UNA OREJA PARA JESÚS CHOVER Y CINCO SILENCIOS

Por Javier Arán. Fotos: Carlos Gómez Litugo

Para octubre València ponia el examen final de tres novilleros ‘veteranos que sumaban con picadores 18 años. Por delante una novillada de Los Maños y su siempre interesante procedencia santacolomeña. Desigual la presentación y variado el juego. Al final sólo destacó Jesús Chover, quien cortó una oreja del bien cuarto mientras el resto de la novillada se valoró con cinco sepulcrales silencios, cinco.

Jesús Chover se fue a porta gayola para recibir al primero de la tarde, «Aviador»-45 con hierro de Los Maños. Bajo de presencia, negro salpicado de capa y mal picado. Los primeros aplausos aparecieron con las banderillas de Chover. En el último tercio el utrero humilló mucho, con ritmo y buena condición pese que a fue tardo y le costó desplazarse. Hubo disposición por parte de Chover en una labor templada que no llegó a tomar vuelo. Silencio.

Despertó a los tendidos Jesús Chover con las banderillas en el segundo de su lote, cuajando un buen tercio, de mucha exposición. Brindó la faena a El Soro, en silla de ruedas en la meseta de toriles. El de Benimàmet cuajó una buena faena ante un utrero de nota, ‘Cupletero’ 55, que embistió con humillación, entrega y transmisión. Estocada tras pinchazo y una merecida oreja para Jesús Chover que allá por Fallas abrió la puerta grande de València.

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El primero del lote de Borja Álvarez fue ‘Tostadino’ 51. Novillo entrepelado y bragado. Se arrancó de lejos y apretó de bravo en un lucido tercio de varas. En quites las buenas verónicas de Climent fueron contestadas por Álvarez. Y tras una buena brega y un buen tercio de banderillas, llegó a la muleta noblón, embistiendo al ralentí, aunque venido a menos. Borja Alvarez, que arrancó de rodillas en los mismos medios, anduvo muy templado pero sin conectar. Silencio.

El quinto tuvo una salida fuerte, ‘Lorenzo’, rematando en burladeros. Aguantó las miradas del Santa Coloma Borja Alvarez. El animal tuvo opciones pero no se acabó de entregar, algo informal, la faena fue larga y a menos. Silencio.

El tercero de la tarde se llamó ‘Quejoso’. Un utrero que resultó complicado y geniudo Entregado anduvo Cristián Climent y consiguió sacarle tandas meritorias, pero lo emborronó con la espada que se fue muy baja. Silencio.

‘Bonito’ se llamaba el cierraplaza. Muy en la línea de Pablo Mayoral. Precioso era su pelo cárdeno claro y hacía honor a su nombre. De inicio, con el capote, el novillo apuntó sus complicaciones. Apretó en el peto y Raúl Martí destacó con los palos. En la muleta tuvo vivacidad, peligro y poca entrega. Poco confiado anduvo Climent, que decidió abreviar. Silencio, otro más.

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