José Tomás, el auténtico, el verdadero, ha impactado y emocionado en Alicante. De grana y oro. Luego ya de sangre de toro y oro. José Tomás ha desarrollado una tarde a su medida. Con altas dosis de entrega y emoción. Un impacto cuantificable en lo económico, una plaza llena de un público con cientos de kilómetros a sus espaldas; y en lo pasional, del silencio al olé desatado.
Los toreros se diferencian del resto de los mortales porque son capaces de entregarse a la incertidumbre del toro, hacer como que ignoran el dilema que se le plantea a la propia vida ante el riesgo y, de forma en apariencia natural, traspasar las líneas para expresar, dibujar, crear el toreo y someter las embestidas.
En esa diferencia de los toreros del resto de los mortales, ahí emerge José Tomás todavía más distinto, más allá de las fronteras, un compromiso con el toro y el toreo que es pura filosofía, existencialismo auténtico de entre los seres que son capaces de pisar la arena mágica vestidos de torero.
Con 10 minutos de retraso se hizo presente José Tomás. Llenazo en Alicante. Primer impacto. Grana y oro. Lento paseíllo. La ovación, puro rigor. El primero es de Juan Pedro.
José Tomás ya ha traspasado todos los límites humanos sin calentamiento previo. Muy a tope. Muy metido en la tarde. Las verónicas se tornan en chicuelinas en el fragor del recibo. La emoción, el ajuste y la convicción se plasman.
La tarde es extraña. Hace calor. Hay llenazo. Mucha humedad. Hay expectación sin feria. Pura peregrinación. Se crea rápido el silencio de pura atención. La responsabilidad de ser el único centro de atención no le pesa. Ya se ha entregado en el primer lance. El Juan Pedro, sin clase en su embestida. Movilidad informal. Impacta la quietud del torero. Faena en los medios de gran ajuste y temple. Mucho pulso.
Quiere torear sin abrir apenas los chismes para conducir las embestidas. Quiere que pasen lo más cerca posible. Hay emoción, también atragantón, pero cuando brota limpio, brilla un toreo imposible. Se queda en ovación una faena con muy buen trasfondo.
El segundo, de Garcigrande, queda muy breve en trapío. Además se protesta porque flojea de atrás. Da igual. Tiene un pitón derecho fenomenal y otro izquierdo mejor todavía.
Hay un quite por gaoneras marca de la casa y una faena de muleta que será la cumbre de la tarde. Sale el toreo ligado en redondo en dos tandas. La última se abrocha con uno de pecho eterno de 360 grados por el pitón izquierdo que lanza un mensaje: hay que eregir un monumento al toreo al natural.
Y así sucede, José Tomás le cuaja a ‘Azuzado’ de Garcigrande dos series naturales e infinitas. De más de 10 naturales cada una, con la muleta reducida a su mínima expresión: Un látigo o un pañuelo de seda. Vertical y encajado, ahora la cintura más rota, más largo el trazo. Los vuelos y una embestida profunda. Gran emoción del José Tomás verdadero. Con la espada no se le escapa, muy seguro. Dos orejas.
El tercero, de Victoriano del Río sube y equilibra cuajó y trapío. Se queda muy crudo. Tiene muchos pies en banderillas. Toro encastado y exigente.
José Tomás pone la vida en cada muletazo. Encastado y exigente toro de Victoriano del Río. Faltó la entrega auténtica y no le perdonó el hueco (¿o es falta de entrega?) . Voltereta tremenda por al mano derecha. Se lo echa a los lomos sin consecuencias. Vuelve con la izquierda y cierra por manoletinas. Otra estocada. Una oreja a sangre y fuego.
El cuarto y último tiene clase, pero dice menos. O nada. La espada se lía, suena el único aviso de la tarde. El José Tomás auténtico ha impactado en Alicante con momentos de toreo grandioso y un comprimiso y fidelidad que lo distinguen de entre todos.
¿La siguiente cuándo, dónde y cómo?