(FOTO: PLAZADETOROSDELAMAESTRANZA.COM)
El toreo fundamental y con fundamento. Con clarividencia aplastante. Y también frente a la embestida más preclara del domingo de resurrección sevillano, dentro de una corrida de Victoriano del Río desigual en todo. Así se expresó Roca Rey, en profundidad, tras un inicio por estatuarios más cerca de los medios que del tercio. Se dejó llegar al noble castaño de nombre ‘Jara’, y cuando la sorpresa se esperaba en los tendidos, respondió con un natural con la misma palma, y luego otro. Y la banda sevillana rompió a tocar. Faena de encaje y ligazón. De superar los límites y sobrepasar toda capacidad de sorpresa. Roca Rey todavía busca su molde, incluso su público. Su capacidad absoluta a veces insulta por su suficiencia de planta atornillada y figura enfibrada. En cada pálpito se hunde y se agarra más cuando más y más despacio torea. Porque la suavidad es la otra. El otro misterio, todo y tanto, pero así de suave y despacio. Además está la forma de irse tras la espada y encontrarse con el toro en el mismo pecho. Porque le quedó un tanto delantera y la muerte de demoró, pero la faena global era de dos. Con el sexto lo volvió a intentar con absoluto convencimiento el peruano Roca Rey, pero el toro de espíritu manso buscó siempre las tablas, giró contrario en cuanto pudo y desistió la batalla.
Antonio Ferrera vio como el zambombo primero merecía el pañuelo verde y el remiendo resultaba insulso en la muleta. Pero se empeñó el extremeño y construyó ante el cuarto una faena larga que se expresó en su segunda mitad plena de sabor y cadencia. Una serie al natural marcó el clímax, arrancó la música y sumó más golpes barrocos al natural o en redondo. Como en València, pero no tanto, la torería consumada de Ferrera volvió a embelesar. Estocada honda y descabello dejaron el premio en oreja.
El segundo desparramó demasiado. Le faltó mucha fijeza y por el derecho tiraba a dar. Manzanares se percató de ello ya en el mismo saludo capotero. Cuando lo somentían, luego se defendía. Toro más cabrón que difícil y no habitual en lo de Victoriano del Río. En una de esas sorprendió a Manzanares y le pegó una voltereta tremenda. El alicantino no volvió la cara y asumió las complicaciones. Tal vez solo dudó en el primer pinchazo, para después meter la espada de forma hábil. Al quinto Josemari Manzanares le imprimió temple y ajuste, pero se expresaba con vulgaridad y se afligió pronto el Victoriano del Río.
Reblogueó esto en El Heraldo Montañés.
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