Llegó el día que Emilio de Justo ha decido plantearse a sí mismo. Un día solo al alcance de quien quiere y, además, puede. Quien puede asumir el reto, soportar toda la batalla interna y externa hasta que se hace la hora para trazar un paseíllo único. Sólo. En Madrid. Centro del mundo del planeta toro. No sé qué resulta más imposible, si el antes o el durante para el resto del mundo. El después ya veremos.
Ojalá todo resultase entendible y respetable para fieles e incrédulos. Porque pocas manifestaciones Culturales soportan este tercer grado tan desnudo, auténtico, tan trascendente y entrañable (por las entrañas que remueve).
Seis toros en Madrid. Un domingo de ramos. Signigicante, significado y aquel camino.
Emilio de Justo es capaz.
Es humano.
Es torero.
Y si tenía que ser, mejor ahora.
El día ha llegado.
De entrada, infinitas gracias, Emilio.