#FALLAS2018 | UN FAENÓN DE ANTONIO FERRERA, DOS ESPADAZOS DE COLOMBO Y LOS TOROS ATLETAS DE VICTORIANO DEL RÍO ECHAN EL CIERRE PASADO POR AGUA

Impropio el cartel sin presencia de un espada valenciano e impropia la entrada en los tendidos para el remate de una buena e interesante Feria de Fallas, con mucha miga y cantidad interesante de toros importantes hasta prácticamente el último suspiro. La baja de Román en el día de San José, conocida prácticamente ocho días antes atendiendo a lo que decían los partes médicos, no se ocupó hasta la víspera. Justicia para el venezolano Jesús Enrique Colombo que cogió la sustitución porque en València el pasado octubre se despidió de novillero pagando el tributo de la sangre y porque no estar anunciado desde el principio era un error de Simón Casas Production.

La Feria de Fallas no debe verse abocada al capricho de las figuras de sólo anunciarse los viernes y sábado más falleros. Por eso, ya que estamos, tiene tanto mérito que Enrique Ponce aceptará repetir ayer domingo. Y para postre hoy, día de la cremà, primero el viento y luego la lluvia marcaron al completo la interesante corrida de Victoriano del Río. El ruedo era todo un barrizal al echar el cerrojazo.

La corrida de Victoriano del Río fue muy atlética. Pura sangres dirían si fueran caballos. Principalmente como esos tercero o cuarto. Sacaron una velocidad punta que en los chocazos con los picadores partieron dos varas de tal ímpetu que traían y así se empleaban. Sus lidias marcaron el climax de la tarde. Se llamaban esos toros ‘Carterista’ y ‘Jarretero’. Éste último además recibió el premio póstumo de la vuelta al ruedo. Pues vaya por él y por los varios toros buenos que embistieron estas Fallas.

Otra cosa es cuando a los toros atléticos de Victoriano del Río la velocidad se la aplacan en la muleta y se les citan en las distancias cortas. Ahí a la corrida le faltó pizca de fondo y profundidad. Pero un dato positivo es que de los seis solo el sexto, ‘Distante’, manseó descaradamente, que es por donde pecaron en los años anteriores las corridas del hierro de Guadalix acá en València. Y a los toros mentados se podría añadir un segundo, de nombre ‘Casero’ y señalado con el 100 que fue el de comportamiento más parejo y sobre todo el que más de verdad lo hizo en el tercio de varas.

Antonio Ferrera se encargó de poner el toreo a la tarde con un faenón de premio gordo. Finura en el cuerpo atlético de ‘Jarretero’. Como una bala tomó el caballo y al segundo encuentro partió el palo. Para entonces el campo de batalla era un barrizal. Y tras improvisar así o asá las banderillas, el galope ya se vio ralentizado en la capa de brega. Antonio Ferrera detuvo más aún el ímpetu en la muleta. Porque en definitiva embestir es lo que rompe de verdad al toro.

A media altura primero se expresó Ferrera cuando parecía que la duración iba a ser escasa. Muy despacio el extremeño en su pulso y al cimbrear la cintura desde la verticalidad y el compás medio cerrado, sin retorcimiento alguno. Al natural sube la faena mientras cala la lluvia de forma más intensa. Más empaque y hondura. Surgen dos series empapadas de belleza que vienen intercaladas con otras a derechas.

El secreto está en los vuelos. Ferrera abandona la ayuda por el peso de la muleta y porque sabe que el toro también necesita que le vuele mejor la franela por esa mano, y eso se logra sin la rigidez de la espada. Toreo al natural con la diestra. Por ahí consigue el crujido cuando deja de buscar el ojo contrario y la deja muerta de verdad y empapada sobre el barrizal y engancha adelante y liga tres y su remate con un perfecto vuelo. Sabor en los ayudados al cierre, el aviso que suena antes de tomar la espada, el runrún de la puerta grande y los aceros —un pinchazo, una casi entera y cuatro golpes descabello sin efecto tras dos avisos— que se empeñan en negar lo ocurrido: un faenón de Ferrera bajo la lluvia sin premio gordo y vuelta al ruedo a ‘Jarretero’.

La tarde para Ferrera había empezado antes de abrirse el cielo para dejar paso a la lluvia con un toro primero tan noble como poco expresivo y una faena tramitosa en la que nunca se rompió el hielo y sólo muletazos sueltos adornaron un trasteo movida de acá para allá.

El segundo de la tarde empezó a elevar el listón. ‘Casero’ fue un castaño muy lavado. Largo y fino de vientre, con cuello y algo zancudo. Qué bien Ginés Marín a la verónica. En una por la mano izquierda se duerme el mismísimo toreo. Resulta bravo en el el peto, aunque la segunda sólo deja señal y abre la salida. Pero se lleva tres quites. El de Colombo por alto por tafalleras, la nueva versión de gaoneras de Marín con el capote plegado en triángulo que las intentó rematar echándose el toro encima con una especie de escobina, mitad trincherazo, mitad molinete, del que Ginés salió cogido sin consecuencias, y el de chicuelinas arrebatas tras la voltereta y donde destaca la media.

Tuvo ritmo y prestancia el toro en los primeros tercios y mejores augurios que lo que en la realidad deparó ya inmersos en el tercer acto. Fue, además, tiempo de paraguas y tendidos revueltos buscando el resguardo de las nayas. La faena de Ginés Marín no pasó las líneas de la corrección, el buen concepto y una velocidad de más al torear. Al contrario, se fue apagando sin mensaje conforme el toro y sus virtudes también transitaban cuesta abajo y con la espada no sorprendió. En el quinto el diluvio empezó a amainar. Ginés Marín tiró de tesón. Pesaba más el afán de puntuar que el de torear como sabe y así el efecto en los tendidos no se extendió.

Para efectos, Colombo. Atacó con mesura, pero cuando era necesario, y rozó una puerta grande, que si la mereció fue, sobre todo, por dos tremendos espadazos. Ahí este venezolano es espectacular. Qué puñetazos arrea el tío.

No se le escapó ‘Carterista’, un toro atleta de Victoriano del Río. Con qué pujanza se estrelló dos veces contra el peto, partió una vara y en la segunda apenas le dieron para quedarse muy crudo. Buena clase en la primera vara, por cierto. Qué galope para arrancarse a todo bicho viviente. Como un tren en banderillas se le venía a Colombo. En el primero le sorprende, en el segundo le recorta y le gana la cara fácil y en el tercero, como si fuera en un gancho de baloncesto, lo prendió tras citarlo muy en corto para clavar al violín de dentro a fuera y se lo echó a lo lomos.

De cualquier manera se arranca para el cambiado de inicio en los medios. Pura velocidad de atleta, un poco más y no ve la muleta que marcaba la dirección por la espalda. Pero ya se templa en redondo. Porque al final lo que pica es el toreo en redondo y por abajo. Se apaga. La distancia corta no la aguanta, pero Colombo le echa sal, pimienta y une spadazo de premio, incluso un punto contrario. Al sexto Colombo no lo banderilleó porque no había lucimiento posible conforme estaba el ruedo de impracticable y lo único que hizo fue buscar al manso en su huida siempre, en una faena que giró por las tablas y se cerró de otro espadazo de aquella manera. La petición esta vez no fue atendida y el premio se cerró con un vuelta al ruedo. La tarde de la cremà y con ella la feria se despedía fría y pasada por agua.

Estos son los premiados de la Feria de Fallas.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 19 de marzo de 2018. Décima de la Feria de Fallas. Toros de Victoriano del Río de correcta presentación, finos, atléticos y manejables, destacando segundo, tercero y el cuarto, de nombre ‘Jarretero’ premiado con la vuelta al ruedo, para Antonio Ferrera (silencio y tras aviso y vuelta al ruedo tras dos avisos), Ginés Marín (palmas tras aviso y ovación) y Jesús Enrique Colombo (oreja y vuelta al ruedo tras petición y aviso). Menos de media plaza (una 4.500 personas).

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