Las Champions del Real Madrid son como aquel por muy Champions que sean. Sobre todo las últimas. En cambio, en el toreo otros ponen en valor la regularidad. La regularidad que el Real Madrid de Florentino desprecia, por ejemplo. Un par de ligas en 10 años. Es decir, sin catar las puertas grandes de Barcelona, Getafe, Sevilla, Bilbao, Pamplona, València o Amsterdam. Al revés, a López Simón le pasa con sus puertas grandes de Las Ventas lo que no le pasa al Real Madrid con sus Champions: que casi nadie se las pone en valor. Pero ahí están. Cinco en apenas cuatro años. Lo que pasa es que su culpa fue arrastrase por provincias cuando los ánimos no acompañaban. Ni López Simón es el Real Madrid ni la comparación acabará de gustar. Pero así de cruel es la vida. Los dobletes y tripletes algunos ni saben lo que son. Por eso ahí va la tarde de hoy en València y su importancia. La que marca la regularidad, el triunfo en el inicio de la temporada. La puerta grande decidida y sin favores. Así regresa del invierno Alberto López Simón, vestido de un morado nazareno y oro, casi que de madridista y oro; así arranca su particular gran slam. De toreo también se puede opinar, claro. Y de jugar a algo parecido al fútbol, lo mismo. Pero a continuación ya trataremos sólo lo primero. Una cosa está clara: López Simón no es el Real Madrid. Ni falta que hace.

La tarde de Zalduendo estaba en entredicho en todos los mentideros desde que se presentaron los carteles. Ni te digo en Twitter. No es una ganaderia en buen momento, pero en València ‘Conjurado’, ‘Decidor’ y ‘Tolerante’ se empeñaron en llevar la contraria entre un lote generalmente de hechura aleonada, atacado por delante y defendiendo su trapío únicamente por las puntas. Del perfil cuesta arriba se salió el quinto, ‘Decidor’, de viga más recta y de remate más proporcionado. Le correspondió a El Fandi, que le cortó sólo una oreja. El toro hizo méritos para la vuelta al ruedo.

La tarde de López Simón avanzó con claridad y pocos pasos en falso. Solo el paripé de querer voltear la montera que cayó boca arriba y no poder se fue a la papelera de reciclaje. Echamos unas risas con eso, incluso el propio torero. Luego, la seriedad y el dominio escénico, los recursos postmodernos y una afilada espada hicieron el resto para que la puerta grande se abriera de par en par. Puede parecer fácil, pero no.

‘Conjurado’ era un cinqueño escaso de trapío y remate al que presidían dos agujas. López Simón arreó de saludo unas chicuelinas vulgares. Mereció la pena el detalle de un remate a una mano soltando capa que hizo al Zalduendo humillar. López Simón regresaba de los cuarteles de invierno bien fresco y, además, de estreno. El inicio fue por alto a pies juntos y ahí ya clavó un cambiado por la espalda. Su factor sorpresa. Sumó muletazos de todas las marcas: dos cambiados más para salpimentar la faena. Distancia para dar ventajas al toro y emotividad al conjunto. El temple por bandera. El domino de la escena, la facilidad para ligar en el sitio o en la pala del pitón por ambas manos. Al final, un arrimón y un espadazo de libro.

Al sexto no le sobraban las fuerzas, pero López Simón administra y hace el milagro de los panes y los peces con las fuerzas del Zalduendo. El anovillado ‘Tolerante’ dura y dura y dura. El predominio del toreo en redondo tras un intento sin ritmo al natural y la colocación siempre oportuna. Sobró alguna velocidad al muñecazo de los remates. Sin embargo no quedaba rendija alguna por donde se le escapara la faena a un López Simón que cuaja tarde de figura de hoy. Y por si faltaba algo, una serie más pausada al final y muchas apreturas con las bernardinas de cierre en los medios, como toda la faena. Y otra estocada para firmar el título, digo, la puerta grande. Ya si López Simón fuese el Real Madrid sería la leche.

Antonio Ferrera sufrió la zalduendada. De presencia acochinada y sin fuerzas su primero. El extremeño hizo sus cosas en los quites toda la tarde: galleos, delantales, gaonereas. Tuvo opción de torear muy despacio, dando mucho tiempo, a su primero. Muy con los vuelos sumergió un intento de faena sin exageraciones y al cobijo de las tablas. Suave, casi que susurrando. Buena estocada. Con el zambombo de triste movimiento que hizo cuarto Ferrera alargó la actuación hasta sobrepasar la paciencia del personal y escuchar un aviso tras estocada pescuecera y tres pinchazos.

Que El Fandi, 20 años después, siga poniendo al personal como una moto en banderillas tiene su mérito. Siete pares cayeron hoy. Los de la moviola estupendos. Aparentaba trapío el primero de su lote, muy estrecho de sienes y aleonado. Pero igual podía tener trapío adecuado para las calles. Las casta bajó pronto y la faena de muleta de Fandila, más. Ni los efectismos al sol se tuvieron en cuenta.

Otra hechura fue la de ‘Decidor’, quinto de la tarde. La cornamenta acucharada, como acapachado. Astifino. Mejor remate que cualquiera, y sin estar hecho cuesta arriba.  Rectitud en el lomo. Cuello, morrillo, fino de cabos y corto de manos. En banderillas otra vez un escándalo. ‘Decidor’ apuntó de salida brío y codicia. El inicio de rodillas en los medios. El toro embistió con el hocico por delante, queriendo coger la muleta. El Fandi no siente ninguno y destempla casi todos. El toro, mientras, es la alegría, la prontitud, la forma de seguir las telas y aguantar con la boca cerrada hasta bien entrada la faena. Mucho que torear, y bien, tuvo ‘Decidor’. El Fandi le cortó una oreja. El toro de Zalduendo fue arrastrado con una gran ovación que tumbó los prejuicios apriorísticos.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 14 de marzo de 2019. Sexta de la Feria de Fallas. Toros de Zalduendo –desigual de presentación, algunos anovillados; destaca el lote de López Simón y el quinto, ‘Decididor’, ovacionado en el arrastre– para Antonio Ferrera (ovación y palmas y algunos pitos tras aviso), El Fandi (ovación y oreja tras aviso) y López Simón (oreja y oreja tras dos avisos). López Simón salió por la puerta grande de València al finalizar el festejo. Algo más de media plaza (6.000 personas).