Roca Rey sometió a ‘Centinela’ contra viento y marea. Duelo de bravos en la Feria de Fallas. El torero peruano Andrés Roca Rey ha impuesto su ley en la Feria de Fallas y se ha llevado, cómo no, los premios a la mejor faena y al triunfador de la Feria.
No abrió la puerta grande tras seis consecutivas en València, pero se quedó a un puñado de entradas para colgar el ‘no hay bielletes’, que además era el eslogan de estas Fallas en la publicidad que puso en juego la nueva empresa gestora del coso de la calle Xàtiva.

El toreo está como está. El cáncer queda dentro y encima se intenta comunicar al revés. Se inventan modas y además quieren que esas modas sienten cátedra y más aún, que ninguneen la realidad. La cursilería taurina, que pretende tapar con el dedito el sol o ignorar a quien impone la ley en el pulso de la temporada.
Roca Rey se anunció con la ganadería que quería, ‘la suya’. La de Victoriano del Río evidenció bravura y hasta de ‘Centinela’ dicen que se han llevado pajuelas para que su bravura perdure el los tiempos. Este encuentro fue la cima de las Fallas.
Abajo, en el sótano, la mediocridad. Salvo la tarde en la que se anunció Roca Rey, en la feria de los no hay billetes (sic), no se pasó del medio aforo. La tarde del cartel sevillano se debatió más de media hora la suspensión. Saber el arreglo para tirar adelante con aquel festejo seria conveniente. Pero tampoco vale la pena a toro pasado soltar rumores de quién quería y quién no quería que se torease. Luego, la juampedrada o la incapacidad de armarle el taco al toro babosón, todo junto. El despropósito.
En el mundo del toro lo que pasa en una plaza de primera, con el toro de primera, tiene muchísima más importancia y se traduce en su efecto mediático. Salvo cuando prima la mediocridad. Entonces pasa que Arnedo acaba pesando más que lo (no) ocurrido en València.
Ni media entrada había vendida en la tarde del día de San José. Lo más rentable era celebrar la matinal de rejones y suspender la vespertina. Esta vez la lluvía daba motivos.
La lluvia como excusa. O no. La misma lluvia dejó a Roca Rey a 1.000 entradas para el lleno total, a todos los demás los dejó a unas 5.000 o 6.000 entradas. Recordemos que la primera medida de Nautalia fue subir los precios.
Bendita novillada de El Pilar que permitió el triunfo de Jordi Pérez ‘El Niño de las Monjas’ y captar la clase de torero que apunta Álvaro Alarcón. O la emoción de Luque con los Victorinos y el Román de su primer toro.
Las Fallas que se daban con el canón triplicado que permitió el concurso/subasta de Diputació, pero acogiéndose a los mínimos de un pliego errado por enésima vez antes de desarrollarse, resultaron mediocres, insuficientes y además padecieron el temporal y la subida del precio de las entradas.
Pocas personas de los estamentos taurinos de la ciudad de València o incluso piezas fundamentales de la propia Plaza de Toros de València hablan bien de la relación con la nueva empresa. Predomina el distanciamiento.
Más allá de la subida de precios, El abono, que ha caído respecto a las Fallas de 2019, también ha sido tratado con los mínimos del pliego que elaboró la Diputación.
De promoción de las Fallas, más allá de las redes sociales o medios afines, apenas se ha visto un cartel pegado por las calles del área metropolitana y mucho menos grandes carteles en vayas publicitarias.
Conforme se conocía cómo evolucionaban los carteles de la temporada, la Feria de Fallas (el cartel sevillano, por ejemplo, se filtraba antes de Navidad) caducaba demasiado pronto en su interés. A eso se ha sumado la baja intensidad en su promoción o el desconocimiento absoluto de una plaza como Valencia. Y al final las Fallas se han quedado escasas y mediocres. Y todavía hay iluminados que la hazaña de Roca Rey la quieren silenciar en nombre del toreo.
Y lo peor es que la solución a todo se antoja complicada.