FOTOS :: MANOLO MORENO – ELS BOUS LA NOSTRA FESTA
Cuando todavía resonaban los ecos de la víspera triunfal de Roca Rey, regresaba el peruano. Otra vez la plaza llena, la resaca palpable. Cierta memoria y signo de afición en la ovación que no acabó de romper para agradecer el faenón de Roca en su primera tarde fallera. 24 horas después ahí estaba de nuevo València de bote en bote, plaza vital en su carrera, seguramente donde más hinchas acumula para empujar a la mínima, pero sólo el palco frenó la euforia. Si eso sirve para educar taurinamente, bienvenida, doña Pilar. Quien sí derribó la puerta grande fue Tomás Rufo, aferrado a los carteles de relumbrón y de donde no quiere soltarse, que en València arrancaba una temporada crucial para él con la actitud de las figuras y el toreo de los grandes.
La corrida inicial de Jandilla se remendó con dos toros de El Parralejo, aquellos del festejo suspendido el pasado viernes. Así, la ficha del sorteo de la quinta del abono fallero tenía su aquel. Como en cualquier cuadrilla de amigachos de farra por las calles de Valencia, estaba el ‘Precursor», el ‘Macarra’, el ‘Repipi’ o el ‘Timonel’ de Jandilla y por El Parralejo, el ‘Bético y el ‘Laminado’. Los motes daban para un cuento de Rafa Lahuerta. Me lo pùedo imaginar. Aunque también hubiese pedido algún experto en física moderna para discernir los misterios que albergaba ese tal ‘Laminado’, primero de la tarde, que era recio como una encina. Un señor con toda la barba. Del Parralejo, con cinco años y medio bien hondos, con remate y largo, muy largo. Traía aires cansinos. Como de vuelta de todo. Manseaba. Se metía por dentro. Se dolío y salió suelto en varas, deambulando en busca poetas o toreros con la hierba en la boca que le pongan la muleta y las femorales allá donde se esfume su zona de confort, es decir, más allá las rayas, cerca de los medios del círculo mágico que decía Esplá. Para contar su historia, en cambio, necesitó de expertos en física para discernir cómo era posible humillar así, con 599 kilos, repetir, volcar la cara, descolgar tanto que casi la badana le rozaba con la arena o mantener esa atención fija en el último tercio que fue increíble. Su evolución durante la lidia, su entrega y su brava muerte fue el momento de mayor emoción de la tarde.
‘LAMINADO’, EL MOMENTO DE MAYOR EMOCIÓN DE LA TARDE






Evidentemente, Manzanares no estuvo a la altura de ‘Laminado’, ni ‘Laminado’ fue un tipo con suerte en el mundo de los toros bravos. Eso sí, lo despenaron de un señor volapié, pero con la muerte dentro luchó y siempre quiso vencer, embestir por abajo y hasta el final buscando descubrir nuevos mundos tras vuelos de una muleta. Una oreja le dieron a Manzanares.
Tomás Rufo mostró su compromiso con el toreo, se aferró en terrenos que arden y está claro que piensa defenderlos. No dejó pasar su primer quite en el toro de Roca Rey, por gaoneras, a modo de estas son mis credenciales. En el primero de su lote, se encumbró toreando al natural. Era un Jandilla sin remate. Escurrido de atrás, pero tampoco es que levantase demasiadas protestas. Al contrario. Rufo no dio tiempo. Prácticamente que vino todo rodado: Sergio Blasco y Fernando Sánchez se desmonteraron en banderillas, El Soro lanzó una diana floreada y su celebración se enganchó al primer olé del incio de faena con Tomás Rufo en los medios toreando de rodillas y en redondo, seis o siete. Autoridad. Subidón de decibelios. Un día más La Concha Flamenca arranca a las primeras de cambio. La cima llega con al natural. Cada serie es profusa y lo mejor llega a partir del tercero. Con Tomás Rufo enterrado, hundido en la arena. Roto y a ralentí surge el toreo al natural. Hasta seis, siete u ocho naturales más el de pecho. De mano baja, mentón encajado y suerte cargada. De muleta de Castilla, el toque suave de arriba a bajo para agitar los vuelos y el de pecho ligado sin enmendar, sólo cargando la suerte. Al menos tres series de enorme nivel con la izquierda. Una estocada casi entera y descabello para una oreja.
Cuando ya en el sexto Tomás Rufo era the only one, el único con opción de triunfo, decidió irse a porta gayola para recibir a un ‘Repipi’. La plaza en este momento sólo quería un final feliz. Resulta un toro con motor y con carácter. En banderillas echa la cara arriba. Pone en apuros a Andrés Revuelta y Fernando Sánchez deja un meriotorio par. La muleta templada en Toledo de Tomás Rufo vuelve a emerger en un inicio fundamental por abajo para luego ponerse donde quema para hacer el toreo en redondo con mando. Muletazos comprometidos en el parar, mandar, templar y, sobre todo, rematar. La ligazón en una baldosa, la pata adelante y el remate ahí atrás, con la muleta colocada para el siguiente. Ahí se entrega y por el derecho ya hará Rufo lo que quiera. El pitón izquierdo tiene menos profundidad. Una estocada desprendida resulta suficiente. ‘Repipi’ también cobrará su muerte desde la trinchera de los bravos. Tomás Rufo, con un nuevo trofeo, abría por primera vez la puerta grande de València con un toreo de enorme calidad.
Roca Rey, en su resaca triunfal, no pudo repetir las mieles de la víspera. Su primero, soso y parado, de Jandilla, provocó una desconexión. A las primeras protestas, abrevió, pero pese a ello el descabello se le atragantó hasta el aviso. La polémica vino con el quinto, un toro de El Parralejo castaño, serio, amplio y algo vareado. Lo intentó con todas sus armas. Pase cambiado de inicio, cambiando terrenos, buscando la distancia, pero ahí cada muletazo salía así o asá, hasta que se metió el arrimón bajo el tendido 11 de sol, los circulares entre los pitones, el público vibraba con cada suerte, cada gesto, cada desplante, puesto en pie. La estocada, de premio, fue lo mejor de Roca Rey en esta tarde. La presidenta aguantó el tirón y solo concedió una oreja. Sólo una oreja Roca Rey. Sirva para entender lo extraordinario del día anterior, donde a algunos se les pasó por la mente hasta el rabo.
LA ESTOCADA DE ROCA POR CARLOS LITUGO Y MANOLO MORENO


Manzanares no pasa de voluntarioso. Acelera y entra en noria en su pegapasismo. Fue una pena no ver a ‘Laminado’ en otro toreo. Le cortó una oreja por el volapié que firmó. El cuarto, de Jandilla, un zapato, muy lavado, escaso de trapío, bajo, pero con pies y chispa, Manzanares estuvo a destajo. Acelerado y sin gobierno. Su labor tuvo escasa petición y nadie le montó ninguna bronca a la presidenta como sí pasó después con Roca. Lo dicho, bienvenida al palco, doña Pilar.
GALERÍA DE MANOLO MORENO
















































