DANIEL LUQUE, UNA PUERTA DEL PRÍNCIPE DE OTRA GALAXIA

Daniel Luque sin red. Solo -¡solo!- con la certeza de quien se sabe capaz de hacer el toreo más cerca y más quieto que nadie, con toda la verdad que ello implica. En la Sevilla de sus sueños. De niño prodigio y con todas las condiciones habidas y por haber, a torero largo, grande, todopoderoso, enorme, inmenso. Fuera de toda moda y frente a una corrida de El Parralejo seria, con pólvora y casta desbordante para torear por abajo, con mando, poder y también despacio. Y trágalo. Un examen tremendo, con lo de toda la vida, ya saben, aunque las refinadas plumas de hoy ya apenas se acuerden de que para conjugar el toreo sigue haciendo falta parar, templar y mandar. Así el inicio de la faena al sexto. Sorprendentes muletazos, recogida la tromba aleonada, al cuarto se paraba el toreo, reducía la embestida, la sujetaba en los vuelos, la templaba, la mandaba y la convertía en seda. Y ponía la barriga y los muslos, y crujía la cintura más allá.

Soberbio don Daniel Luque. Ya no basta con lo del buen momento. Por favor. Ahí está Daniel Luque, figura del toreo. Coronado por la Puerta del Príncipe de Sevilla. Son ya varias las temporadas en las que desborda sitio, valor y toreo caro. Por el camino, y campo a través, quedan embestidas de todas las marcas: desde Miuras a El Parralejo en su debut, precisamente, en Sevilla. Y en Sevilla ha desbordado Daniel Luque como el Guadalquivir, de orilla a orilla. Del Baratillo a Triana.

Y la espada ha funcionado en dos soberbios espadazos. Solo su magnífico capote se quedó en veremos, porque su lote de inicio tuvo su guasa. En fin, que es muy difícil estar como ha estado Daniel Luque este 28 de abril en Sevilla. Que es muy difícil pisar esos terrenos y torear desde el alma y el convencimiento. Es brutal. Como cada muletazo al primero de su lote, ese torazo ‘Traillero’, que no admitía ninguna duda y que por le izquierdo lo cogió para herirle fuerte, pasándolo de pitón a pitón. La seguridad y firmeza de cada muletazo. La ligazón inverosímil. Tremendo triunfo. Una Puerta del Príncipe de otra galaxia.

La corrida de El Parralejo, desigual de presentación, de hechuras, tuvo enorme contenido. Casta y fondo de bravura. El Fandi echó balones fuera, como esas chicuelinas de inicio hacia ninguna parte, con el lote más manejable y que por supuesto mereció más. Miguel Ángel Perera se reencontró con su toreo más profundo con el buen ‘Dulzón’ y le plantó cara al quinto, con más teclas, pero sin concretar. Y Daniel Luque simplemente arrolló porque lo ve más claro que nadie.

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