EL DESPROPÓSITO

A las 17.20 de la tarde se decidió perpetrar el despropósito y tirar adelante con el cuarto festejo del abono fallero. El paseíllo, reunido en su inicio, se rompió con un más rezagado Juan Ortega, por delante Morante de la Puebla y Pablo Aguado aguantando el tirón entre los dos. La borrasca Celia se había adueñado del cielo de València desde la noche anterior y el cartel del arte que se filtró mucho antes de navidades dejó que se mojase demasiado cemento. Media plaza, hueco arriba, hueco abajo, cuando el objetivo era el no hay billetes. La excusa perfecta es Celia. La realidad es que solo un cartel ha tirado de la Feria de Fallas y no es precisamente el que nos ocupa. ¿Serán los precios de las entradas, será el resultado de un pliego en el que que ha primado el vil metal antes que la promoción de la Tauromaquia, será que no he visto un cartel pegado de la Feria de Fallas en ninguna pared de la ciudad y su área metropolitana o será que esta Feria de Fallas suena por momentos a caducada, sin el gancho que va sumando la temporada 2022 o es que se han cargado el abono y ya el concepto de feria y hay que reducirlo todo a un fin de semana?

El despropósito fueron las dudas y las caras de acojone cuando se discutió la posible suspensión, que más de uno desearía, durante más de 40 minutos en el patio de cuadrillas. Qué lástima que las cifras del toreo sean tan opacas. Pero ahí, visto el cemento y los caretos en las pantallas que hay en la plaza, es posible que hasta se hayan modificado contratos a la baja. Despropósito tras despropósito, para rematar, sólo faltaba una corrida descastada y hueca, babosona y simple, de Juan Pedro Domecq. Y para rematar, el público pagando un dineral para pasar frío, mojarse y ver un espectáculo, por momentos, lamentable, que poco tiene que ver con la emoción de una corrida de toros.

El primer toro de la tarde lució aires de zambombo y casta de borrico. El segundo sacó más pies, pero le faltó fuelle. Aquerenciado y sin celo el tercero. Muy lavada la carita del cuarto. Anovillado el quinto. El sexto, sí, un toro hondo, duró un poco más. Materia muy mediana o menos. Desigualmente mal presentada la corrida de Juan Pedro.

Las alegrías llegaron en el sexto. Antes apenas que dos lances robados de Morante al primero. Mucho jaleo con tufo a gin en el veroniqueo mecido de Juan Ortega al segundo, con una media de mucho vuelo buena de verdad, y apenas una trinchera de inicio, siendo generosos, en el quinto. Morante lo quiso, lo buscó y lo intentó en el cuarto. A toro parado sopló cuatro lances imposibles. De mucho esperar. De torear despacio. Que hacerlo así con el capote es mucho más difícil. El toro acababa de salir y parecía que llevaba faena y media. No podía con su alma. Pero como Morante sí que guarda el secreto del toreo, trató de enseñarlo: descalzo en el inicio de la faena de muleta, muy torero, como barriendo el barro y el lomo. Con qué poquito aparecen las sonrisas cuando Morante hace así. Una tanda compuesta y gustosa en redondo. Muy tapada la embestida, muy templada. La muñeca y la sutilidad. Mejor pitón derecho. Descastado del todo por el izquierdo. Morante hasta quiso moverle los terrenos para encontrar más soluciones. Sonó un aviso antes de entrar a matar y otro después. Ovación.

Juan Ortega se mostró incapaz con un lote muy mediano, muy babosón. El quinto se le desplazó fácil y solo que perpetró más desarmes que muletazos con ese toro con el que llevan triunfando las figuras 30 años. Así no. Lo peor es que tampoco desató ninguna bronca tras el bajonazo.

Y salió el sexto. Iván García, que de los de luces fue el más completo en toda la tarde, lo radiografió en su capote. Media altura, buen tranco, movilidad y repetición. Por el derecho mejor Pablo Aguado, que había brindado al público. Ligado, fácil, con esa gracia, muy hilvanado. Pero a la segunda tanda ya se echaba en falta más profundidad. No bastaba con la natural facilidad. Por el izquierdo faltó dejarla para ligar. Apostar. Y a pies juntos por el derecho recuperó el tono: cierta hondura, más reunido el toreo, más macizo. Faena aseada y rematada de forma certera. Una orejita.

Y para acabar, una anécdota que contó El Soro el otro día cuando celebró su 40 aniversario de alternativa. Llevaba 10 años de matador cuando Enrique Ponce empezó a encumbrarse. Por unos años compitieron por su València los dos. El Soro se lo contó a su padre: «Pare, vaig a torejar en el xiquet este, Enrique Ponce, un mano a mano».

Y el padre le preguntó, ¿pero con qué toros? Una de Juan Pedro, le contestó Vicente, como para hacerle un favor al chaval que llega.

¿Una de Juan Pedro? Hombre, no se lo pongas tan fácil, que te pegará un repaso. Pon una de Cebada por lo menos.

Total, que fue de Cebada. Y dio igual. El xiquet eixe, Enrique Ponce, triunfó sobrado aquella tarde y a El Soro le tocó hacer un esfuerzo grande. Ya daba igual, el toro-toro, o el medio toro. Que cada uno interprete la moraleja a su antojo y que este despropósito sirva para algo.

FICHA DEL FESTEJO. Jueves, 17 de marzo de 2022. Cuarto festejo de la Feria de Fallas. Toros de Juan Pedro Domecq, todos cinqueños salvo el quinto, de presentación desigual, sin trapío, algunos anovillados, y el conjunto muy desrazado. Morante de la Puebla, silencio y ovación tras dos avisos. Juan Ortega, silencio y algunos pitos. Pablo Aguado, silencio y una oreja. Alrededor de media plaza (unas 5.500 personas) en tarde desapacible).

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