JESÚS MORENO ABRE LA PUERTA GRANDE DE VALÈNCIA

FOTO CABECERA: CARLOS GÓMEZ ‘LITUGO’

La cita de la Feria de Julio se alarga con hasta tres fines de semana de toros en València. Así da la sensación de feria recuperada y además se cultiva el futuro. El Certamen de Escuelas Taurinas, que alcanza su tercera edición, es de las mejores aportaciones de los últimos años. El primer cartel anunciaba alumnos de las escuelas taurinas de València, Murcia, Albacete, Guadalajara y Navas del Marqués con una novillada de Las Ramblas de conjunto mal presentado. Casi un tercio de aforo cubierto o lo que vienen siendo algo más de 3.000 personas reunidas en València para ver una tarde de toros en la que abrió la puerta grande Jesús Moreno y también dejaron buen sabor Alejandro Contreras o Lalo de María.

El valenciano de Chiva Alejandro Contreras paseo un trofeo del primero de la tarde. Buen novillo de Las Ramblas, aunque algo rajado y aquerenciado. Contreras, muy decidido en todo momento, trabó una faena a más. Destacó la ligazón y sobre todo el temple con el que manejó las telas. Muy asentado en los terrenos de dentro, la faena tuvo buen argumento sobre ambas manos. Cuando tenía la puerta grande abierta, una estocada contraria no fue suficiente y necesito de varios descabellos. Así, el premio quedó en generosa oreja.

Más reservón y parado quedó el segundo novillo. José María Trigueros, de Murcia, abusó de las cercanías. Ya avanzada la faena perdió pasos y dejó sus mejores muletazos. Sobre todo al natural. Dos pinchazos y descabello. Ovación y vuelta al ruedo.

Impresentable el becerrucho de Las Ramblas tercero. La diferencia se cantó más cuando Jesús Moreno, de Aína (Albacete), mostró un estupendo fondo de torero. La firmeza, la inteligencia al servicio del toreo, la suavidad en los toques, el aguantar por el complicado pitón izquierdo o someter la embestida bruta del pitón derecho, templarla. Dejó la muleta siempre por delante para enganchar, conducir hasta más allá y rematar atrás. No faltaron las manoletinas y el broche de una buena estocada. Dos orejas. Luego Moreno pasó a la enfermería con molestias en la rodilla.

Cristián Expósito de Alicante llevaba en el repertorio el poner banderillas. Lo hizo con más voluntad que brillo. Con la muleta igual, faltó profundidad y concretar una labor larga en exceso ante uno de Las Ramblas que fue un bendito. Lo mejor de la labor de Expósito fue la estocada. Una oreja.

El quinto recuperó la buena presencia, pero traía añadidas complicaciones. Con la cara muy por arriba, la mirada cruzada o la embestida sin fijeza alguna. A arreones siempre. Ruiz de la Hermosa, que venía de Guadalajara, asumió la papeleta y hasta logró encauzar aquello, dejando la muleta adelante y sometiendo por abajo en varias tandas de importancia. Hasta que llegó el momento en el que tuvo al novillo entregado. Entonces lo suyo habría sido ir a por la espada, pero alargó más y más la faena y el de Las Ramblas volvió a sacar su genio y se defendió hasta acabar rajado e imposible. Solo una ovación.

Lalo de María (Sara). El paréntesis es para situarnos. En representación de la escuela de Navas del Marqués. Le correspondió en suerte uno de los novillos de mejor aire. Noble, pero con un puntito de casta. El rubio Lalo de María toreó a la verónica con cadencia y expresión. El buen toreo de capa y a la verónica siempre es de agradecer. Luego con la muleta toreo con expresión acompañanado las embestidas, dejándose caer sobre los riñones. Conjugó la expresión de su toreo con su frágil ternura. A la segunda metió la espada y tuvo que usar el descabello. Ovación y buen sabor.

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