En una tarde a la contra se cerró la Feria de la Magdalena con un chaparrón de lluvia y de toreo. Hasta el agua sentó bien a los toros de la Casa Matilla en sus tres marcas. La sensatez, no es habitual en el mundo del toro, invitaba al aplazamiento. Otra fecha, ese cartel u otro, porque el original ya se había modificado con Finito tras la baja de Ponce. Pero no. Tras una hora de deliberaciones la corrida echó a andar con su paseíllo. La hora, total, era la misma de cada día si no se hubiesen movido los relojes la noche anterior. Y como el toreo de sensatez como que no, pues arreció también toreo grande, toreo bueno, con el sello de Finito de Córdoba y de Varea de Almassora, que es como si dijéramos el árbol y su fruto, que cuando se riegan, pues ya se sabe.

Finito, Cayetano, Varea, la empresa amparada por la tele pese a tener algo más de un tercio cubierto, y la autoridad echaron adelante el festejo. El ruedo estaba reparado con sacos de serrín, que sirvieron. Buena faena también la de los operarios.

El que más ganas tenía de torear, sin duda, era el local Varea. El que más lo necesitaba y también al que le racanearon el premio grande en el tercero.

‘Esaborío’, un gran toro al que se le cuajó una lidia completa y a más en el último tercio. Varea sumó el toreo a la verónica, más un quite por el mismo palo clásico. Con gusto, y la media barroca. La cuadrilla top cuajó un gran  tercio de banderillas con Raúl Martí a la brega y Ángel Otero y Diego Valladar con los palos. La faena tuvo una parte de toma de contacto y aprender las distancias y otra de más intensidad y toreo con sello propio. Más apretado y ligado en redondo, más sentido y despacio al natural. La firma del toreo por abajo y al final un espadazo arriba de efecto fulminante. Se han dado orejas a cuarto y mitad de lo hecho por el torero de Almassora en esta feria. Lo de Varea valía el doble trofeo sí o sí. Y no es paisanaje.

Y además el esfuerzo de tirar adelante con la tarde. Qué chasco. Con el sexto la espada y la brusquedad y falta de entrega del toro no permitieron que se hiciera la voluntad y la necesidad de Varea, que no era otra que abir la puerta grande de Castellón. A la otra.

Finito de Córdoba anduvo precavido con un primer ejemplar mirón y con la incertidumbre de la falta de raza. Pasaba pero como si no fuese con él. Profesionalidad de Juan Serrano. Y en la memoria la cornada y lesión de Enrique Ponce provocada por uno de la misma procedencia.

Pero con el mansete ‘Catavino’ se aferró el Fino y se dejó de llevar. Quería irse el toro. Pero cuando pasaba, Finito se entregaba y el toreo se sentía. Los vuelos fluían, la cintura era de mármol y luego se rompía, los brazos flotaban  El infinito se veía en el final de cada muletazo. Más las inercias aprovechadas, el toreo en todo momento, brújula de la mansedumbre, para ir y para volver, perlas sueltas que rebotanan de aquí para allá. Pura lluvia regeneradora. Ay si no llega a asomar el estoque. Ovación de lujo a Finito de Córdoba, que ya lleva dos obras para coleccionistas esculpidas a la brisa del Mediterráneo en primavera: primero Fallas y ahora la Magdalena.

El segundo de la tarde dejó estar a Cayetano. Faena aseada que cayó bien entre el público. Noble hasta decir basta el ejemplar de Peña de Francia, cómodo Rivera, que mostró mucho ánimo desde el inicio con una larga cambiada. Logró estimables naturales, ofreció al público sus circulares y amarró el trofeo con una buena estocada. El manso y huidizo quinto no se dejó sujetar por Cayetano.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Castellón, 31 de marzo de 2019. Octava de la Feria de la Magdalena. Toros de García Jiménez (3,4 y 6), Olga Jiménez (1 y 5) y Peña de Francia (2), de correcta presentación y dos buenos (2 y 3) y uno manso pero enclasado (4), para Finito de Córdoba (silencio tras aviso y ovación tras aviso), Cayetano (oreja y palmas) y Varea (oreja con petición de la segunda y ovación). Casi media plaza (unas 5.000 personas).