Llenazo para ver el debut de los novillos de Victorino Martín en Algemesí. Acontecimiento en el pueblo de La Ribera. Una pancarta con la imagen de Victorino padre se veía desde toda la calle Montaña, la que sube de la estación a la plaza mayor. La A coronada a cal sobre el albero del cuadrilátero por vez primera. Una imagen de la Mare de Déu de la Salut para homenajear al ganadero. Y para Algemesí, cuatro cárdenos: Mingotero, Bombonero, Playito y Patalero. Lavados, finos, vareados, de muy viva mirada y sobre todo encastados y exigentes para los novilleros Alejandro Fermín y El Rafi.
El extremeño Alejandro Fermín dio la talla. Un considerable fondo de valor y capacidad para pisar terrenos de compromiso al servicio del toreo. Sus faenas se asentaron en la firmeza y la capacidad de tragar con las exigentes embestidas, siempre queriéndolas prolongar, poder y someter hasta donde la cintura, brazo y muñecas daban de sí.
Mingotero 31, el que abrió plaza, fue un caso. Había novillo por todas partes. Al encargado de su brega lo dejó sin aire. Y a Fermín le costó cogerle el ritmo. Pero el compromiso no le vino grande. Consiguió el acople, tiró del animal con suavidad, llegó a esos terrenos que queman y acabó por entenderse con un novillo que no era fácil. Además remató de buena estocada, un pelo desprendida, y recibió una ovación cuando había méritos para oreja. Pero el personal como que no se enteró de lo sucedido.
Novillada para leer entrelíneas. Mientras a unos les parecía poco trapío desde los cadafales, a los profesionales abajo se les veía andar con pies de plomo porque los albaserradas de Las Tiesas pedían el carnet a todos. Tras una embestida ya estaban pidiendo otra y en el caballo respondieron con fijeza a puyazo por novillo.
Alejandro Fermín volvió a reivindicarse con otra faena más para aficionados que para público bullanguero tras la merienda. Entre otras cosas porque el tal Playito no estaba para cucamonas. Importante y exigente fue el inicio por abajo. Hubo seriedad en el toreo en redondo, siempre muy por bajo y queriendo vaciar las embestidas, mandarlas y llevarlas lo más lejos posible. Por el izquierdo era otra guerra y el viaje más corto. Pero Alejandro Fermín volvió a demostrar valor y firmeza y cabeza bien amueblada para torear con sentido e inteligencia. Lástima los pinchazos previos a la buena estocada. Otra ovación quedó reconocimiento.
El Rafi volvía a Algemesí. Aquí una vez sorprendió sin picadores. Sus faenas al final fueron más movidas. Bombonero, su primero, tuvo los muletazos contados. Blandeó de salida para luego quedar con una embestida tobillera y una auténtica bisagra en el cuello. Todo fueron apreturas. Metió a la espada casi entera a la tarcera.
Muy guapo el cárdeno claro de nombre Patalero. Fue el de salida más pleclara desde su salida. Muy fino, y de tan fino abecerrado. El Rafi formó una auténtica revolución banderillas. Pero tras el celebrado tercio con los palitroques tocó ordenar a al tal Patalero que resulta embestía como un tejón. Y la faena resultó como muy movida y desempleada. Faltó ver mejor la estupenda embestida por el izquierdo y quitarle bullicio al trasteo y ponerle asentamiento, pero al final se premio eso, el escándalo antes que el toreo. Le concedieron una oreja sin peso alguno.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Algemesí, 29 de septiembre de 2018. Octava de la Setmana de Bous. Novillos de Victorino Martín muy justos de presencia, pero exigentes y encastados para Alejandro Fermín (ovación en ambos) y El Rafi (silencio y oreja) Lleno (unas 4. 500 personas).