EMILIO DE JUSTO ROZA UN TRIUNFO GRANDE Y ROMÁN, SIN OPCIONES, PRECIPITA SU REGRESO

FOTOS : SCP Y CARLOS GÓMEZ ‘LITUGO’

La Feria de Julio se puso a prueba. Un mano a mano de interés entre la afición enterada: La reaparición de Román, héroe contemporáneo en tiempos de mojigaterías, también de los taurinos, y la presentación –al fin– de Emilio de Justo en València. Media plaza esponjosa que decía aquel.

La maldita e inolvidable cornada de Madrid sigue fresca. El torero necesita su tiempo. En él y en todos. Una mano a mano en tu casa era la guinda para rizar el rizo. Y por si le faltaba alguna responsabilidad a Román Collado, el mismo azul y oro de Madrid. Le brindó el toro de la vuelta a un cualquiera, al ministro socialista en funciones José Luis Ábalos. La relación entre ambos, brindis va y epístola viene, tiene su aquel en tiempos de pusilanimidad y postureo por el qué dirán.

Los de la caspa, ministro Ábalos, son los que pitaron el brindis. Al final cada cual tiene lo que se merece. Aún entrando a la plaza por la cara. Que hoy se regalaron un puñado de entradas para las peñas. Porque la afición es así y hoy hacían toros en un puñado de pueblos, que también son gratis. Al final nos contraprogramamos y la Feria de Julio al río. O lo que sea. Estamos como para protestar un brindis, oiga.

La corrida de Montalvo fue basta, fea y desigual para rematar la jugada que empujó a mala idea un sorteo de lotes descompensado. Lo tuvo a favor Emilio de Justo en la espada o el descabello. El triunfo, digo, en tres cartas con posibilidades y la clase justa. Una solo pudo jugar Román, la de su primer turno.

El público estaba con el de Benimaclet. Había prisas por dedicarle una ovación de bienvenida en su regreso. Fue lo más emotivo de la tarde.

Cuando salió el toro se acabaron los cariños. ‘Presumido’, el primero de Román, era toro de querencias y aire manso. La emoción fue aceptar el reto con firmeza y aguantar para al final encontrarse en los terrenos del toro, en el tercio, cerca de los chiqueros. Ahí se puso muy de verdad Román, con la muleta siempre para torear y ligar y someter aquello con emoción. Ahí es el de siempre.

Luego vino lo de la espada, el flashback de la cornada de Madrid. Todo un mundo. A las heridas hay que dejarlas soltar lastre. ¿Cómo? Quien suscribe es de los que piensa que aquel día Román no se equivocó, que aquel toro quería hacer presa sí o sí y lo cazó en el último instante, cuando ya estaba herido de muerte. No hay error del que lamentarse. Pero hay que limpiar el recuerdo y recobrar la confianza. Por eso como recurso tal vez lo intento en la suerte de recibir, pero falló y a volapié asomaron las dudas tan humanas. Seguramente la reaparición se ha precipitado. Agosto tiene que encontrar tiempo para reflexionar. Es necesario, aunque la temporada venga en plan caníbal.

Emilio de Justo se presentaba en València tras doce años de alternativa. Por fin. El hondo y badanudo ‘Aguadulce’ tuvo clase y se midió en la lidia. Mucho cuello para embestir. De Justo creó un bello quite por ajustadas chicuelinas. Por el derecho había que embarcarlo muy bien, con temple y el toque oportuno. Destacó sobre todo la forma de llenarse de embestida y cargar la suerte. Sutil. Al natural mejor aún toro y torero. Y más aún el epílogo a pies juntos. Así abrocharía un par de faenas esta tarde. Pero en su primer turno la estocada cayó algo contraria y marró con el descabello hasta sonar dos avisos.

El único trofeo de la tarde llegó con ‘Atractivo’, el mejor toro del conjunto. El más intenso. Se aplaudió de salida por trapío aparente y porque abría la cara. Emilio de Justo partió con un inicio talavantiano: piernas flexionadas y en redondo. Embistía con todo el toro por el derecho. El acople bueno llegó al natural. Se afinó la guitarra que dice mi amigo Pepe Rubio. El toro se quedaba muy encima por el derecho. Al natural, en cambio, se rebozaban mejor. Vuelos marcando el camino y el natural embraguetado. Por ahí se repitió el epílogo, de nuevo con la zurda y a pies juntos, de gran belleza. Y el pecho de la casa, altivo, apolíneo. La estocada, inapelable, y orejón.

Cuando salió el quinto la corrida ya marcaba a la baja. ‘Bonachón’ lo hacía todo con la cara alta pero traía inercias. De Justo buscaba la limpieza entre las protestas. Al natural, que parecía el pitón más incierto, se reunió mejor. El triunfo a espadas al final no se amarró.

A Román no le sonrió el sorteo ni el sobrero de 610 kilos, que apretó a la Raúl Martí y le perdonó contra las tablas sin que apareciese ningún capote salvador. Orgullo de torero sacó el de Foios en el tercer par de su tercera tarde de esta Feria de Julio. Plata de ley.

El brindis de Román al público atisbaba cierta confianza en el tranco simplón del gigante. Pero se paró muy pronto. Con la espada lo despenó de estocada fea y atravesada. El sexto embestía estilo tigre por su falta de raza. Cuando le apretó Román se quedó atrancado de pura cobardía. No era el mejor toro para recuperar el sitio con la espada y volvieron a precipitarse las dudas. Toca terapia y asumir que a aquel hijoputa de Ibán le ganó la partida.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Valencia, 27 de julio de 2019. Tercera de la Feria de Julio. Toros de Montalvo, el cuarto como lidiado como sobrero, desigual y de variado comportamiento. Emilio de Justo (ovación y dos avisos, oreja y vuelta al ruedo) y Román (ovación tras aviso, silencio y palmas de despedida). Se guardó un minuto de silencio en memoria de Francisco Gáźquez ‘Curro Valencia’. Media plaza (una 5.000 personas).

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