Sobre la bocina la Feria de Fallas consiguió seguir abrazada a su buena racha. Y que el ritmo no pare. El firme convencimiento de José Garrido, su creación de toreo al natural y, por fin, el buen fondo de un Fuente Ymbro en toda la tarde, el de ‘Vivero’, materializaron la remontada que el palco decidió dejar en oreja cuando el toreo al natural del extremeño fue de premio grande.
Tres tandas de naturales soberbias, tres. La primera aparece como auténtica revelación. Amplia y bien alimentada. Cinco o seis, a más. Con la muleta rastrera. Ligados los naturales con ese tiempo necesario entre uno y otro para saborearlos y esperar el siguiente al borde de la locura. Embraguetado Garrido, que se dejó caer de hombros y metió más los riñones y dibujó otro sublime. La distancia fue fundamental para descubrir la voluntad del animal, una castaño claro con la capacidad de entregarse cuando se lo hicieron perfecto. Toda la confianza y ventajas para el toro en la siguiente tanda. La plaza por fin conectaba de verdad con lo que sucedía en el ruedo. Luego vino el tres en uno. La voluntad en redondo y más naturales para firmar la obra. Garrido quería, buscaba y deseaba el premio grande. La forma de volcarse tras la espada fue de aquella manera. Garrido había remontado la tarde, la corrida de Fuente Ymbro se justificaba con un toro al fin para salvar los muebles y el presidente dejó para otro día la concesión, más que merecida esta vez, de la puerta grande.
Hasta el sexto capítulo la corrida de Fuente Ymbro parecía empeñada en romper la racha fallera. Raro era que embistieran los seis de Jandilla, los cinco de Alcurrucén y que la fiesta siguiera en el día de la plantà. Los de Fuente Ymbro se extendieron cuál mantequilla insulsa en una tostada sin paliativos. Lo más divertido de los toros de Ricardo Gallardo ocurrió mucho antes de llegar a València, cuando cuentan -hasta su viralización- que un toro se escapó del camión todavía en la provincia de Cádiz. Ya ves. Muy raro todo. Ya no deben salir precintados las camiones de la finca. Eso o el café al poco de recorrer 7 kilómetros levanta extrañas suspicacias.
La corrida que tocó en València, esa escalera desigual presentada por ganadero y veterinarios, en definitiva, fue mansota, de comportamiento mular, poco agradecida y bastante descompuesta, como si estuviera muy manoseada, muy movida. Claro, hasta que salió ese sexto, ‘Vivero’, que es rama de referencia en la casa, y se decidió a meter la cara con cierta codicia y entrega para que Garrido lo bordará al natural.
Hasta el bendito público valenciano pareció estar desnatado y a por uvas a lo largo y ancho de la tarde. Que igual aplaudían el arrastre de un toro gazapón y mentiroso que no le echaban cuentas a un Daniel Luque que también se marcó una tarde de toros a tener en cuenta. Sobre todo con su primero, el segundo, un toro proporcionado si lo comparamos con el grandón que abrió la tarde. Daniel Luque, desde el temple y la firmeza, lo hizo romper adelante, y eso que de fuerzas no iba muy sobrado. Muy asentado, afianzó la faena y al toro. Se lo pasó con total impavidez unas cuantas veces a centímetros de las lentejuelas con emoción. Ausencia de tirones, la confianza en las telas es total, incluso por el izquierdo donde atropella más que embiste. Ese Luque es el que gusta. Pero el público no acabó de enterarse. Ovación tras estocada trasera.
Las verónicas con las que Daniel Luque recibió al quinto tampoco tuvieron el eco merecido. Para entonces la tarde ya parecía condenada. El quinto embistió rollo mulo, muy suelto, sin fijeza ni entrega. Y los únicos triunfadores hasta el momento eran los viejos que en el tendido tres se merendaron… ¡una cazuela de fabada!
Un tren con toda la carga delante abrió la tarde. ‘Tremendo’ se llamaba y tremendo era. Con 597 kilos a la báscula batía el récord de la tarde. Vamos, que no le hacía falta merendar fabada a éste. Eso sí, era estrecho de sien, de los que caben en la muleta pese a tanta carne. Juan Bautista estuvo tan pulcro como acelerado en una labor derechista y sin emociones estéticas. El lote de Juan Bautista se compensaba con ‘Zalagardo’, el menos pesador. Pero con su trapío. Hubo quien osó aplaudirle con criterio su trapío y dos puntas, aunque luego resultó desclasado y escaso de codicia, y Juan Bautista terminó por rematar tarde de perfil frío.
José Garrido había mostrado sus intenciones con el anovillado ‘Hablador’ con tres largas afaroladas de rodillas y de muleta un inicio de pronto y en la mano. Era ese el camino. Muy descompuesto y blando, también andarín y sin tendencia a humillar, la primera tanda robada en redondo apenas sin probaturas resultó un espejismo. Faena guadianera. Ahora sí, pero luego no. Por el izquierdo le gana la voluntad al animal, pero luego su fondo de escasa casta no responde. El premio estaba, al final, en ese sexto. Cuando ‘Vivero’ se encajó en la muleta de José Garrido al natural. Era de puerta grande, presidente.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 15 de marzo de 2018. Sexta de la Feria de Fallas. Toros de Fuente Ymbro desiguales de presentación, auténtica escalera, de escaso y mal fondo, salvo el sexto, con fondo bravo, para Juan Bautista (silencio tras aviso y silencio), Daniel Luque (ovación y silencio) y José Garrido (silencio tras aviso y oreja). Casi media plaza (una 4.000 personas).