La ilusión es perenne y la suerte viene y va. La vida, vamos. Hace justo 25 años Vicente Barrera tomaba la alternativa porque un año antes había enloquecido a la afición valenciana. Hace 26 años la Feria de Julio anunciaba tres novilladas, que son las corridas de toros que trae ahora. Tantas cosas que nos dejamos por el camino o cayeron víctima de las modas. Pero la ilusión perdura. Las ilusiones se llaman ahora Borja Collado o Miguel Polope, que debutaba con picadores este 25 de julio de 2019, día de Sant Jaume. Ilusionan. Pero la suerte viene y va, y hoy a los dos les pasó por el lado y se fue con el invitado, con el que abría cartel y con el que al final abrió la puerta grande, El Rafi, natural de Nimes, Francia.
Los de Torrent, tanto Collado como Polope, tenían la tarde entre ceja y ceja. Por lo que suponía, por lo que ilusionaba. Tan distintos y tan iguales. Hasta coincidieron en el rosa palo y oro. Más subido, de fucsia, tomó la alternativa Barrera hace cinco lustros. Nunca más volvió a lucir ese color. Por cierto, en Torrent se presentó en público aquel Barrera, nieto del referente de la edad de plata, Vicente Barrera i Cambra.
La suerte no dejó de pegar regates en una tarde en la que la novillada de Zacarías Moreno puso más virtudes que dificultades, mejor fondo que problemas imposibles. El peor parado fue Borja Collado, que se llevó toda una colección de porrazos. Desde el mero pisotón o culatazos varios hasta la tremenda cogida que sufrió en el quinto por un pitón derecho que se venció siempre desde los primeros lances.
Ese quinto era, junto al tercero, el que más bajaba la presentación y el trapío. Se metía por el derecho, sí. Pero también estaba muy justo de poder y fuerzas. Borja Collado estaba templándose con él, ya incluso relajado y toreando lo más reunido posible en redondo precisamente. Y se le venció. Se lo echó a los lomos, y el novillo que parecía que no, sacó toda su saña. Se lo pasó de pitón a pitón, lo lanzó, y lo volvió a buscar y lo lanzó otra vez desde el suelo para al final, exhausto, caerle encima al propio Collado. Palizón. Grogui se llevaron al novillero a la enfermería y pasados unos minutos volvió al ruedo, desmadejado, hecho un cristo, pero dispuesto. Mientras le llegaba a la cara al novillo, fue un capotazo magistral de Raúl Martí por el izquierdo, que se lo señala. Y por ahí entonces a Borja Collado le sonrió la suerte para cuajar un gran serie al natural, en una baldosa, reunida, sentida y muy bien toreada. Fue una de las tres cimas de buen toreo que tuvo la tarde.
Otra cima la alcanzó Miguel Polope con el sexto en una serie sobre la diestra de mágica ligazón y empaque. De esas que hacen rugir al personal de verdad. Donde torea el pecho, la cintura, las muñecas y hasta el alma. Fue en el inicio de la faena al sexto tras firmes estatuarios. Polope se iba lanzando a por el triunfo. La tarde la había dominado a la perfección. Tenía un trofeo de su primero por una faena a cámara lenta.
Más feo imposible ese tercero. Lo miraras por donde lo miraras. Alto, con las puntas por delante, abriendo la cara. Como era, embestía. Por arriba, informal. Pero le dio igual a Polope. Pausa y mando por abajo en el inicio. Una primera serie aguantando los cabezazos y a la segunda el temple ya había causado efecto. La embestida se vaciaba limpia. Seguro y muy torero Polope en su debut. Hasta la estocada la cobró despacio. Justo el premio.
Lo tenía en el sexto. Novillo enclasado, pero a menos. El nivel de aquella primera serie en redondo no volvió. Costó más que repitiera, pero hasta de uno en uno Polope imprimió gusto al toreo. Muy entregado, arrebatado incluso desde su tímida apariencia. Pero en el momento supremo la suerte se fue con un espadazo a los bajos, pero regresó pronto cuando César Fernández cayó entre la cara del novillo y las tablas al intentar sacar aquel navajazo. El caso es que Polope se quedó sin la puerta grande.
Borja Collado estaba por entonces en la enfermería. La paliza del quinto le dejaba un varetazo en el costado y una brecha en la cabeza. Por la vía de la épica le había arrancado una oreja. Tocó ser yunque en una tarde en la que parecía que no, en la que todo se quería pintar bonito. El ajustado quite de frente por detrás al primero fue una estupenda tarjeta de visita. Muy encajado el torero, muy engrasados los brazos y las muñecas.
Pero su primero ya lo midió desde la mismísima porta gayola. A partir de entonces siempre quiso huir. Muy suelto, le hizo la vida imposible a José Arévalo en la lidia. Por eso más meritorio fue aún el templado quite por saltilleras de Polope. Era su otra tarjeta de visita. Nadie quería ser menos.
El toro mansito marcó y se sujetó en los medios tras el inicio de Collado por estatuarios y rematado con un cambio de mano, el de pecho y mucha torería. Fácil Borja Collado, el novillo sin esa chispa necesaria a fin de cuentas. Sobraron las manoletinas, como casi siempre. El toro sin celo, no ayudó en la suerte suprema. Del primer intento salió con la taleguilla partida cuando el toro se le arrancó al paso sin ir metido en la muleta. Y ya la espada puso la suerte de espaldas.
Esa, la suerte, estuvo de cara para El Rafi, porque incluso, cuando parecía que el novillo de Zacarías Moreno más encastado de la tarde lo iba a desbordar, surgió el toreo, y por tanto esa tercera cima de la tarde: sobre la campana, una tanda auténtica y maciza en redondo cuando el toro ya había bajado el ímpetu, pero que tuvo la lectura de lo auténtico y de lo que pone a todos de acuerdo. Sucedió cuando ya lo había cuajado al natural, cuando ya se había visto desbordado por una desbordante embestida al inicio de faena a ese tal ‘Cubanito’, al que también bregó estupendo Jarocho.
Fue eso y las estocadas. Dos estocadas en suerte de recibir o casi al encuentro en la misma yema al primero y al cuarto. Dos estocadas que, mire usted, no dan pie a la discusión. Le sirvieron para agarrar la oreja del encastado ‘Cubanito’ como del noblón y guapo ‘Cantaor’, que abrió la tarde. Todo clase y bondad sin chispa que estrujó el novillero francés El Rafi para al final la suerte suprema. Siempre suprema y necesaria. Como la ilusión perenne, renovada, así pasen 25 años.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de València, 25 de julio de 2019. Primera de la Feria de Julio. Novillos de Zacarías Moreno de correcta presentación, nobles en general, ovacionados en el arrastre primero y cuarto para El Rafi (oreja y oreja), Borja Collado (ovación tras aviso y una oreja tras aviso) y Miguel Polope, que debutaba con picadores (oreja y ovación). Un cuarto de aforo (unas 3.000 personas).