[Novillos de Saltillo en los corrales de Algemesí]
Este sábado 21 de septiembre comienza la feria de novilladas de Algemesí, su Setmana de Bous. Nueve días seguidos de una fiesta alrededor del toro que el mismo pueblo autogestiona. La inauguración en esta edición marcara en el centro del cuadrilátero el hierro de Saltillo. 174 años de antigüedad y desde 2013 en manos José Joaquín Moreno de Silva, que debuta en Algemesí. El ganadero fue protagonista del programa CULTURA DE BOU y así hablaba sobre la novillada que envía al municipio de la ribera de Júcar, de lo que busca en sus toros y también del ya mítico toro ‘Cazarratas’.
«A Algemesí va una novillada seria, muy en Saltillo. Estamos a final de temporada y en dos o tres meses estos novillos son toros, pues es una novillada cuajada. Seria, pero también una novillada bonita, como se merece Algemesí. Me hace mucha ilusión, es el debut. En València o Castellón hemos lidiado, pero ya hace mucho en tiempo de aquello.»
Lo que hace respetar al toro de Saltillo es su interior, su mentalidad, su animalidad. ¿Una plaza de tan reducidas dimensiones le puede venir bien o qué? Le preguntamos.
«Eso ya depende de las cuadrillas, del matador, del orden, de si el novillo es bueno saberlo aprochar o si no es tan bueno, saberlo lidiar.»
Responsabilidad como ganadero. Cuando se le pone el sello a una ganadería y se sabe que a los toreros tanto les cuesta ponerse delante, ¿cómo se administra eso desde su posición?
«Yo soy ganadero, no soy torero. Si no tuviera este encaste, no sería ganadero. A todos los que hablan les digo una cosa: tenemos el récord en Las Ventas en los últimos años de salidas del mayoral a saludar al finalizar el festejo. Algo tendrá la ganadería, digo yo.»
¿Ser ganadero de Saltillo? «Es una responsabilidad y un privilegio. Te da muchas satisfacciones y también muchos sin sabores. Hay que aprovechar las alegrías, tragarte los sin sabores y corregirlos en la medida que se pueda.»
¿Cómo va la temporada?
«La temporada, muy buena. En Vic el toro de la corrida concurso fue muy bueno. La corrida de Céret fue muy del gusto del público francés, se aplaudieron muchos toros en el arrastre. Con el toro de Zaragoza le negaron la oreja a López Chaves, un toro que me gustó mucho también. En Madrid hubo dos o tres novillos que me gustaron… veo una temporada de la que estoy satisfecho.»
‘Cazarratas’ se ha convertido en un símbolo de toro fiero, salvaje, con una casta y poder que te remonta a muchos años atrás. Un auténtico mito para el aficionado y referente de la ganadería.
«Fue una cantidad de errores, pero Cazarratas también tuvo un mensaje. Tuvo a 16.000 personas sin moverse, que dijo no voy a las tablas y el que se ponga delante de mí tiene que ser un tío hecho y derecho, un toro que pedía los papeles. Fue un toro como de hace 100 años. Uno de los toros famosos que ha salido en Madrid.
¿Pero un cúmulo de errores, por qué?
«Los veterinarios me dijeron para que los toros no se peguen en el campo se le pone una inyección tranquilizante. Se trastornó el biorritmo del animal y salió lo que salió. La prueba es que los hermanos que fueron a Céret al mes cuando ya pasó el efecto de la dosis pues fueron toros normales. Pero ahí quedó el toro, se sigue hablando de él.
Hoy en la selección de las ganaderías se busca más una embestida, un tipo de embestida, una forma de acometer del toro. ¿Qué se busca en Saltillo?
«Busco lo mejor de Saltillo. La humillación, el tranco, la fijeza, la nobleza. Unas veces, las menos, lo consigo. Otras no. Es muy complicado. Hay sementales que ligan, otro que no ligan. Sementales que ligan con el tiempo, vacas que ligan solo con hembras, no con los machos. Hay camadas que funcionan de una manera y otras de otra manera. El año pasado me gustaron más en el caballo que en la muleta, y al siguiente pasa al revés. Es muy complicado. Y además este tipo de encastes es más difícil, porque hay muy pocos toreros que lo entiendan, solo porque el 80% de lo que se lidia es Domecq.»
¿Cuesta soportar al toro de Saltillo psicológicamente?
«No cabe duda. Es un efuerzo extra.»
Maxime Solera y Cristobal Reyes tienen ahí un auténtico examen de grado.