ÁNGEL TÉLLEZ QUIERE ESCAPAR DEL OSCURO POZO DONDE HABITAN LOS NOVILLEROS

Primera de las dos novilladas de la Feria de Fallas. Un lujo. Más en una plaza de primera y a principio de temporada con lo imposible que se ha puesto el negocio novilleril. Si te descuidas, hasta septiembre no empiezas la temporada. Así está esto. O peor. Sensación de desazón o futuro desesperante tras quemar esta tarde y apagarla. Poca luz en el oscuro pozo de los novilleros. Del olvido se salvó Ángel Téllez, novillero curtido en tres campañas y que ya mira a la alternativa de lujo que le llega en un mes en Guadalajara. Se nota que quiere escapar del escalafón. Lo demás se perdió entre la frialdad de la tarde, la manejable e insulsa media casta de una ganadería de tercera mano como es Guadajira y las dudas, torpezas y amaneramientos propios de la novillería sin arrebatos.

Dos horas y media pasadas, hasta siete avisos, y para enmarcar de verdad el sitio de Téllez y cuatro pares de banderillas enormes logrados por Raúl Martí y Juan Carlos Rey.

Ángel Téllez quiere escapar del oscuro pozo en que se puede convertir el escalafón novilleril y para eso firmó dos labores tan distintas como maduras. La poca gracia de ‘Loquillo’ que no era precisamente un rocker, no. Más bien un ni-ni, de la generación perdida de procedencia Domecq. Guapo, eso sí. Un castaño de buen perfil. Con cuello y sueltecito de carnes. Apuntadas quedaron las verónicas pausadas de recibo hasta los medios o el ajustado quite por saltilleras.

Téllez imprimió suavidad en los doblones. El cambio de terrenos primero para huir del viento y luego para favorecer al novillo. Todo en bandeja para que embistiera. El ni-ni lo bien que metía la carita y lo mal que remataba. Las ganas de no hacer nada… Bien por Téllez que creó una faena de estructura clásica, de cimientos bien anclados, de zapatillas atornilladas y una cintura engrasada para acompañar todo el trazo. Lo que no puso el novillo en los remates, lo imprimió Téllez bajando la mano y dejando siempre la muleta por delante para ligar y sujetar la escasa voluntad del tal ‘Loquillo’. En un par de baldosas reunió la faena. Para ganar en intensidad debió ir a por la espada un pelín antes. Pero el cambio de mano al natural que remató la rutinaria serie de manoletinas abrió una sonrisa en el público que sonó a olé. Porque fue muy por abajo, yéndose el pecho tras la embestida y la muleta barriendo la arena y recogido el hocico. La espada falló al primer viaje y luego fue un bajonazo que dejó el premio en vuelta al ruedo

En toda la tarde solo una estocada (e imperfecta) al primer intento. Otro sufrimiento. Sucedió en el quinto, el novillo más expresivo en el peto. Al menos reacciono y no se anotó el rutinario «se dejó». De genio bravucón. El temple y la seguridad en redondo de Téllez rebajaron los humos, corrigió las protestas y permitió apoderarse de los terrenos. Muy encima y todo confiado a los vuelos, con sacacorchos logró el natural. Más mecido de nuevo el redondo. Estupendo sitio de Téllez y su prestancia. Una casi entera defectuosa permitió al final la concesión de una oreja.

La novillada de Guadajira fue una corridita de toros bien comida y rematada. Varias pinturas. Unos más apretados y alguno más sueltecito. Pero novillada baja, seria y bien hechurada. Por dentro, media casta. Nobleza, masedumbre y falta de raza tan manejable como insulsa. El tercero fue el más completo y en su arrastre fue premiado con merecidas palmas. Lidian el lote de toros y apaga y vámonos.

Una pintura de novillo fue el primero, ‘Casiempuja’. Negro, bien rematado y buenas las hechuras: bajo y de cuello prominente. De carácter manso cuando salió. Por entonces el viento molestaba y no puso fácil el arranque de la tarde. Juan Cervera, precavido, lo lanceó para fijarlo, y el novillo a la que pudo trató de brincar al callejón. Téllez fue el primero que se apretó con la embestida en un decidido quite por chicuelinas que concluyó con zancadilla. Lo que molestaba el viento, tú. Los ayudados por alto en el inicio no resultaron convenientes. El novillo sin fijar y cada vez más bruto. Al natural se reencuentra Cervera, muy asentado y corriendo la mano. Naturales de más tragar que disfrutar. Siempre de rayas a fuera, entregado el torero, ofreciendo la verdad del medio pecho. Sin sitio con la espada, sonaron dos avisos cuando acertó con el descabello. Juan Cervera, de Benifaraig, volvía nueve años después y ya había pasado el primer trago.

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‘Almensito’, un castañito de la línea marquesona, hizo cuarto. La falta de raza alcanzó su cenit. Siempre buscando la huída a galope tendido, así se lo dejó llegar Raúl Martí en dos soberbios pares. A Juan Cervera le tocaba buscar su sitio y también perseguir al novillo por la cuerda de las tablas en el sentido de las agujas del reloj. Faena de vuelta al ruedo. Mucha voluntad y tantas dudas de por dónde meterle mano a la embestida. Hasta que por fin, encajado todo su cuerpecillo, se dejó caer de hombros y se lució por la mano diestra. Cervera brilló en una serie en redondo ligada en terrenos de sol. Alguno del desdén, otro puñado más rondando toriles. El chaval, su ternura, la inactividad. Muchas cosas. La espada otra vez mal. Dos avisos y el silencio.

Francisco de Manuel se estrenó en València con ‘Postinero’, otra pintura que a la postre sería lo mejor de la tarde. Por expresión, galope y son. Novillo castaño, recortado. Redondez en las hechuras y la cara colocada tres metros antes buscando los vuelos del capote. Francisco de Manuel todavía le puso banderillas y lo hizo de forma muy desigual. En el sexto ya no lo hizo y el tercio fue de lo mejor de la tarde.

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Francisco de Manuel brindó a El Soro porque era su presentación en València. Hay una ley no escrita entre la torería que el primer toro aquí se le brinda al de Foios. Una serie en redondo buena de verdad puso la banda a tocar. Larga, frondosa, ajustada, rematada a la cadera. Al natural también consigue rematar una serie desigual. El toreo traído a la cadera sin exageraciones y la mano muy abajo. Muy en corto. En esas apreturas lo complicado fue darle fluidez y limpieza a los muletazos. Pero ‘Postinero’ respondió, planeó incluso y repitió. La espada fue un muro a la tarde. Y de la ovación al novillo se pasó al silencio del novillero.

La tarde fría y plomiza se ahogó definitivamente en el sexto turno. El acochinado colorado fue recibido con palmas. El tercio de banderillas volvió cantar torería y se desmonteraron Juan Carlos Rey y Fernando Sánchez. Pero De Manuel se empeñó en unos terrenos breves sin ventajas para una mejor embestida. Del encimismo amontonado al aburrimiento va un bostezo más.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 11 de marzo de 2019.  Tercera de la Feria de Fallas. Novillos de Guadajira (palmas al arrastre del tercero) bien presentados pero bajos de raza para Juan Cervera (silencio, tras dos avisos en ambos), Ángel Téllez (petición y vuelta al ruedo tras aviso y oreja tras aviso) y Francisco de Manuel (silencio y silencio tras aviso). Saludaron en banderillas Raúl Martí en el cuarto y Juan Carlos Rey y Fernando Sánchez en el sexto. Un tercio (unas 3.000 personas).

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