LA LUCIDEZ DE ROMÁN TRIUNFA ANTE UN CORRIDÓN DE LA QUINTA EN EL DÍA DE LA CREMÀ

FOTO :: MANOLO MORENO – ELS BOUS LA NOSTRA FESTA

Un corridón de toros de La Quinta en el día de la cremà y la lucidez del valenciano Román por la puerta grande. Lo inesperado fue cómo. Se rozó el drama con la cogida de Borja Jiménez. Tuvimos un tercio de varas maravilloso que se celebró con la afición en pie. Y al fin, un 19 de marzo la Plaza de Toros de València presentó la imagen que merece. Tres cuartos largos, un lleno esponjoso. Casi cinco meses después de la Dana de los cojones, un minuto de silencio en el coso de nuestras emociones y desvelos. Por las víctimas, tanto dolor y tantos sueños rotos. Sin duda, el coso diseñado por Sebastián Monleón es el inmueble del cap i casal que más ha hecho por la sociedad valenciana y donde mejor se la entiende. Porque esta plaza nació por y para la solidaridad y su negocio se vinculó al sustento de la atención sanitaria del Hospital Provincial para los más desfavorecidos. En el minuto de silencio por las víctimas del 29 de octubre El Soro atinó con sus mejores notas. Nadie había más capacitado. El rey Felipe VI estaba en una barrera del tendido 3, junto al maestro Luis Francisco Esplá y el ganadero Antonio Bañuelos, para acompañar al pueblo valenciano que resurgió del fango y que siente la tauromaquia como fuerza identitaria y cultural desde tiempos inmemoriales y la vive y la comparte en Fallas y, también,la Feria de Julio, oiga. Sin duda, todo un acontecimiento tan imprevisible y como emocionante.

El cartel del mano a mano entre Román y Borja Jiménez con la de La Quinta estaba señalado por la afición porque rompía la baraja de los taurinos y ya con verlo impreso se distinguía del resto. No hubo error. La corrida enviada por la familia Conradi desde Palma del Río (Córdoba) fue un corridón de la que Román salió a hombros tras dar una lección de pura inteligencia lidiadora, mientras que Borja Jiménez fue cogido de manera dramática cuando entró a matar al segundo de la tarde y ya no pudo salir. De repente, un año después, Román solo otra vez. Ahora de forma inesperada ante la raíz Santa Coloma cuando el segundo de la tarde campaneó con saña a Borja Jiménez, con los pitones perdidos por el pecho y la chaquetilla, tras entrar a matar. A Román le quedaban cuatro toros por delante, la incertidumbre de si Borja Jiménez saldría de nuevo, un pulso en cada toro, siempre distinto, con esas miradas.

Esto dicen que es para listos. Para lúcidos e inteligentes. La corrida de La Quinta, encastada como ella sola, pidió agilidad mental. Cada lidia, cada faena, tuvo un guión que se escribió sobre la marcha. No valía traer la faena hecha del hotel o repetir la que todo el mundo se sabe como cualquier figura aferrada a las ganaderías de siempre. Esto era otra cosa, un corrida de toros y cada toro tuvo su lidia.

Además, la seriedad del toro de una plaza de primera. Estaba el apretado veleto que abrió la tarde con son y temple; el segundo, más fino y largo; la seriedad el tercero, engatillado, de puntas recogidas y amplia mazorca nacarada; el cuarto que era el quinto según el orden del sorteo, cárdeno claro, más suelto de carnes de reservada bravura; y el bravo ‘Famoso’ que saltó como quinto –no hay quinto malo– cuando iba en cuarto lugar, de trapío y seriedad exacta; y el sexto, fino de vientre, más asaltillado, que rompió en manso.

Román toreó de capote con cadencia al primero, con suavidad, y al quinto de rodillas casi que mejor a la verónica que muchas veces. Ahí el tercio de varas fue la rúbrica a una gran corrida de toros. Román lo dejó largo en el primero y sin que nadie se lo pidiera, era el propio matador yendo por delante de la lidia, pensándola y anticipándose, lo dejó allá en los medios con apenas dos lances, puso orden, y otro valenciano con oro en la chaquetilla, Francisco Ponz ‘Puchano’, citó desde el caballo, ofreciendo los pechos, y reunió la vara en la cruz del de La Quinta. Se puso la plaza en pie. Ya era inolvidable todo, la bravura y el toreo trascendían.

Román hacía un esfuerzo y navegaba con el viento a favor, aunque llegados al ecuador del festejo, nada se cerraba en triunfo. Al primero le aprovechó las inercias y lo toreó por ambos pitones con una colocación perfecta y la virtud de anticiparse siempre a un toro que analizó en todo momento. Sólo le fue la mano a la hora de matar cuando la estocada le hizo guardia. Pasaportó también al que cogió a Borja Jiménez.

Ese toro que correspondió al sevillano era más fino y alto, el más pesador de la corrida (560 kg.). Fundamental el inicio mandón, rodilla en tierra de Borja Jiménez. Por la diestra en la primera serie el tal ‘Farolillo’ de La Quinta ya echa una mirada, pero ahí surge la importancia del oportuno toque para mandar y guiar sobre la embestida. En redondo, más traída hacia atrás. En cambio, por el izquierdo es más en línea y al hilo. Al entrar a matar surge la cogida por ese pitón que ya había marcado. El pitón quedó perdido por el vestido de torear. La cogida era fea de verdad. Por suerte sólo fue el susto y la tremenda paliza.

Román Collado se quedaba solo al tercero, ese engatillado que cerraba la cara con las puntas hacia arriba, de nombre ‘Rabanero’ y que tuvo excelente embroque por el derecho. La colocación y temple de Román dan esa profundidad que el final más distraído del toro no consigue. El toreo surge ligado, hay un esfuerzo por tragar y quedarse en el sitio con la muleta presta. La faena está hecha, pero esta vez la estocada se va ligeramente contraria y se necesita del descabello. Otra vez Román rozaba el trofeo.

Con el cuarto, ese cárdeno claro de nombre ‘Pegajoso’, Román vuelve a ir por delante en la lidia. Es un toro encastado, pero se permite el lujo de medirlo. Así, cuando empieza la faena de muleta se dobla con él con mando en un inicio muy obligado. Trae pólvora en las primeras embestidas. Román acepta el reto y logra el toreo muy por abajo, muy sujeta la embestida. No caben errores. La brisa molesta. Empieza a repensarse cada arrancada el animal. Poderoso Román. El encastado cada vez escarba más. Una serie por la zurda y otra apretando por la derecha, ganando la acción. La faena resulta exacta. Es Román el primero que sabe lo difícil que va a ponerse la suerte suprema de seguir intentando el toreo y corta. Estocada seca, arriba. Y la primera oreja de la tarde.

Con el quinto Román se lo hace todo para el toro. Es ‘Famoso’ 35. Lo deja de largo, se arranca intenso el toro y Puchano cuaja un gran puyazo y hasta el sobresaliente Víctor Manuel Blázquez deja un aseado quite por chicuelinas y mejor media. El inicio fluido por ayudados sirve para darle alegría a la embestida. Luego la distancia: vente, cárdeno. Tiene alegría y gran fijeza ‘Famoso’. La inteligencia de Román resuelve la faena a través de los terrenos, la distancia, la altura y el temple. En redondo, con verticalidad, cuaja al toro, al que si le falta algo es humillar con una pizca más de profundidad. Por el izquierdo se mete por dentro, Román lo solventa más cerrado en el tercio en una serie en redondo al ataque y roblesinas finales. La estocada, una pizca desprendida, es fulminante. Hay otra oreja y vuelta al ruedo al toro ‘Famoso’ de La Quinta.

Bravucón es el sexto. Derribó y corneó al caballo de picar en el cuello. Pero luego empezó a mansear y a huir. Este no tenía solución. Qué gran tarde de toros y toreros.

GALERÍA DE CARLOS LITUGO

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