Ceniza las Fallas, la lluvia no abandona tampoco la Magdalena de Castellón. Para empezar, un mano a mano distinto entre Miguel Ángel Perera y Emilio de Justo con toros de Victorino Martín. Todo decayó, de las ilusiones a la decepción, en tarde siempre empapada. Faltó emoción y duelo, el pique. Ni un quite. Por contra, una colección de pinchazos y bajonazos y el monumento al pegapasismo. Se pasaron de dulce corrección los grises de Victorino y al quinto el personal ya no aguantó más y lo pitó en el arrastre porque reunió mansedumbre, falta de fuerzas, escaso trapío y unas puntas para ser malpensados.


Fue tarde de barro cárdeno. Hubo ovación al toro primero nada más asomar. Buen sitio de Miguel Ángel Perera en el capote. La intensa salida del toro encontró respuesta a la verónica. Apretadas las carnes, las velas hacia arriba. Seriedad. Buen tercio de Juan Sierra y Vicente Herrera con los palos. Saludaron las palmas.






Perera construyó faena seria y sin concesiones. Ni un circular. El mando, por abajo y la embestida bien tapada y conducida. Fea la estocada, casi entera pero baja y perpendicular. Ovación.
El segundo del lote de Perera se llamó ‘Estudioso’, una pintura. Bajo y bien puesto. Con cuello para embestir, mucha expresión y sobre todo ritmo. Con ese nombre indultó Paco Ureña uno de Victorino en Cieza antes de explotar.
A la segunda tanda Perera ofrecía la distancia que pedía el animal. De dulce por ritmo y entrega. Muchísimos muletazos, muy largos, por ambos pitones. A veces al quinto muletazo de tanda te pedía perderle un pasito de más, pero ni una claudicación: siempre tuvo una embestida buena para cada cite, por ambas manos. Pinchazo arriba, aviso y casi entera desprendida. Otra ovación.
Con el quinto, ‘Manchonero’, gris claro en lenguaje moderno, el público claudicó y se puso a la contra de la corrida y de lo que se hacía en el ruedo. Ya se había mojado demasiado para aguantar la tostada.
El primero de Emilio de Justo se llamó ‘Mosquero’. Sabía lo que se dejaba atrás. Lo marcó por el izquierdo ya en el capote y por el derecho no acabó de irse de la muleta. Disposición en Emilio de Justo. Cada vez más aferrado al piso. Fue una partida por quien puede más. Si ‘Mosquero’ o De Justo. Por el izquierdo, viaje y medio que se quedaba en la misma corva. La emoción se firmó con un impresentable bajonazo. Ovación al esfuerzo.
El cuarto, ‘Gardacho’, permitió el saludo más frondoso. A De Justo le cayeron mejor las verónicas por la mano diestra y por ahí remató de buena media más allá del tercio. Toro exigente. No humillaba por ciencia infusa. Había que engancharlo de forma precisa, dejarle los vuelos en el hocico.
En una serie muy extensa, de ocho o mueve muletazos, rompió el mejor toreo de la tarde. El aleteó de la muleta sobre el albero y la embestida tras vuelos. La cintura entregada, el mando en la muleta. El temple necesario. Por la mano izquierda era el toreo a otra altura y también lo cuajó por ahí. En el epílogo, los naturales por la diestra. Otra vez los vuelos y uno de pecho marca de la casa. La espada, otra vez, fue el borrón: cuatro pinchazos y estocada tras aviso, para saludar otra ovación.
En el sexto, tras dos horas de festejo y un tiempo inmisericorde, con el sirimiri de ida y vuelta toda la tarde, la afición optó por censurar cualquier defecto. De Justo estuvo incómodo y volvió a estar hecho un pinchauvas. Y la afición acompañó el arrastre del sexto victorino con una sonora pitada.
FICHA DEL FESTEJO. Domingo, 20 marzo de 2022. Primera de la Feria de la Magdalena. Toros de Victorino Martín, corrida cinqueña, bien presentada, encastados del primero al cuarto, y protestado quinto y sexto al arrastre. Miguel Ángel Perera, ovación, ovación tras aviso y silencio. Emilio de Justo, ovación, ovación tras aviso y silencio. Media entrada en tarde lluviosa.