Fotos: Carlos Gómez-Litugo

El resultado final dio toda la razón a quien pensó el mano a mano en el meollo de la Feria de Julio. Una gran corrida de Algarra ha servido para disfrutar de un antológico toreo al natural de Paco Ureña y de un aguerrido Román. Los ídolos de la afición valenciana se fueron por la puerta grande. Embistieron cinco de seis en una interesante paleta de casta y raza. Algarra repetía triunfo tras su éxito de hace un año. Lo mismo que Ureña, que ha vuelto a bordar el toreo, y un Román que se resarcía con el cuchillo entre los dientes tras ver como la cogida de la pasadas Fallas le ponía cuesta arriba la temporada. Una gran tarde de toros y toreros en el resultado final. Sólo faltó un pelín más de gente y no sólo menos de media plaza.

‘Mariposa’ se llamaba el primero y al delantal Paco Ureña lo acarició hasta los mismos medios. Empezaba el murciano como muy metido en la tarde. El toro es serio, hondo, rematado y estrecho de sienes. Las puntas miran arriba. Se viene y se va en el tercio de varas, muy en la línea de la casa. Le falta codicia auténtica, pero se deja en la muleta de Paco Ureña. El inicio por ayudados se entiende cuando cruje por abajo. Dos trincherillas y uno del desdén serán lo mejor. Al natural como primera opción, una serie responde y se encaja con ajuste. Pide más sitio el toro en la segunda y en redondo sobre la diestra mejora el viaje de la embestida y también el trazo. Al final le falta fuelle e imaginación. La estocada de un puñetazo pone la rúbrica un pelo trasera. Cae una oreja.

Al burraco ‘Paladín’ Román le da la bienvenida con una larga cambiada. No le sobran las fuerzas, pero tiene buen son, alegría y hechuras para embestir. El secreto consiste en enterderse con el temple, alturas y distancias. Ureña deja un buen quite por gaoneras sin enmendarse en el sitio de una baldosa. Román inicia por abajo. Un cambio de mano por la izquierda quiere ligarlo al estilo talavantista con otro natural de pierna flexionada. El Algarra se para, se lo piensa, canta el justo fondo y se lo traga. Buena serie, medida y ligada es la primera sobre la diestra. Román tiene intención de no rectificar. La segunda surge más tropezada. Hay que empujarlo con mucho tacto. Al natural lo mismo, y además parece no venir metido en la muleta . En una de esas se queda en mitad de la suerte y Román es volteado sin consecuencias. Tras el fragor y el desconcierto, una serie se remata con un cambio de mano de gran conexión. La faena está hecha. El espadazo haciéndolo todo el de Benimaclet resulta letal y cae otro trofeo.

El negrito ‘Rentista’ sube el listón de la corrida en virtudes, aunque de presentación baja un poco. Es una pintura. Acampachado, bajo y una clase excelsa. Pronto como pocos. Allá donde le llaman, se arranca. Ureña con dos banderazos lo tira en el inicio y pese a todo sigue embistiendo. No hay acople mientras se suceden las embestidas de cara colocada y hocico por tierra. Al epílogo, cuando la embestida ya luce más aburrida, Ureña recupera terreno sobre todo con una serie de naturales a pies juntos. La estocada llega al primer intento, pero la muerte se demora. La petición no estalla, la mayoría es dudosa y el presidente dice que no hay oreja. Seguramente acierta pese al cabreo del torero.

‘Inolesito’ es basto. Mucha carne y algo montado. Paco Ureña le sopla dos verónicas de pata adelante francamente buenas en su turno de quites. Muy despacio y muy bien toreadas. Al final serán las mejores embestidas que tendrá. Raúl Martí junto a El Sirio cuajan un gran tercio de banderillas. Enorme par el tercero de Martí, con la cara del animal llegando a los machos de la montera. Luego así embistió, con la cara alta y sin acabar romper. Como venía de hechuras. Román lo intenta por hache y por be sabiendo que el resultado era igual a cero.

‘Malospelos’ es el castaño que hace quinto y trae pinta de bruto. Mucho cuello, muy frentudo y vareado de atrás. Embiste como es. A arreones, bruto, con genio. Se arranca como una flecha al peto. Víctor Manuel Blázquez solventa por navarras la papeleta que le ceden al quite. La moneda al aire Paco Ureña la recoge al natural y lo borda. Auténtico, de verdad. Antológico al natural. Embraguetado con el toro en el tercio. Los vuelos enganchando y templando el genio del Algarra. Ahora sí: el toreo en su máxima expresión, al natural, en una obra para enmarcar. El idilio de Ureña con València sigue. Eso merece la pena vivirlo y disfrutarlo. Con la vuelta al ruedo al toro el palco mete la pata.

Román se fue a porta gayola para librar el último cartucho y le tocó buscar la trinchera mientras le pasaba por encima el tren: Un Algarra guapo, bien puesto arriba, dos pitones negros y de un blanco casi nuclear la mazorca, al que luego le sopló un farol de rodillas. La faena fue de toma y daca. De emoción y bragueta. Contra el viento y la casta agreste de ‘Portero’. Toro con inercia y una embestida muy a su aire a la que había que tragar e imponerse sin amontonamientos. No faltó la emoción. Sí el mando. Nunca la firmeza. Lo que no surgía por la limpieza estallaba a base de redaños. Al natural se peleó de aquella manera. Un traspiés por las apreturas, un susto; luego el arrimón, un cambiado por la espalda, un pinchazo saliendo tropezado y una estocada. Papeleta para el palco por comparación con el tercer turno. La oreja caía sobre la bocina y porque el público valenciano también quiere a su Román un huevo.

Paco Ureña y Román se iban por la puerta grande tras lidiar una gran corrida de Luis Algarra.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 28 de julio de 2018. Tercera de la Feria de Julio. Seis toro de Luis Algarra de correcta presentación, aunque un tanto desigual pero sobre todo de buen fondo y encastado. Destacan tercero, quinto, premiado con la vuelta al ruedo, y sexto. Paco Ureña (oreja, vuelta al ruedo tras petición y dos orejas) y Román (oreja, silencio y oreja). Menos de media plaza (unas 4.500 personas).