Merece la pena volver a abrir ciertas ventanas. Algemesí, forever. Su Setmana de Bous es como si la escena del baile en La Gran Belleza de Sorrentino la hubiese filmado Berlanga. Desatada secuencia de vida en las calles y la plaza. Por eso merece la pena retomar Embestidas: El dominio que seguimos pagando religiosamente aunque no tengamos nada que contar. Pero por Algemesí merece romper la excepción. Hay algo que se contagia.
Primera de feria. Nos han vuelto a abrir las puertas en casa de Tomás Plà, antic mestre de La Muixeranga. Enrique Ponce sigue siendo Guadiana en la conversación para asentar los cánones de la Tauromaquia y la conversación, mientras Nek es el nuevo río que empieza a manar. El señor Juan lo ha vuelto a hacer bordando de nuevo una paella de cuatro asas según los cánones de Algemesí: que no falte ni el pimentó ni les pilotetes. Los amigos de la Kasidebaes han dado de beber al sediento y al carrer Muntanya o del rockaful nos hemos reencontrado casi todos. De ahí, al estallido del festejo.
Algemesí hierve. Un llenazo. Esta es una plaza donde caben todos. En la primera fila del cadafal ocho un bebé de escasos meses a los brazos de sus abuelos era la viva imagen de lo que es esto de la Setmana de Bous.
Sí, ha sido un canto a vulgaridad en lo meramente taurino. Que se le va a hacer. A Peseiro se le va sin torear el primero de Dolores Aguirre. Novillo cuajado y de embestida con disparo, con genio. Dos varas. Por las precauciones que se veían venir. Con la muleta hecha trizas y el torero desarmado la banda ha roto a tocar. El tópico de los portugueses con la espada… Y tras aviso lo consigue salvar.
Mansurrón el tercero. Novillo colorado con hechuras de torito serio. Del caballo poco quiso saber, pero a la muleta llegó violento, con boca cerrada y hachazo, hachazo viene, pero fijo. Al final por el izquierdo Diego Peseiro, ahora más entonado, consiguió bajarle los humos y está vez sí que ganó la partida. La prueba del algodón, la certera estocada arriba. Encastado el toro, muerto sin puntilla, se levantó todavía a luchar por su vida. Una oreja.
El primero de Germán Vidal ‘El Melli’ abría la cara y también lucia presencia. De las dos varas tampoco se ha salvado. Su pitón derecho traía buenas noticias. Mejor a cada embestida. Repetidor. El Melli dejó lo mejor con la espada. Buen volapié, incluso algo contrario. Oreja.
Langosto, el cuarto, es negro chorreado. Más vareado, más dolores. De cabeza también: Mide a todos y a todo en los primero tercios. Al caballo le busca las vueltas. Pero en el último tercio repite en la muleta y por abajo en la primera tanda por cada pitón, aunque deja una recalada. Pacto de no agresión. Cuando El Melli decide dar el paso, el novillo tiene importancia; cuando se anda tras la mata, Langosto es como si se aburriera. Estocada a la primera algo atravesada.
Bienvenidos: esto es Algemesí.

