(Fotos: Maestranza-Pagés)
La Maestranza es el escenario. El ‘Escenario’ en mayúsculas donde ‘Orgullito’ embistió para la historia durante 15 minutos: los que transcurrieron desde su salida al albero hasta que el pañuelo naranja proclamó el indulto a la vera de una Puerta del Príncipe que se abrió por quinta vez al paso de Julián López ‘El Juli’ ayer en Sevilla con todos los honores.
Lo que pasa es que el toreo, así en general, está como está. Su significado muchas veces es un calcetín vuelto del revés y cualquiera se lo pone. Esos a los que las costuras apenas se le pueden distinguir y al final te da igual ponértelo del derecho que del revés. Total, tanto da. Porque al final, cuando el toro embiste por derecho y es capaz de sublimar la materia prima –la propia embestida que entrega– a partir de la cual construir, trabar y hacer rimar el mensaje, todo cobra sentido y es necesario llevar el calcetín del derecho hasta para ver a través de los sentidos; que la costura no incomode los dedetes ni distraiga la firmeza de la pisada y nada impida la cadenciosa expresión e interpretación del todo: el toreo, a veces ciencia, física y matemática, y otras –las menos– alma.
La embestida de ‘Orgullito’ fue un regalo que miraba al cielo adonde se asomaba su soñador: Domingo Hernández, que en paz descanse. Su hijo Justo lloraba la emoción. Ser ganadero es un privilegio. Un ‘Privilegio’. En mayúsculas. Un privilegio de la inteligencia al servicio de la bravura y la conservación de nuestro más preciado tesoro. Por eso a lo mejor Justo Hernández estudió Ciencias Políticas. Pero el toreo está como está, casi siempre con los calcetines del revés: hasta cuando ‘Orgullito’ miraba al cielo sostenido tras los vuelos, hundida la cabeza, empujando en suave cadencia las telas que manejaba El Juli inspirado por la ciencia y el pulso, buscando su mejor apostura.
Cuando la encontró, ahí fue por donde asomó el alma, en el toreo al natural de Julián López. Natural y relajado. Los vuelos en sintonía. La cabeza acapachada se mecía en el trazo hasta el giro final del remate. Todo a compás, ritmo y cadencia: la bravura ligada, sus costuras bien cosidas y por dentro, del derecho, bien trabada en tierras salmantinas. Pura magia sobre el albero maestrante. La emoción. Casi todos llevaban los calcetines bien puestos hasta para sentir el toreo desde el latir de su materia prima: la embestida de ‘Orgullito’. Además de un privilegio, no es difícil ni nada ser ganadero y criar un ‘Arrojado’, un ‘Cobradiezmos’ o un ‘Orgullito’ por no salirnos del Baratillo ni dejar de mirar hacia Triana.
El Juli tuvo la suerte de encontrarse con el ‘Lote’. Otra vez las mayúsculas son necesarias. Porque si ‘Orgullito’ es de indulto, ‘Gobernador’ fue de vuelta al ruedo. Tras dimes y diretes de despachos en invierno, la justicia basculó de parte del de San Blas en privamera. Iba a decir justicia poética, pero poesía al final hubo la que hubo y no más. Al natural. Sobre la diestra fue ciencia, física y matemática ajustada a la versátil forma de embestir de ‘Orgullito’. Hasta se podía permitir el lujo del llevar los calcetines del revés y enseñar costuras. Con lo que afean e incomodan éstas cuando la materia prima soñaba –soñábamos– con el alma desnuda por muleta. Pero qué más: ¡estaba pasando en La Maestranza!