Foto: Carlos Gómez Litugo
El Certamen de Escuelas Taurinas de la Feria de Julio es un vivero de afición. ¿Cuánta gente habrá visto su primera tarde de toros hoy mismo? ¿Cuánta gente joven? ¿Cuántos del barrio de Campanar, de donde es vecino Miguel Senent ‘Miguelito’? La de inocentes preguntas que se escuchaban en los tendidos ante algo tan trascendental como la lidia y muerte de un animal bravo. La lidia es un gran misterio preñado de detalles y hasta el más obvio despierta la curiosidad. La primera vez debe ser una montaña rusa de porqués. Y si esa primera vez el mensaje se ofrece nítido y además transcurre cargada de emoción, toreo, casta e ilusionantes triunfos, pues mejor que mejor.
Más de 4.000 personas disfrutaron de una seria y variada eralada de Fuente Ymbro que no permitió un momento de aburrimiento. El buen hacer de los chavales hizo el resto. Muy capaces y dando la cara, encontrando soluciones y el ansiado lucimiento. El toreo se expresó reconocible según origen… València, Albacete o Portugal.
Qué manera de arrear la del primer Fuente Ymbro. Era tomar el capote de Miguelito y aumentar la velocidad. Pero eso sólo fue de salida. El eral marcó tendencia a menos, sobre todo en el último tercio. Mansedumbre hudiza, el vicio salirse suelto y buscar las tablas. Miguel Senent ‘Miguelito’ era el representante de la Escuela de València y además abría tarde. De capa dejó un estupendo quite con el capote a la espalda y una larga de rodillas de remate que puso la plaza a hervir. En banderillas cuajó los dos primeros pares con gran exposición. Sabor y dominio tuvo el inicio por abajo, pero ahí fue cuando el Fuente Ymbro cantó su poco fondo. Miguelito se vio obligado a ganar la acción y tras las pruebas por el derecho, fue al natural cuando tomó vuelo la faena. Gran expresión, mucho ajuste y capacidad para sujetar y ligar la embestida para que la faena no perdiese ritmo. El epílogo fue en las cercanías y en terrenos de dentro aprovechando las querencias y la estocada entera aunque algo desprendida. Dos orejas de mérito.
Mucho sitio demostró José Fernando Molina, pupilo de la Escuela de Albacete. En cambio, muchas virtudes que desear en su Fuente Ymbro. Blando y de poca expresión en su embestida, no fue impedimento para demostrar la capacidad del novillero. El temple tan de La Mancha llegó por la zurda. Y en las cercanías se hizo el amo. El péndulo, los cambiados y los circulares sin mover las zapatillas. Lo dicho, este Molina tiene un sitio tremendo. El espadazo fue fulminante y las dos orejas inapelables.
El tercer Fuente Ymbro no paró de embestir y le dieron la vuelta al ruedo póstuma. Le correspondió a un explosivo Joao D’Alva, de la Escuela de Vilafranca de Xira, Portugal. Novillero de largas cambiadas y gran seguridad y espectacularidad con los palos. Con la muleta arreó directamente. De rodillas el inicio y eléctrico el toreo en redondo y al natural, muy por abajo. El novillo fue a todas y por los dos pitones. Unas veces las cuajó mejor y otras no tanto, pero la emoción se palpó siempre. Una buena estocada y otra vez dos orejas.
El cuarto tuvo genio y raza. Dos muletazos por abajo seguidos no le sentaban del todo bien. Peor lo llevaba cuando le levantaban la mano. José María Trigueros, alumno de la escuela murciana, estuvo siempre a todas. Disposición y una amplia paleta de recursos en una faena que fue un auténtico toma y daca. El premio al final fue de una oreja porque los aceros se atascaron un pelín e hizo falta el descabello. En la brega Alejandro Contreras perdió pie y fue pisoteado de mala manera en el cuello, pero tan pronto como entró a la enfermería a los pocos minutos ya estaba fuera.
El malagueño Rafael León llamó la atención en un gustoso y expresivo quite por chicuelinas al cuarto. En su turno le salió un Fuente Ymbro con cuajo y expresión de torito pese a ser un eral. Le faltó humillar, entregarse. Embestía con pies, pero salía por arriba. Sin rebozarse, impedía el lucimiento. Rafael León, muy asentado siempre, quiso hacer todo por abajo. Cortó una oreja.
La función le tocó cerrarla a Marcos Andreu, de la escuela de Castellón. Se fue a porta gayola y dio cuatro largas cambiadas de rodillas y una media que volvieron a levantar los ánimos de un público siempre entregado a la gran tarde de toros que se disfrutaba. Fue novillo de mucha clase y escaso fondo este sexto. En las primeras series Marcos Andreu ofreció distancia y ligó la templada embestida que poco a poco se fue apagando. La largura inicial se vio recortada. Reservón se puso y tocó bregar en las cercanías, donde se echó en falta algo más oficio. Buena estocada y una luchada oreja.
Hasta las cuadrillas formadas por los alumnos de la escuela taurina de València estuvieron a la altura. Andrés Alemany, Álvaro Coso, Mario Hueso o Alejandro Contreras. Todos tuvieron su momento en una gran tarde de toros. De futuro y vivero de afición.