NO HAY TREGUA

El clarinazo que rompió la tarde a las cinco en punto nos sonó a gloria. Primera del año, primera de la Feria de Valdemorillo. Una novillada. La ilusión recobrada. La señal de alta tensión sobre el cartel. ¿Pura imaginación? No. Podría pasar como en este inicio de temporada donde los carteles de no agresión y perdona si te molesto se repiten y aburren. Pero no. Esta vez, una novillada abría la competencia. Y es que este 2024 miraremos bastante al escalafón novilleril. Samuel Navalón y Nek Romero cruzaban guantes por primera vez. Apetecía verlos, apetecía ver sus caminos cruzarse en un ruedo. Valdemorillo en este caso es muy descarado. Sin competencia en prevision informativa taurina, lo que pasa se magnifica. Lo que pasa luego hay que reinterpretarlo. Esto acaba de empezar. Hay camino por delante. No hay tregua.

Samuel Navalón, redondo y arrollador, encajado y siempre en postura de ataque, triunfó con solvencia. Nek, en cambio, pasó a la enfermería tras una fuerte voltereta y se dejó su triunfo tras dos pinchazos. Un diálogo sordo de zapatillas atornilladas, taleguillas tintas en sangre y muletazos y capotazos de exagerado ajuste se intercalaron desde aquí o desde allá. Los códigos del vestido de torear, la plaza y el público todo lo cambian.

Ismael Martín, de Salamanca, abría cartel. El novillo ‘Morisqueto’ de La Cercada, precendencia El Freixo de Julián López Escobar, abrió la tarde a malas. Altón, como acalambrado y doliéndose de las manitas delanteras. De la falta de poder derivó la mansedumbre que desarrolló en huida a tablas. Imposible. Se desquitó a medias con el cuarto. Vistoso, fácil y a toro pasao con lo palos. Qué raro banderillerar siendo de Salamanca. Se acopló a final de faena por pura voluntad.

El primero de Nek se llamaba ‘Enemigo’. Traía emoción y virtudes desordenadas: humillación y genio. En los primeros tercios enseñó la embestida yéndose a los vuelos y la bravura en una vara con fijeza. Exigencia en la muleta. El inicio de Nek por alto fue a la contra. Era por abajo todo, pero más allá del embroque, el necesario mando hasta el final. Sorprende la embestida. El toreo de Nek resulta obligado.

La primera serie en redondo, un pulso. La embestida por los mismos muslos de primeras. La muleta de Nek ha ganado en flecos y por la izquierda fluyó mejor. En redondo acabó por ganar la partida. Sobró el final, ya con el toro ya acobardado, remontó con ajustadas bernardinas y volvieron a sobrar dos pinchazos. Ovación.

Para Samuel Navalón salio ‘Noventa’. Enclasada nobleza del nuevo siglo. Samuel Navalón debe andar así de encajado hasta para dormir. A la firmeza del Nek de Algemesí, la firmeza del Navalón de Ayora, que también es València. Las chicuelinas, también. O el inicio de rodillas, todo ligado: un farol, toreo en redondo y un cambio  de mano. Se hizo el amo desde entonces. Le compró los terrenos al toro y lo achantó. Se pasó también de rosca. ¿Se querían dejar coger? Y la estocada caída. Oreja. Luego otra más a la suficiencia. Baraja y reparte las embestidas. Si es por aquí, por aquí. Si tiene que ser por allá, por allá. Una voltereta también. Otra estocada caída. La oreja y la puerta grande.

Antes a Nek lo había atropellado el tren. Por estatuarios esperó al colorado quinto en los mismo medios y salió arrollado. Luego aquel se paró sin remisión, rajado, imposible, pero ahora va y cobra la estocada de primeras.

Dicen que en la plaza de Valdemorillo, cuando está vacía, a veces, José Tomás se prueba y mata algún toro a puerta cerrada y en silencio. Nek y Navalón también se probaron. Hay runrún. Esto acaba de empezar. No hay tregua.

Deja un comentario