GRANDEZA Y TORERÍA DE OCTAVIO CHACÓN EN SU PRESENTACIÓN EN VALÈNCIA

La libertad y la vida de un hombre al servicio de la animalidad del toro se reivindicaron. Grandeza y torería de Octavio Chacón en su presentación en València con una corrida cinqueña de Victorino Martín. Porque su travesía por el túnel se alargó demasiado hasta llegar a vislumbrar una temporada como ésta, cuajada de contratos, aunque sean en el mismo infierno y al filo de todas las navajas. 15 años de alternativa han tenido que pasar para que Octavio Chacón tenga la oportunidad ahora, por fin, de vivir la torería. Eso quiere y lo ha demostrado estas Fallas.

Ya había trazado dos y media ante el buen primero, pero Chacón lo hizo todo a partir del segundo de la tarde. ‘Bordón’, un Victorino de 498 kilos al que la cátedra especializada en endocrinología bovina protestó porque la tablilla no empezaba por cinco. Sí, era un más vareado y fino. Pero su entidad fue la de su embestida. Temple y seriedad que se mecieron en el capote de Varea y el propio Chacón.

Que se trataba de un toro fue palmario cuando Octavio Chacón lo metió en la muleta de su mano diestra y rompió la embestida más allá de la cadera. Despacio, profundo, y largo, un prodigio de temple el toreo. Al siguiente intento el toro se defendió, recortó, cosas del sentido, y cazó a Chacón cuando lo tuvo por delante. Prendido de forma dramática sobre el pitón que se perdió durante segundos por la entrepierna.

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Herido el torero, libre y cabal, heroico, volvió a la cara del animal dispuesto al combate. La embestida breve y lista que se había sentido podida. La muleta presta a ganar toda acción. La emoción recorrió los tendidos en una lidia sincera. El espadazo auténtico y hasta la bola esculpió en la memoria ese instante heroico con la bravura a sus pies.

Recogió la oreja y se la llevó a la enfermería. La cornada quedó en bastante menos de lo que se temió y Octavio Chacón salió en sexto lugar, tras correr tuno, para dar rienda suelta a una lección de suavidad y pulso ante el toro ‘Murmullo’ al que exprimió y tapó en los mismos medios en una faena de toques imperceptibles, muletazos gustosos y el látigo escondido por si a la embestida le daba por sacar la guasa que se guardaba y que el gaditano silenció con un temple exquisito. Ni una violencia. Y todo con la emotividad que da cuajar un toro en los medios. Un Pinchazo y otro hondo que bastó sellaron la tarde de Chacón con una gran ovación y al final se fue justo por delante de la puerta grande, por la enfermería a la que volvió a curar mejor la herida que se llevó del ritual taurino de este domingo prefallero.

Por cierto, en pleno comienzo del rito se interpuso la foto, la precampaña electoral y el postureo en el circo taurino. Las cuadrillas de los hombres que iban a enfrentarse al toro, a una corrida de Victorino ni más ni menos, tuvieron que esperar a que los políticos le hiciesen entrega de una placa al doctor Cristobal Zaragoza. Mis respetos. Pero inoportuno mal gusto, la verdad, aunque la foto quedase más guapa con los toreros de fondo. El paseíllo solo se espera si hay que rendir memoria a quien no está. Y un torero de plata dijo «pa’lante», se deslió y puso en evidencia el feo.

Hay que tener delicadeza tanto para torear al toro como al votante. La de Victorino, por cierto, fue mejor cuando temple, pulso y suavidad primaron. Dos tercios de aforo en los tendidos de la plaza de toros de València. Decían que era el día del bou y las primeras emociones falleras se desataron de forma comedida.

La corrida de Victorino Martín en su regreso a la Feria de Fallas 13 años después matuvo la exigencia y siempre presentó dificultades entreliadas con las virtudes. La complejidad del toro bravo y encastado, simpre matizable en capotes y muletas.

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‘Portentoso’ abrió plaza con ovación. Bizco, pero bien armado. Cuajado, como ya avisó el ganadero que venía la corrida. Dio síntoma de flojera y se arrancó en un segundo puyazo de bandera. Las dos y media con mesura, la tarjeta de visita de Octavio Chacón, marcaron la línea a seguir.

El trato y la suavidad en el incio de Rafaelillo valió. El buen pitón izquierdo tuvo recorrido. Pero la faena se desbarató sobre la diestra. Los terrenos y distancias más la obligación de colocarse a cada cite no permitieron una faena fluida, y se vino a menos. Sonó un aviso tras una estocada corta y dos descabellos.

Con el tal ‘Paquito’ Rafaelillo mostró una versión más aguerrida. Toro de menos entrega y más regate con el que salió el Rafaelillo batallador.

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Varea quedó a medias con un lote manejable. ‘Cuco’ no tuvo maldad ni tampoco estuvo sobrado de celo. Dejó estar y Varea por momentos hiló argumentos y expresó su particular concepto. Su toreo llegó al tendido pese a que el Victorino no transmitía del todo. Pero faltó la mesura, irse a por la espada cuando la faena estaba hecha. Le sobraron dos tandas, un aviso y dos desarmes, uno al principio y otro al final. Que la espada cayese baja tampoco ayudó.

Varea adelantó su turno y lidió como quinto al tal ‘Placentino’, reseñado como sexto. Otro Victorino hondo y cuajado. Sacó buen buen aire en los primeros tercios, se dejó en el peto y salió suelto de los capotes tras sentir la vara. En cambio en banderillas le sobraron puntos de atención, pero volvió a centrarse en el último tercio para resultar exigente. Como toda la corrida. Toro para tener activados los cinco sentidos. Pasaba por la barriga a cámara lenta y obligaba a una perfecta colocación en los cites hasta que el sentido le dijo que abreviase el viaje. Varea tuvo que tragar lo suyo. Y la espada, tres pinchazos y estocada caída tras aviso, volvió a no rematar a tiempo.

Ovación a la terna en la despedida, especialmente a un Octavio Chacón que recogió un puñado de arena valencina y volvió a la enfermería que comanda el doctor Zaragoza. En el metro, donde se remataba esta crónica, se hablaba de toros, había incluso quien recordaba aquella tarde de julio del año 2000 con toros de Victorino y Zotoluco, Higares y Moreno en el cartel. Como para olvidarla.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 10 de marzo de 2019. Segunda de la Feria de Fallas. Toros de Victorino Martín bien presentados, encastados, nobles y con sentido para Rafaelillo (ovación tras aviso y ovación), Octavio Chacón (oreja y pasa a la enfermería y en el sexto gran ovación) y Varea (ovación tras aviso en ambos). Dos tercios de entrada (por encima de las 6.000 personas). En pleno paseíllo fue homenajeado el doctor Cristobal Zaragoza, quien además recibió el brindis de Rafaelillo en el primero de la tarde.

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