1995. Jesulín de Ubrique lidera el escalafón taurino con 161 festejos y es imagen de una campaña publicitaria para Cola-Cao.
2020. Por fin Nochevieja. Se acaba el año del Coronavirus. El youtuber Ibai Llanos y sus colegas congregan a más de medio millón de usuarios únicos frente a su streaming (seguramente, una audiencia superior a los 2’5 millones de espectadores). La marca Cola-Cao aparece como patrocinadora de la retransmisión.

25 años entre una publicidad y otra. En este viaje sólo permanece el logo de Cola-Cao, pero ¿siguen ahí los grumos del Cola-Cao que quedan en la superficie y rebañas poco a poco?
Son los felices años 90. Con permiso de la crisis del 93. La cultura del pelotazo. España todavía era como la conocíamos. Cobi y Curro son nuestras mascotas. La Globalización era una palabra por inventar y el populismo solo era cosa de Gil, Ruiz Mateos y héroes que surgían de la nada. La Tauromaquia era el mismo tuétano. Y contamos de 100 en 100. Jesulín anunciaba el Cola-Cao, Madonna grababa un videoclip con Emilio Muñoz y los travelos se volvían locos yendo a ver torear a Litri, que yo lo vi. Se acabó la mili y arrancó el todo vale de los ladrilleros. La aparición de los ganaduros estaba al caer.

Los dos mil le ponen el rictus serio al taurinismo. Se pierde alegría. Como la que le falta a Aznar y su equipo. Se pierde naturalidad. Tiempo de privatizaciones y batalla mediática, política y descarnada. El ruido y la furia de interné amanecen. Los perros se seguirán atando con longanizas sin decoro alguno. Con Ponce, Juli, un José Tomás desaparecido… Madrid se enamora de la zurda de El Cid.

En 2007 se toca techo. Hay pastel para todos: se celebran 3.651 festejos. ¡Récord histórico! Hasta José Tomás decidió reaparecer entonces. 2008 será la última vez que el líder del escalafón alcance las ciento y pico corridas. La burbuja nos explota en toda la cara. Torear tanto es de pobres. A alguien se le pasa por la cabeza convertir esto de la Fiesta de los toros en algo elitista. Sí, sí. También dicen que vivíamos por encima de nuestras posibilidades.
Con el salto de década la tasa de paro española pasa del 11 al 26% en cinco años. Tremendo drama. Crisis de empleo, de crédito, de financiación y de muchas más cosas. Crisis hasta del mismo tuétano. Se empieza a llevar Instagram y el periodismo no vende ni un periódico y se busca el click fácil. Los perros ya no se atan con longanizas. Ahora se llaman mascotas y predominan más que los hijos en la religión urbanita. El populismo ya es y en Catalunya se demuestra con la prohibición de las corridas de toros en 2011. Se ve que era un gran problema y esa decisión, como dijo Artur Mas, los iba a hacer mejores. Sí, sí. [Ese año, por cierto, en mi casa me permiten pedir un préstamo de 6.000 euros para hacer un Curso de Experto Universitario en Dirección y Administración de Empresas Taurinas en la Universidad de Salamanca. Qué moral. Pero en el haber me llevo un gran año y un puñado de buenos amigos.]

En el techo de paro, la ruina de las arcas públicas y una caída de más del 50% en la celebración de festejos taurinos en apenas un lustro, a las figuras les da por pedir derechos de imagen y torear solo 30 festejos por temporada. A Espartaco le toca reaparecer para despedirse de Sevilla en 2014 y El Soro hace un milagro en 2015. En octubre de ese año se presenta la Fundación Toro de Lidia. En 2018 el líder del escalafón se queda en 59 festejos y eso que se llama Roca Rey y pierde bastantes contratos por percances, pero el segundo es El Fandi, el último en sumar más de 100 hace sólo 10 años, con 49. España o su idea y/o significado ya no tiene nada que ver con nada. Ni, como quien dice, ni el mundo mismo. Y para entonces a los taurinos definitivamente ya se les ha olvidado sonreír. Víctor Barrio e Iván Fandiño mueren en el ruedo.
2020. Año del Centenario de Joselito El Gallo. Un youtuber, Ibai Llanos, cierra con enorme audiencia un año catastrófico con el patrocinio de Cola-Cao. Un virus, una pandemia mundial lo frenan todo. En seco. El retroceso en 9 meses es como de guerra civil. ¿Cómo de feliz será la siguiente década? ¿Queda alguien con ganas, capacidad, visión de futuro y generosidad para impulsar la Tauromaquia como singularísima industria cultural y ver qué pasa? ¿Si lo remueves, al Cola-Cao le quedan grumos todavía?