ROCA REY Y VALÈNCIA: LA FÓRMULA SIGUE INFALIBLE

Foto: Carlos Gómez-Litugo

Roca Rey más València sigue siendo una fórmula infalible. Era domingo y las figuras se daban cita en el cierre de la Feria de Julio. Un cambio, un nuevo riesgo en la esquemática cartelería que viene repitiéndose en los último años. El sitio de las figuras pasaba de viernes a domingo por problemas de agenda de Manzanares. O eso cuentan. Luego Manzanares se dejó ir dos Cuvillos de bastantes más opciones y apenas se justificó . El público respondió a última hora y se alcanzaron los tres cuartos de aforo: 8.000 y pico personas en el tendido. La mayoría por culpa del peruano. La fórmula de València y Roca Rey permanece infalible: ya son cinco puertas grandes de matador, seis si contamos aquella deslumbrante todavía sin picadores. Tras un primer turno en el que echó un serio borrón, en el último capítulo de la tarde le salió un faenón a Roca Rey.

De faenones de explosión colectiva Andrés Roca Rey ha cuajado varios en València. Todavía tiemblan los cimientos del coso de la calle Xàtiva desde las pasadas Fallas. No fue precisamente en el tercero, un Cuvillo de pelo colorado y salpicado de nombre ‘Aguilito’. Muy fino y algo protestado de salida. Sacó nervio el toro y una embestida geniuda y descompuesta. No estaba tocado con la varita del temple y se movió exigente. En banderillas protestó más de la cuenta y echó la cara arriba. Fue una prueba para Roca Rey, y Roca Rey se vio un tanto a la deriva. El inicio requería doblarse sí o sí y a la primera pasada por el derecho el toro soltó un trallazo con el que arrancó la muleta y de poco el brazo. Con el toro sin someter, el peruano lo apostó todo a la izquierda y se le vio sin recursos lidiadores, a la deriva. Un dato curioso para quien entienda: este toro había sido uno de los ‘liberados’ recientemente.

La explosión llegó en el sexto. Un jabonero de nombre ‘Rescoldito’ que se picó como en el teatro: casi en un simulacro. La fijeza, el temple y la movilidad como principales virtudes, y muy buen fondo al final. Así llegó el último tercio y Roca Rey se dio un auténtico baño. De los estatuarios de inicio al tirón para ganar los medios y todo seguido tres tandas en redondo de ligazón perfecta. La mano profunda. El toreo en la palma. Amo y señor. A cámara lenta lo hacía el bicho del Perú. Ni un paso en falso. Un cambio que acaba en natural, a ralentí. Y por esa mano, la izquierda, también hay oro.  Todo ajustado en los medios, muy por abajo y, claro, con los efectos sorpresa pertinentes: cambiados, circulares convertidos en naturales o de pecho y un sinfín de remates. Pero lo que predominó fue la reunión, ligada y sujetada con tremenda precisión en la misma muñeca y las yemas de los dedos, sin ningún tirón. El espadazo de la casa y dos orejas incontestables. La vuelta al ruedo a ‘Rescoldito’ fue una exageración.

De la importante colección de faenas de Roca Rey en València esta ha sido la más pura y académica, la más redonda también. La más mecida y templada. La más y mejor acompañada, siempre a más, por un público que hasta por tres veces en la faena se puso literalmente en pie. Infalible.

El lote de Sebastián Castella repitió nombre: por ‘Jergoso’ atendían los dos. El primero, un colorado, se rajó rápido. Tal vez por una vara que provocó excesiva hemorragia. El caso es cuando el francés parecía prometer faena con opciones tras brindar al público y arrancar con tradicional cambiado, el toro echó el freno y se fue rajando y rajando desde el tercer muletazo hasta encontrar las tablas. El cuarto aperentó ser más toro que el resto. Algo más cornalón y toro apretado. Sacó el temple de serie y de salida se pudo paladear. En esa línea surgieron alguno muletazos interesante y uno a izquierdas que fue una delicia. Pero la sosería de animal condenó toda opción de agradar o medio engañar a los sentidos. Así, la tarde de Castella se fue al traste.

A José María Manzanares las faenas se le desparramaron casi casi de forma idéntica pese a contar con un lote de posibilidades. Su primero se llamó ‘Juguetón’. El genio de salida se lo aplacó un puyazo bien agarrado y quedó con temple y ritmo. En redondo se sucedieron con corrección las series breves en redondo. Pero al intentarlo al natural, fue un desarme y todo se fue al traste. Manzanares ya no dio pie con bola ni con la espada.

Así, otro desarme partió en dos una faena que también llevaba buen vuelo. Ese toro se lo brindó a Luís Blazquez, peon de confiaza del alicantino y torero de plata desde hace 25 años. Se entiende que el brindis era para celebrar la efeméride. ‘Violeto’ estaba bien hecho, con su cuajo y remate, agradable de cabeza. Sorprendió al piquero nada más salir a la plaza. Tenía movilidad y cierto celo. Bello resulta el quite por chicuelinas barrocas. Con la muleta surge el temple ante una embestida que se rebrinca al final. Cuando le cuaja una serie rematando los muletazos donde acaba la cadera lo intenta a izquierdas con otro inoportuno desarme. Al final sí hubo acuerdo al natural, pero la faena no retomó el rumbo y la buena estocada fue al segundo intento.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 29 de julio de 2018. Cuarta de la Feria de Julio. Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales y de muy justa presencia, nobles y desrazados. El sexto premiado con la vuelta al ruedo. Sebastián Castella (silencio en ambos), José María Manzanares (silencio tras aviso y ovación tras aviso) y Roca Rey (silencio y dos orejas). Tres cuartos de entrada (algo más de 8000 personas). 

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