La Magdalena y su feria, en la antesala del gran estallido del fin de semana con las figuras y todo el jolgorio. Era día de víspera, y como tal la corrida, el cartel y su entrada. Ni para ti ni para mí. Tarde compleja, raruna, pero también solo apta para chicos listos. Con opciones, pero sin ellas. De saber andar por allí y no equivocarse.
Se despedía El Cid de Castellón y se presentaba Román como matador. El valenciano le brindó el sexto al de Salteras. No les recuerdo muchas coincidencias en un mismo el cartel. A saber las palabras del brindis: Román se ha sonreído en su parlamento. El Cid escuchando también. Por si no coincidimos más, aprovecho la primera ocasión para darte la enhorabuena por todo lo conseguido, va por tí, Manuel. Algo así le tiene que haber dicho, ¿no?
A El Cid le ha recibido Castellón con una cariñosa ovación tras romper el paseíllo y se ha ido cortando la única oreja de la tarde a una corrida de El Pilar compleja y por momentos difícil de trajinar. De más movimiento que entrega auténtica. De talla grandota, buenos zancos y tablillas elevadas aunque no lo aparentasen. Toros huesudos, altos y finos. Estar delante pesaba lo suyo pero sin acabar de transmitirlo. Y ya ni te digo a la hora de banderillear. Ha habido pares de tremenda exposición, como uno de Vicente Osuna al quinto con el toro echando la gaita bien arriba, o toros cortando el viaje como el segundo que le ha pegado un feísimo volteretón a Jesús Arruga o apretando hacia adentro. Por cierto, bajo una gorra blanca José Tomás ha aguantado en la naya hasta que un enjambre lo ha rodeando para hacerse fotos.
También ha habido toros con ese ritmo tan de El Pilar. Como el primero. El castaño ‘Mirado’ ha lucido aparente clase y ritmo en el profuso saludo de El Cid. Seguramente el toro que más y mejor se ha dejado torear de capa. Pero más que clase era un movimiento desgarbado que El Cid metió pronto en la muleta. Templa y ordena esa movilidad sobre ambas manos. Mejor en redondo, pero sin reducir la velocidad. No paró el animal hasta el último tramo, cuando ya se aplomó. En ese ir y venir una sola vez le enganchó la telas a El Cid. Ahí se vio lo áspero que se habría puesto de cometer el mínimo error. La estocada fue caída.
La oreja El Cid se la cortó al cuarto. Faena de pronto y en la mano. ‘Sonajerillo’ era el de más bajas hechuras, pero de 579 kilazos. Hondo y fuerte cuello. Sin probaturas El Cid le ligó, tras dos pasadas, la primera serie en redondo. Le aprieta por abajo y le obliga en dos series intensas y ligadas sobre la diestra. Se entregó el toro y también El Cid, embraguetado. Serían a la postre las más vibrantes de la tarde. En las siguientes el nivel bajó, como a casi toda la corrida le faltó el fondo para romper en los momentos clave y El Cid se empeñó en alargar los remates de las meritorias series con tres y cuatro remates que sobraban, cortando así las ovaciones del público. Que si un de pecho, un farol, un desdén y otro de pecho. Con uno sobraba. Por el izquierdo la embestida es otra y le traga El Cid con esfuerzo. Efectiva estocada, ligeramente desprendida, aviso y una oreja.
Una prenda fue el primero de López Simón. Manso, huidizo y descastado. No paró en los primeros tercios. La voltereta a Arruga fue tremenda. Pero cuando se quedó solo con el matador y López Simón lo fijó en los medios, ahí se le paró si remisión. Protesta, se para antes y después de cada media arrancada. Tras la mansedumbre estaba la falta de raza con su genio. Una prenda. Estocada algo tendida.
Al quinto López Simón directamente se lo inventó. Fue ‘Alambisco’, un cinqueño recién cumplido con 594 kilos, alto, hondo y fino de atrás, el típico toro al que sólo le encuentran las vueltas los privilegiados. Y éste López Simón, más allá del puritanismo, tiene ciertas capacidades muleteras. El toro en toda su dimensión empuja al peto con la cara alta, como se sale de las suertes, como se defiende en banderillas. Mérito el de Osuna y Arruga que se desmonteran.
López Simón en los mismo medios se apodera del toro. Esos terrenos le pesan al animal en la primera serie y se aploma, pero López Simón consigue avanzar por encima de las circunstancias. Se inventa la faena con gran clarividencia, firmeza e insultante seguridad. Muy en las cercanías, con la muleta consigue tapar todos los defectos y poca gracia de la embestida. Un feo pinchazo tendido antes de una buena estocada deja el premio en simple ovación.
Algo parecido pasa con ‘Bello’, el primero del lote de Román. Colorado y ojo de perdiz sin ninguna gracia. Hecho muy cuesta arriba y levantado de cruz. Escaso celo. Un puyazo de cara alta y a su salida Román le roba un quite por chicuelinas y ya toda la faena, a su altura, dejándole espacios y obligándole lo justo. Hay un pinchazo y estocada. Ovación tras escasa petición.
Al final ‘Liebrote’, también grande aunque no lo aparenta, será el toro de El Pilar con mejor fondo. Alto como el sólo, éste sí apretó desde los riñones y desde abajo en un largo puyazo. Honores para Iván García y El Sirio en banderillas.
Tras un inicio por estatutarios, Román ofrece todas ventajas al animal que saca recorrido y humillación. Transmite. Los tiempos, las distancias y la muleta siempre por abajo son fundamentales. Al natural, paciente, casi de uno en uno, lo consigue desengañar. Para acabar en un arrimón con sus circulares y demás y las manoletinas finales. El pinchazo hondo fue suficiente pero de lento efecto. ‘Liebrote’, como peleó en el caballo, tuvo una muerte de bravo.
El Cid, tras la vuelta al ruedo con el único trofeo de la tarde, tomó un puñado de arena y la besó. Era su despedida de Castellón.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Castellón, 28 de marzo de 2019. Quinta de la Feria de la Magdalena. Toros de El Pilar bien presentados y de juego variado y desigual, algo faltos de fondo. El Cid (silencio y oreja tras aviso), López Simón (silencio y ovación tras aviso) y Román (ovación tras aviso y petición escasa y palmas de despedida). Algo menos de media plaza (unas 5.000 personas).