Sergio Aguilar, vestido con un celeste y azabache que todavía huele a matador de toros, desbordó la vulgaridad de la tarde con tremenda torería cuando todo parecía imposible. Algunos todavía nos acordamos de aquellos días de novillero en València cuando impresionó su valor y concepto y se fue con el vestido naranja y plata (¿o era lila y plata o fueron ambos?) destrozado y la hombrera arrancada. Si antes había mecido un lance que fue caricia al tercero, luego asomó despacio para dejar dos soberbios pares de banderillas de tremenda exposición y empaque al sexto novillo, un tal ‘Travieso’ que además lo fue por llevar la contraria a todo el lote que le precedió y dar bola —embestidas, entiéndase—para que Marcos se explayara toreando despacio y por abajo y cortara una oreja sobre la bocina.
Era día de presentaciones. Con el novillo ‘Importante’ debutó El Juli ganadero en València en una Feria de Fallas en la que no está anunciado como matador. Dudamos que nadie ose a proponerle la posible sustitución de Román el día de San José. No es plan ser segundo plato para una figura del toreo y la disyuntiva, seguramente, merece otra solución, otra apuesta. O bien para ganar o bien para empatar o no perder. Pero eso ya es harina de otro costal. O no.
Pues con ‘Importante’ abría cartel Toñete, quien también se presentaba en València. Por aquello de abrir plaza o lo que fuera, las telas se las tropezó demasiado de salida. Brutillo el animal, de voluntad destempleada. Faltaba calor. O engrase en unas muñecas que ya fluyeron más atinadas a final de un trasteo que transcurrió de tercio para dentro y alcanzó su climax, por así decirlo, con una última tanda limpia y ligada. Con el cuarto no hubo climax, más allá de la capacidad de funcionar en los terrenos de cercanías, pecó de encimera y luego la muerte se la tragó el novillo eternamente.
Jorge Rico trajo una versión renovada. O más pulida. Como si hubiese profundizado en la personalidad o concepto torero. Se apuntó en el turno de quites por chicuelinas al primero y se confirmó en su primer inicio de faena. Los ayudados, el toreo de frente y por abajo, uno del desdén y una trincherilla especiales. Sello propio. Personalidad es lo que transmitieron. Luego erró en la elección de terrenos o en empeñarse en llevar la contraria al tal ‘Nítido’, nítidamente mansete, y pasó más rato tapando huecos a la huida y pegando tirones que toreando. Lo peor es que luego se amontonó todo con el quinto. Desbravado y descastado el colorado ‘Favorito’, que desarmó por encima de las esclavinas a novillero y cuadrilla, se llevó tres varas y lo de banderillas fue un correcalles. El novillo no paró de huir. Rico recuperó terreno. Sumar más de dos muletazos fue casi imposible. Manso de libro el de Julián López y el novillero, estrellado. Lo mejor fue la estocada trasera a la primera para que la película no se hiciera más larga.
Marcos meció las verónicas ante la soberbia clase de ‘Noruego’ que se deshacía en una falta de fuerzas desesperante. Mucho muletazo hacia afuera, tropiezos del animal que no podía con su alma y una tanda reunida al natural, despacio, para salvar los muebles. Tan cuesta arriba estaba la tarde que el propio Marcos trató de cambiarla yéndose a la puerta de chiqueros con una larga por el lado izquierdo a ‘Travieso’, que lo fue y llevó la contraria a la tarde. Menos mal. Se templó Marcos de primeras. Por abajo, kilométricos surgieron los muletazos, esta vez llevados más atrás. Al natural embistió ‘Travieso’ a cámara lenta y con el morro por tierra. Si ya hubieran sido los muletazos de colocación y reunión fetén, hubiera sido la leche. Pero bastó para una oreja tras buena estocada. Fue la felicidad de la tarde. Eso y, sobre todo, la torería desbordada de Sergio Aguilar que puso la plaza en pie.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 13 de marzo de 2018. Cuarta de la Feria de Fallas. Novillos de El Freixo de correcta presentación, blandos, nobles y descastados en exceso, el mejor el sexto, para Toñete (ovación con saludos y silencio tras dos avisos), Jorge Rico (ovación con saludos y silencio) y Marcos (silencio y oreja). Sergio Aguilar saludó montera en mano tras banderillear al sexto. Un cuarto de plaza (alrededor de 2.500 personas).