DOMINGO (DE TOROS) AL SOL: UNA MORUCHADA DE VICTORINO PARA EL PUEBLO

Domingo (de toros) al sol: Una moruchada de Victorino para el pueblo, que ya es decir. No se ve eso todos los días. Dos tercios, que se acercaron a los tres cuartos que pronosticamos, lo contemplaron en el día de ramos. 15.000 y pico personas procesionaron para un cartelazo que se despeñó en una primera mitad morucha y otra sin raza con los toros de la A coronada, que por tercera temporada consecutiva descorchaban en Madrid lo que a corridas de toros se refiere. Dos horas y nueve minutos duró la función. Eso fue lo mejor, la brevedad. Solo dos avisos se le cayeron a la tarde y escasas emociones. Un primer tercio de banderillas donde se desmonteró Jesús Romero, el temple de Pepe Moral para firmar los mejores muletazos de la tarde, alguna pincelada de Robleño, los lances andando hacia atrás de Chacón al parar a su primero o la escenificación en varas con el sexto. Toro con sentido fue el primero. De los que recorta, hace hilo y no deja ni apenas colocarse. La estocada (ligeramente desprendida) de Robleño fue la de la tarde.

El 7, de luto, vivió y recibió los tres primeros brindis de la tarde. Luego patinó, como siempre, a ratos. Y se pasaron con alguna ovación a alguno de los toros de la desigual corrida. Por cierto, si el toro es un toro de verdad, que lo aplaudan cuando sale o va por el tendido dos, no solo cuando lo tienen frente a sus narices. A lo mejor es que les gusta demasiado el protagonismo o a lo peor, que están reparados de la vista y de lejos no se ajunan.

Corearon a Robleño, que siempre juega en casa aquí, con el grandón y sin cara cuarto que también se llevó su ovación (?). Simplón cárdeno que igual podía pasar por cualquier animalucho sin raza ni misterio de una ganadería del monoencaste del montón. Se dejó pegar pases. La torería emergió a destellos. Muy lejos lo de Valdellán. Esta vez la partitura venía sin raza ni melodía.

El primero de Chacón no humilló ni pizca. Hocico de rata. Estampa afilada. Embestida desclasada, rebrincada. Temple para corregir. Nula la entrega, pinchazos y el corte en la mano izquierda que le obliga a pasar por la enfermería. Salió, tras correr turno, en sexto lugar. Mucha puesta en escena en varas. Regular el piquero que besa la lona en el segundo encuentro por rectificar la vara. Tiene pies y cierta transmisión. Octavio Chacón no afina ni se impone en la embestida, que funciona a su aire y se esfuma.

Antes, la cátedra del siete torpedeó las mejores embestidas que pulseó Pepe Moral a cámara lenta. Como si la tarde estuviese para semejante derroche. Tras abreviar con las malas intenciones del tercero, sorprendía Moral con Mosquero 139, que había adelantando su salida al quinto turno. Silleto y unas hechuras que en la marca funcionan. Más despacio imposible sobre la diestra. Uno se preguntaba si es posible (si es fácil, cómodo o natural) torear así de lento, cuando las voces clamaban por no se qué colocación. Moral perdió el argunento y Mosquero fue incapaz de soltar más de 10 embestidas con esa pausa. Ni cinco. Con la espada Moral cabreó más al personal. La tarde estaba imposible y morucha. El sol se agradecía y uno se acordaba de hace un mes en Fallas con Victorino y otra corrida que se hubiese llevado algún que otro voto a la mejor del ciclo de no aparecer la de Fuente Ymbro. Eso lo añado para que nadie se preocupe. Una moruchada a veces sale.

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