El adiós de Enrique Ponce es un momento histórico. Se retira uno de los artistas que más gente ha movido en España desde 1990. Son más de 30 años al máximo nivel. Una capacidad e inteligencia natural para hacer el toreo que le ha permitido no sólo mantenerse. Esa capacidad e inteligencia también le han permitido ser el mejor, medirse con los mejores a lo largo de tres décadas de Tauromaquia.
Todavía trato de asimilarlo, aunque soy el primero que ha señalado el esfuerzo de más que ha hecho en los últimos meses.
Toreó en Castellón el sábado (26/6/21), donde en 1988 debutó con picadores. «Enrique Ponce volvía a Castellón, plaza donde debutó con picadores, ahora una pandemia después. La cosa no deja de tener su mérito», reflexionaba en la crónica del otro día.
Mi vida, desde mi niñez, pubertad, adolescencia, juventud y madurez la puedo explicar conforme a la carrera de Enrique Ponce y puedo decir, por tanto, que es uno de mis referentes vitales.
Estoy seguro de que un torero de esta dimensión (podría decir sobrenatural) no se va así como así. Al mismo tiempo que trato de asimilarlo estoy seguro de que Enrique Ponce no ha dicho su última palabra en el toreo. Solo que, por primera vez en todo este tiempo, probablemente, no estaba disfrutando del toreo. Mientras, y pase lo que pase, gracias, gracias estimular mi afición, por colaborar en agrandarla, educarla y permitirme vivirla con pasión.
Enrique Ponce Martínez, hasta pronto.
Andrés Verdeguer.