Tomás Rufo ya está aquí. La vetusta plaza de Castellón le ha recibido en el día grande de su Magdalena. Llegó siendo un desconocido, a mesa puesta para El Juli y Roca Rey, y se desató Tomás Rufo como hace tiempo que no se recuerda. Tarde de las que marca una temporada o la historia. Todos a hombros. Tomás Rufo, en su tercera corrida de toros, se desata con un triunfo rotundo de cuatro orejas y El Juli y Roca Rey responden como auténticas figuras del toreo.
Como si lo entendiese, la lluvia dio una tregua y alguien trabajó a destajo para tener el ruedo a punto, limpiar de barro y renovar por arena seca. Toda la mañana. Había un cartelazo, tres cuartos de aforo y toda la ilusión de la gente. Pero la cita al final era con la historia. Gracias por tanto, también, a los que adecuaron el ruedo para una tarde así.
Tarde de acción, reacción. De guiones abiertos, giros sorprendentes, héroes, villanos –el picador que le hizo un boquete al quinto– y, en definitiva, mucho toreo que repartir, gozar, crear con una corrida de Domingo Hernández variada e intensa, agradecida y sorprendente. ¿Quién le iba a decir a Roca Rey que no mataría ninguno de los toros que le habían correspondido en el sorteo como si todo estuviese a la contra o a Tomás Rufo que saldría lanzado como figura del toreo desde Castellón sin tener que llegar a Madrid o Sevilla, que es donde él más o menos lo soñaba?
A Roca Rey le devolvieron su primero porque salió con la vaina del pitón colgando. Feo el sobrero. Por eso ahí se había quedado. La corrida ha sido mansita en el primer tercio en líneas generales, muy suelta. ‘Mariscador’, que era el sobrero, se fue tras un picotazo suelto. Tercio cambiado. Un correcalles y un refilonazo por allá, desde el otro caballo de picar. Un poco de orden, por favor. Y todos quietos tratando de fijar al toro y no molestar. Pero Tomás Rufo avanzaba por entre las rayas en dirección contraria a las agujas del reloj. Se presentaba la ocasión para soplarle el quite al toro de Roca Rey. Tomás Rufo dijo aquí estoy yo, y se lo dijo al mismísimo Roca Rey. Un puyazo al relance y con el tercio cambiado fue la excusa para buscar el quite.
Ahí todo adquirió otra dimensión. Punto caliente de la tarde y de la temporada. Chicuelinas vs saltilleras. Tomás Rufo por chicuelo, templado, y el remate a una mano. Contestaba Roca Rey por saltilleras. De frente por detrás y el toreo otra vez a una mano. Pique, competencia, alegrías del incendio en el público. Como cantan Los Planetas: «parece que hay un incendio cada vez que nos juntamos». Y era su primera vez. Qué gozada el toreo a caraperro. Tomás Rufo acababa de llegar. Luego el toro se agarró demasiado y Roca Rey abrevió. Lo peor fue el sablazo que le arreó a los bajos.
El primero en golpear en la tarde fue El Juli. Voraz. Los toreros se deben oler y éste sabía de sobre cómo se iba a disparar. Tenía prisa. Veía descolgar a ‘Descorchado’ en la capa de Alvarito Montes y se le hacía la boca agua a Julián. Corriendo se fue a brindar al público y en el mismo arranque lo tenía embebido, se doblaba con él y le robaba un tremendo circular. La plaza caía a su favor. Estupenda clase de ‘Descorchado’ de Domingo Hernández, pero con el hierro de la G, de Garcigrande.
El Juli, muy asentado. El temple a pedir de boca. Los muletazos largos y los riñones encajados. Milimétrico. El morro que empuja la muleta más y más, siempre en la cara. Los vuelos al natural y una última tanda en redondo sin fisuras para volver a calentar los tendidos. El toro, a la postre, sería el de más virtudes. La estocada ahí, trasera y desprendida, pero suficiente. Muerte de bravo la de ‘Descorchado’. Dos orejas y ovación al arrastre.
Para descubrir a Tomás Rufo, un tal ‘Intruso’, el terciado el tercero, aunque bonito también. Su gran virtud fue la de hacerlo bien por abajo, pero lanzaba esa cornada de puro bravo cuando rozaba las telas. En la casa del difunto Domingo Hernández, lo que viene siendo un toro por definir en los primeros tercios y que causa sus problemas al más pintado del escalafón. Con virtudes y ecuaciones que despejar. Todo un examen para Tomás Rufo, que se desató en una faena a más. Primero ahormó la embestida, la cinceló, la comprendió. Tragó tarascadas y hundió la mano sin aspavientos. Inmutable ante las miradas y los gañafones. Y ahí se paró, cruzó el Rubicón, se descaró con el toro y se apoderó de la situación. ¿Cómo? Con inteligencia, valor y toreo.
Y al natural Tomás Rufo ya sacó notaza. Largo primero el trazo, hacia afuera. A partir de ahí lo fue recogiendo aquí, en la palma, la muñeca, en los flecos de la pañosa. La colocación más allá, hasta el pitón contrario. Las huellas de sus zapatillas seguían el rastro de José Tomás. En una tanda profusa se ligaron tres naturales de oro. Enganchados adelante, con los vuelos y rematados en una caricia tras la cadera y ligado a otro, vertical el torero. El temple desde el mismo hocico y el crujido por debajo de la pala del pitón, al natural. En Castellón se vivió un revelación.
El estallido final sobre la mano diestra, ya desatada. Y unas bernardinas ajustadas al abismo. Inapelable estocada. Sin puntilla. Dos orejas. Señoras, señores, ha llegado Tomás Rufo.
El Juli, a su regreso, tuvo que dar una larga cambiada de rodillas para volver a prender la mecha. ‘Tesonero’ tenía trapío para muchas plazas de primera, empezando por Valencia. Pero estábamos en Castellón. Clase en el embroque. Ya de salida se ralentizaba incluso por el derecho él sólito. El Juli pulseó por momentos una embestida de almíbar a la que le faltó celo, repetición, desearla más. Estupendo sitio de Julián. Con otro espadazo cobraba un nuevo trofeo.
En el quinto a Roca Rey le volvió a salir el sobrero. Para reflexionar los motivos: Al público le dio un ataque de sensiblería por el marrazo del picador que le abrió al toro un boquete en la piel, un ojal. Desagradable, seguramente, pero el toro, cinqueño por cierto, era totalmente apto para la lidia, y además apuntaba estupenda condición. Pero una ruidosa parte del público no lo quiso ni ver y, además, la tomó con el picador, que en reparto de la tarde quedó en villano.
El sobrero, de Domingo Hernández, no tuvo clase. Largo y muy suelto de carnes, se picó en el caballo que guardaba la puerta y derribó con estrépito. La lidia fue un correcalles. Ningún orden y todo por definir. Roca Rey tenía una papeleta: de inicio le redujo el galope al toro y lo educó. Apenas tanda y pico sirvió para que arrancase la Concha Flamenca. Macerada la embestida, brotó una serie cosida, el cambio de mano y el de pecho redondeado al eje del cuerpo. Un cambiado y sobre todo una serie al natural, de planta erguida, majestuosa, semi de frente, de cintura rota y muchos vuelos con un remate en su cima que es una arrucina con la muleta natural, ligada al de pecho, y todo a cámara lenta. Qué estallido. La capacidad de sorprender siempre, pero ahora con todo a la contra. Y de repente el mejor Roca Rey. El más torero, el más puro. El más sobrenatural. Caía otra estocada de inapelable resultado y la puerta grande también para el peruano Andrés Roca Rey.
Tomás Rufo se echó de rodillas para comenzar la faena al sexto. Por si quedaba algo en su tarde para la historia. Y al natural volvió a sublimarse. Su zurda vale oro. Además esa ligazón del natural con el de pecho según Chenel, según Rafael Ortega, y ahora también según Rufo. La locura desde el clasicismo absoluto. Otro estocadón. Dos orejas. Vuelta al ruedo al toro de Domingo Hernández. Tomás Rufo ya es figura del toreo. Se ha desatado ante El Juli y Roca Rey.
FICHA DE FESTEJO. Castellón, 26 de marzo de 2022. Séptima de la Feria de la Magdalena. Toros de Domingo Hernández (1, 4, 5 y 6 con la G de Garcigrande), justos de presentación, segundo y quinto lidiados como sobreros (de Domingo Hernández los dos bis), encastados, aunque muy sueltos en los primeros tercios, el sexto fue premiado con la vuelta al ruedo. El Juli, dos orejas y oreja. Roca Rey, silencio y dos orejas. Tomás Rufo, dos orejas y dos orejas. Tres cuartos de aforo en tarde fría.