desatada, eufórica. Más fallera imposible. Llenazo de no hay billetes y una muy buena corrida de Victoriano del Río. El tiempo lluvioso había dado dado una tregua por hoy, que mañana ya veremos, y todo se tenía vivir y celebrar con intensidad límite.
Esa locura se desató en el tercero, cuando apareció ‘Frenoso’ con casi cinco años: un Victoriano del Río serio y largo como él solo. Bajo y hondo. Algo acapachado, su expresión impone. De recibo lo abre y le gana los medios Andrés Roca Rey. Sale entonces el sol con los picadores, que lo miden. Una pelea discreta. La plaza se pone en pie con el doble quite de Roca Rey por chicuelinas y tafalleras, una media lenta recogida en la cadera y una apretada revolera con zancadilla incluida. Derribado Roca, desde el suelo lanza el capote para quitarse al toro. La plaza estalla con las emociones reunidas en ese instante. Antonio Chacón se recrea en su torería con los palos y se desmontera.
El inicio de faena lo pone todo del revés. Tres cambiados de rodillas por la espalda, toreadísmos con los vuelos de la muleta y un sutil golpe de muñeca. La plaza en pie otra vez, y luego dos o tres veces más. La Concha Flamenca ya suena de fondo y así seguirá en esta faena, sin adquirir protagonismo alguno. Mero acompañamiento al toreo de Roca Rey sobre la brava embestida de ‘Frenoso’, que repitió con expresión y seriedad al toreo en redondo, empapado, ligadísimo de peruado. Una faena reunida en los medios con parafernalia sin toro y entrega auténtica cuando el embroque. Ajustada en sus tiempos, rebosante de temple, con una conexión especial con los tendidos. Novedoso al natural. Traídos muy atrás, acompasados vuelos y cintura. Enganchados adelante, con la muleta dejada caer sobre la arena. Y los remates enroscados a la cintura, cambios de mano repetidos, inverosímiles. 360 grados y otra vuelta más. Y un natural con la diestra con el cuerpo volcado sobre la embestida, tremendo. Se venía la.peticion de indulto. La plaza, un clamor. La cordura y una estocada en lo alto para lograr las dos orejas y ‘Frenoso’ ser premiado la vuelta al ruedo póstuma. Simplemente brutal.
Con el quinto y con todo ya conseguido Roca Rey da el paso con el basto y bruto quinto. Como es, embiste. A oleadas, hasta que canta su mandesumbre. Roca Rey se ve en varios aprietos cuando el toro le pisa o se le viene por dentro la altura del mentón. Lo sufre en capote y muleta. Pero en vez, de abreviar, con valor y en un momento en el que el alcohol hace que los chuflones del tendido se pongan en evidencia con sus gritos, Roca en su soledad, pegado a tablas, gobierna ambos pitones bajo los tendidos de sol pisando terrenos del toro con autoridad y mermado por el pisotón que se llevó de salida. Estocada desprendida tras aviso y ovación.

Alejando Chicharro se ha doctorado con ‘Alabardero’ 140, de Victoriano del Río. Nacido para el recuerdo en febrero de 2020. Un superclase. Reunido, bajo, rematado, precioso por delante y lo mejor, su fondo bravo. Vaya regalo para tomar la alternativa, Alejandro Chicharro. Será difícil que veamos torear a la verónica estas Fallas, así como lo ha hecho Chicharro. Mecido el capote, muy despacio, con las palmas hacia fuera. Muy limpio el lance, muy toreado, ligando con los pasos juntos y ya el cuerpo perfectamente asentado. Qué pena que Chicharro aún no tenga influencers que lo pregonen. Por cierto, precioso el vestido de la alternativa: El bordado, blanco y plata, original.
El primer puyazo bajo le hace una sangría que pronto le llega a la pezuña y le merma la condición. Será un punto de fuga de la casta y el poder del animal al final de la faena. La cuadrilla lo arreglará en banderillas. Juan Carlos Rey y Fernando Sánchez se desmonteran y el rubio Iván García lo borda con la capa. Ceremonia y brindis a los padres. Excelente fondo del toro. Las cuatro primera tandas tienen ritmo. En inicio de rodillas en los medios, planea el animal. Lo templa el madrileño Chicharro, que ese será su principal hándicap, ser de la sierra madrileña y no de la huerta valenciana en el día de su alternativa fallera. Por no forzar y administrar ese fondo del toro, Chicharro abusa de demasiada línea recta con la diestra y no se abandona al toreo. Apuesta en las bernardinas finales y un monumental pase de pecho. Pinchazo hondo y descabello tras aviso. Una oreja.
Con el sexto se revela y deja brotar su toreo más profundo. Tras brindarlo a Martínez Almeida, alcalde de Madrid, Chicharro, de primeras se lo deja llegar como un tren para el péndulo y luego lo templa muy gustoso con la derecha. Más poderoso. Más entregado. Surge el toreo de quilates. Lo firma Alejandro Chicharro con más ajuste, imposible. Y así, lo borda al natural. Se embragueta, lo vibra y lo siente. Conecta de pleno con València. Ahora sí. La plaza, ya invadida por la euforia, le grita torero, torero. Pero se le va el premio gordo con dos pinchazos hondos y un descabello tras aviso. Lo tenía. Qué pena. Vuelta al ruedo.
Y para pena, lo del otro Alejandro, Talavante. Un borrón de lo que fue. Desdibujado e inseguro con un lote ramplón. Frente a su primero, anovillado, su escaso compromiso, las dudas, incapaz de reunirse y gobernar, citando por el buen pitón izquierdo fuera de cacho y sacando el culo. Ni un ole. La espada de siempre tras pinchazo lo maquilla. El toro muere de bravo. Sepulcral silencio para Talavante. Naufraga definitivamente con el cuarto, inválido, para al final Talavante irse entre pitos de despedida. Y tiene otra estas fallas.











































































