A la memoria de Miguel Lázaro.
Era un día de esos en los que no te encuentras en ninguna parte. Cuando rompía el paseíllo en Castellón, el pueblo de Foios despedía a Miguel. Fuimos a buscar esa luz partiendo el ruedo mágico. Los rayos del sol se agradecían al inicio de una tarde en la que el viento se fue helando conforme las ilusiones se iban deshojando en la primera sin picadores de la Magdalena. Seis chavales trazando el paseíllo.
Ya ves cómo cambia todo. Hace una semana compartíamos viaje en metro a València por Fallas. La ilusión por ‘Horroroso’ y la bravura en la conversación. «Demà més», nos despedimos al día siguiente tras otra tarde toros. El domingo tenía la intención de venir a Castellón a ver la de Adolfo. Pero para entonces su cuerpo sin vida ya había sido encontrado acequia abajo tras dos días de angustiosa búsqueda. Su repentino adiós nos ha dejado a todos descolocados.
Miguel, a sus 81 años, era ilusión y calma. Uno de los primeros fieles del sorismo y un padre para el propio Vicente Ruiz ‘El Soro’ durante más de media vida, y muchas veces su propia conciencia. Un hombre de corazón grande, tan de Foios y la huerta como de la Alemania en la que se curtió. Porque la suya sí que fue de esas generaciones que tuvieron que empezar de cero. Una Alemania a la que aún volvía en verano junto a Filo, su mujer, justo antes de la Semana Grande de Bilbao, otra ciudad que también les encantaba.
Pura sencillez y humildad en esta feria de vanidades. Su esfuerzo, constancia y responsabilidad, la ilusión y bonhomía que le caracterizaban y su manera de hacer por los suyos, por su pueblo, por su afición y su cultura son verdadero ejemplo. Ahí queda el Club Taurino de Foios y su Semana Cultural que a partir de ya tendrá que llevar su nombre. Aquí nos deja a muchos huérfanos de su amistad.
Hoy, a la primera sin caballos de la Magdalena, Miguel también se habría venido. Alguna vez me preguntó por Polope. Como buen aficionado, le cabían muchos conceptos de toreo en la cabeza. Pero siempre empezando y acabando por El Soro. Recuerdo un día en su casa viendo cintas en súper 8.
¿Y Polope? Preguntaba para justificar su afirmación: «Polope mooolt bé». Pues sí, Miguel. Miguel Polope ha vuelto a mostrar dimensión de torero importante, más y mejor de lo que vimos en Fallas. Se ha llevado un trompada buena al parar de capa a su novillo de Jovani, pero más bien por no quitarse cuando el animal se le vino muy cruzado y lo arrolló. La faena ha tenido poso, torería. Aires verticales, pero lo mejor es cómo le ha volado la muleta al natural. Un cambio de mano fue de aquella manera. Y a las formas hay que apuntarle la hondura y la forma de estructurar la faena. Hasta las manoletinas han tenido su aquel. Y no te digo el quite por tafalleras al último. Lo dijimos en Fallas y lo repetimos en Magdalena: Miguel Polope pide a gritos el salto al novillo picado. Tenies raó Miguel, Polope molt bé.
Luego la novillada de Aida Jovani ha echado el único borrón en el segundo, un burraco mansurrón al que el alicantino Kevin Alcolado ha perseguido eternamente. A partir de ahí, salió una novillada para gozar el toreo.
El castellonense Marcos Andreu trabó una faena a más. Mejor cuando acertó a quedarse colocado y dejar la muleta adelante. Fue entonces cuando ligó de verdad y en los mismos medios. Resolvió con un desplante ochentero, las rodillas al suelo, darle la espalda al novillo, el de pecho así y luego hasta el teléfono. Incluso unas manoletinas de rodillas. De todo y dos orejas.
El albaceteño Alejandro Peñaranda tuvo un buen pitón derecho en el castaño ajandillado que le correspondió. La faena se hizo con altibajos y cortó una oreja. A Julio Alguiar, que representaba a la Escuela de Málaga, se le notaba que llegaba de más allá del Atlántico. En concreto de Pucquio, Perú. Mostró varias cosas interesantes: temple, dominio escénico, expresión y cabeza despejada. Todas son buenas. Solo le faltó un novillo con poder y al que no hiciera falta cuidarlo tanto. Con la espada está verde.
Cerró la tarde un tal Antoni Villalta con altura de pívot de baloncesto y como Andreu, también de la escuela de Castellón, pero catalán natural de Mas de Barberans, Tarragona. Lo mejor fueron las intenciones y su gusto por la clásico. Muy despacio trató de hacerlo todo, ofreciendo distancia y bajando la mano. Enclasado fue el novillo, de lo mejorcito del buen lote de Aida Jovani.
Al final triunfaron los de la tierra, la mejor impresión la dejó Polope y la novillada de Jovani fue un lujo. El homenaje a Miguel Lázaro era ir en búsqueda de su ilusión tras una nueva tarde de toros y contársela.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Castellón, 26 de marzo de 2019. Tercera de la Feria de la Magdalena. Clase Práctica. Erales de Aída Jovani nobles y buenos para Miguel Polope (oreja), Kevin Alcolado (silencio), Marcos Andreu (dos orejas), Alejandro Peñaranda (oreja), Julio Alguiar (ovación y vuelta por su cuenta) y Antoni Villalta (dos orejas). Casi media plaza (unas 5.000 personas).