UNA OBRA MAESTRA DE JULIÁN LÓPEZ EN LA REAPERTURA DE LAS VENTAS

Un festival para reabrir la plaza más importante del mundo. Las Ventas congregó a 6.000 personas y se reivindicó en necesario espacio para la Cultura y punto de encuentro para la diversidad y riqueza que aporta la Tauromaquia. Es necesario volver a programar nuevas citas y recuperar su temporada. Cuanto antes: El toreo es un arte vivo que necesita del contacto con el público para seguir y contar su evolución. La obra maestra de Julián López ‘El Juli’ como mejor ejemplo.

Se dio el encuentro perfecto de un superclase de Garcigrande con Julián López ‘El Juli’ y brotó una nueva dimensión. Modelada en los silencios del confinamiento, el toreo alejado del contacto con el público. El Juli, entonces, se demostró a sí mismo la versatilidad para adaptar su Tauromaquia. Como tantas otras veces. Crecer, reciclarse, cambiar, profundizar… Del niño de los inicios al de ‘Cantapájaros’; del que abandona las banderillas al que revienta Sevilla un día de pascua de resurrección; de ese de técnica fría y objeto del triunfo por el triunfo al que se presentó de corto en Las Ventas vestido de corto en la era post Covid.

De la pandemia ha salido con una nueva reconversión en su toreo y lo ha explicado en la reapertura de Las Ventas en unión perfecta con una gran toro de Garcigrande, su ganadería fetiche, esa que conoce mejor que las líneas de manos.

Ya de capote se vio a El Juli que se ha dejado ver en pequeñas capturas de redes sociales estos meses atrás. Adaptación, capacidad para dejar atrás formas, pulir, crecer, un muletazo que en dimensión es igual, pero que se expresa con otro tacto. De cadera a cadera, y la cintura asentada hasta más allá, y a veces también más atrás: sin perder verticalidad, sin abandonar la necesaria profundidad, pero reducido el compás. El capote a cámara lenta: algo que solo puede verse en contadas ocasiones, hasta eso se vio desde que se lo abrió para torear a la verónica. Y al final, un toreo cambiado y un trincherazo sin arrebato, solo muñeca y vuelos, pura delicia. Puede que esta sea la tercera o cuarta reconversión en la tauromaquia de El Juli.

Como aficionados es necesario disfrutarlo (barra) analizarlo. Como periodista (barra) prescriptor es tarea apuntar todo esto. Por cierto, que poco se ha dedicado el ‘periodismo’ taurino (al contrario que el musical) a ser prescriptor de nada.

El festival dio más de sí. Salió uno de Victorino del Río desbordante y Manzanares le plantó cara sobre la diestra con profundidad y mando. El toreo era obligado y al toro tal vez le faltó entrega llegado el momento. Ureña también asomó al natural con un nuevo lenguaje. Gustó sin embestidas que transmitiesen. El Perera de siempre se encontró con uno de Fuente Ymbro que se venía con la cara puesta en los vuelos metro y medio antes pero sin fondo suficiente al final. Ponce coleccionó sobreros y solo al final dejó varios naturales a uno de Capea para rejones. Diego Ventura dejó faena ordenada y brillante. Y el novillero Guillermo García, con muy buen sitio, quiso hacerlo despacio y se dejó pegar dos volteretas.

Al día siguiente, el Festival de Las Ventas ha sido portada en la prensa nacional. Lo que estaba previsto como un acto electoral encubierto sólo fue lo que debía ser, expresión viva de la Tauromaquia y del arte del toreo. Mejor para todos y todas.

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