LA GRAN TARDE DE JULIÁN LÓPEZ ‘EL JULI’ EN MADRID

Se rompió El Juli. Lloró, 25 años después de su alternativa y millonario, porque Madrid le rugió al oído, de emoción, por emocionarse toreando en Las Ventas, centro del mundo cada mes de mayo. Más que por perderse la puerta grande merecida, lloró por la sensaciones. El toreo es un ejercicio emocional y empático entre tres entidades: toro, torero y el que mira. El Juli se vació en naturales de escándalo y el alma se le iba fue tras la embestida que cámara lenta. Faena de magisterio y entrega a ese quinto de La Quinta, Gañafote, que sacó fondo y temple infinito.

El capote de Julián lo había catado. No vio ocasión de apretarle y ordenó aquello. El temple, y todo para el toro. Midiéndolo en todo momento. Todos los lances para adelante. Templado. Sin apretar. Dejándole ir, esperándole. Y entonces, ya con la muleta, encontró la distancia, buscó la colocación y halló el dorado cárdeno.

Tremendo El Juli. Pura ciencia. Madrid se le entregaba. ¡Por fin! De uno en uno, cruzadísimo y cumbre al natural. Brutal tarde de toros de Don Julián López Escobar. El Juli. Un natural, varios, muy largos y enroscados… y los pelos como escarpias.

Madrid tiene sus caprichos. Sus defectos. Sus virtudes. Sus grandezas. Encumbró la faena de entrega y pulso, la que los naturales se creaban como únicos, donde el mérito era la colocación y vaciarse. Y no acabó de poner en valor, el valor de las dos orejas merecidísimas, una faena en la que el toreo fue puro gozo. Clarividencia. Improvisación. Belleza. Hondura.

Sí, El Juli, en su dimensión, ahí estuvo a gorrazos. Perfecto con capote y muleta. Simplemente se dejó llevar. Entre otras cosas porque al toro lo había visto desde el principio. Así como al quinto lo midió siempre y lo esperó, incluso más de la cuenta, a este, ‘Bellotero’, simplemente lo gozó. El inicio, dos doblones torerísimos, y el toreo ligado, en la palma de la mano mismo. Los remates. Un cambio de mano sin enmendarse. Un trincherazo. Ajustado, ceñidos toro y torero. El toreo, ahora sí, ligado sobre los talones, sin rectificar, y ahí a Madrid le entran las dudas. Las dudas ante el toro de la tarde y ante una faena sin grietas, diferente. Ya me dirás tú. El Juli en una nueva dimensión, la que ahora ha decidido para dar respuesta al toreo actual. Porque eso también hay que destacarlo: la tauromaquia de El Juli es como el río de Heráclito, siempre está constante evolución. Fue un espadazo. El Juli se sonrió. Había toreado un toro de La Quinta en Madrid como en el patio de su casa. Merecía ser sacado a hombros ya entonces. Y luego lloró porque Madrid le había rugido al oído mientras toreaba al natural y se dejaba el alma.

Morante y Pablo Aguado, a contraestilo y a la sombra de la gran tarde de El Juli en Madrid.

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