El cartel del año hizo historia en Castellón y se hace inolvidable en Sevilla al lanzar por la Puerta del Príncipe a Tomás Rufo, recién llegado al toreo y ya consagrado en figura. Tarde inclemente, de tormenta y albero embarrado, donde al final brilló el toreo en amplia paleta, frente a una corrida de Victoriano del Río de caracteres variados. Del mansurrón al geniudo, pasando por el brusco y el almibarado. El Juli y Roca Rey, ahí es nada, vieron como se coronaba Tomás Rufo en Sevilla.



















¿Qué tiene Rufo? Pues todo. El sentido del temple y el domino de la escena. El valor y la inteligencia natural. Un capote de personal seda y una mano izquierda de mucho ajuste y vuelo. Y una espada decidida, en corto y por derecho, que dejó un espadazo al primero y se entregó al sexto en un tremenda cogida. ¿Tiene todo? Casi todo pondremos, que acaba de arrancar.
No fue tarde redonda, pero estuvo preñada de detalles de la tauromaquia del toledano. Rufo fue lo que ofrece, todo lo que enseña y todo lo que se le intuye. Y la conexión con las gargantas donde retumba el olé. En el sexto el saludo de capa, muy a cámara lenta, estupendo juego de brazos, la embestida siempre en los vuelos y una media recogida muy atrás. Varias chicuelinas excelentes, una que al final se enganchó, fue maravillosa. La mente abierta y despierta. Los inicios ya con contenido ligado. Como en su primero. La hondura y vuelo al natural. La ligazón, el compás abierto lo justo, la cintura encajada y rota y la verticalidad del eje. En redondo capaz de encelar al manso que se quiere ir. Y el toreo por abajo. Y esa espada a matar o morir, muy en corto. Con una desicion que asusta. Pareció no dudar en toda la tarde y le llovieron las tres orejas ganadas, vencidas.
Cuando toreó Roca Rey Sevilla era Mordor y tronaba. Hasta las trancas. El lote fue de pisarle los terrenos y hacerlos embestir. El del Perú marcó la diferencia ahí, con el manso bruto. Su primero lo cuajó en los terrenos del torero y después donde quiso el toro, pero siempre embistiendo como mandaba el toreo.
Y con el el quinto. Mucho genio en su carácter y sordas intenciones, el toreo al natural brotó con un mando especial. Muy auténtico, mandón y templado. Hondo y poderoso, sin permitir que el toro le sorprendiera. Pero con la espada le sobraron dos pinchazos a la tarde de Roca Rey.
El Juli con su segundo. ‘Forajido’, ha estado al nivel del festival aquel de la pandemia en Madrid. Una faena con mucha pausa, mucho gusto en todo lo que ha hecho. Hasta el inicio ha sido distinto en su repertorio. Faena muy para él, toro muy para el torero. Al buen son del toro y nobleza, le ha faltado un poco más chispa para transmitir del todo. Una oreja para El Juli.