UNA OBRA SALVAJE DE ROCA REY

Cuando Roca Rey se volcó sobre el morrillo de ‘Casero’ y enterró la espada hasta la bola, València estalló como solo estalla València en la Feria de Julio, sin artificios falleros, de verdad.

Daba igual dónde había caído la espada. Algo baja, letal. El estallido era la expresión de asombro ante una obra salvaje del peruano Andrés Roca Rey. Desatada.

Roca Rey era un león que rugía frente a ‘Casero’, descarado. Agitaba el flequillo, se abría el pecho, se encajaba de riñones y ponía la muleta ahí para recoger la tromba encastada del Victoriano del Río. Vaya temporada la de la ganadería de Guadalix de la Sierra, por cierto. De triunfadora en Fallas a repetir título en verano.

El incio de rodillas con los cambiados por la espalda puso la música a sonar. Era como si fuera el día de su debut y lo tuviese todo por hacer. Qué ambición de RR.

Más que citar, retaba al toro. Aún sin domeñar en los primeros compases, el poder de Roca Rey era imponente. En redondo, serie a serie, sin perder un ápice de emoción fue, además, bajando la mano. Obligando. Aprentando la embestida, sin pestañear.

Cuando se inventó el circular por la espalda rematado en cambio de mano, la plaza se puso del revés. No dejaba que se le fuera ni un milímetro, por plena voracidad. Los pitones a milímetros. El temple indudable y exacto. El valor atornillado. Los parones en la boca de riego. La actitud impasible. La entrega del acero. La tensión de una figura del toreo. El toreo de quien manda y quiere seguir mandando.

Roca Rey puso a latir de verdad la Feria de Julio, como se merecía, con una obra salvaje, en un tarde incontestable. Hasta de capote. Mayúsculo el saludo por verónicas a su primero. El quite por chicuelinas y tafalleras, con las brionesa de remate. O el recibo al sexto, más sobre las piernas para educar, mandar y romper adelante.

Ese sexto tuvo disparo. Mucho pies en banderillas. Sorprendía. Pero el incio doblando por abajo la embestida fue otra demostración de poder. Sometido, Roca Rey acabó en un arrimón que hizo estallar de nuevo a la plaza cuando, otra vez, de un espadazo firmó la hazaña. De otra galaxia.

La tarde arrancó con ritmos lentos. València tragaba despacio el tráfico por la Gran Vía y Russafa era casi como un callejón sin salida según se acercaba a la plaza de toros. La Feria de Julio se hacía presente, ¡había toros! Costó llegar y costó a los toreros asomar al ruedo. Cinco minutos de retraso. Había dos tercios de aforo, pero la sensación y el ritmo era de llenazo. Una tarde de toros sin aditivos falleros. Puro julio. València tiene dos pieles. Por marzo los tendidos son oscuros, de invierno. Y en julio tienen luz, colores, gana el banco cando la plaza se llena. Pero hasta al primero toro de la tarde le costó salir. Y no despertó.

Morante de la Puebla fue más comparsa que nunca. No hubo materia ni demasiada voluntad. Algún lance. Varios muletazos bien acínturados. Y alguna carrerita a destiempo que denotaba falta de mando. No fue el día.

La corrida de Victoriano del Río fue variada de presentación y juego, pero con un fondo de Casta presente. El lote mejor hecho, más para Valencia, fue para Roca Rey. El de Morante fue el menos ofensivo. Y el de Román el más desigual. Pero a una ganadería no todos los días le dan a dos de sus toros la vuelta al ruedo póstuma en una misma tarde

Las alarmas en el callejón se dispararon cuando Morante finiquitaba la lidia primero. Román se había llevado un golpe seco en el fémur en el quite por tafalleras al primero.

Manuel Martínez Érice dialogaba con Román. César Fernández venía a reclamar opinión médica. El doctor Cristóbal Zaragoza se iba hasta el burladero de matadores. Román se hacía presente en su turno con el muslo vendado, bien apretado por encima de la rodilla.

Cojeaba Román. Y no le quedó otra que torear abelmotado por verónicas. Con un aire especial. Atalonado. Pero convencido. En un palmo de terreno y hacia adelante. El toro manseó hasta lo indecible. Mil capotazos. Fue imposible hasta colocarlo para la tercera entrada de banderillas. Un quinario.

Por eso tuvo más mérito la faena de Román. Dos tandas por el derecho de enorme trazo. Hondas, mandonas. Emocionantes. La espada al final fue el borrón.

‘Manisero’ se llamaba el quinto. De remate más bajo, abría la cara. Al final sacó un fondo, una entrega y una profundidad excelentes. Ahí Román demostró la clase de torero que es. Su brindis al público se interrumpió por la embestida del toro y lo solventó por ayudados en los medios.

Luego brindó y se puso a torear a cámara lenta, sobre ambas manos. Enganchando la embestida desde adelante, y rematado atrás. Todo reunido en los medios. Faena de altos vuelos. Como para competir cara a cara con el salvaje Roca Rey. Pero la espada y el descabello pusieron otra vez al borrón. La vuelta al ruedo al toro fue merecida. La del torero también.

Al final, pero, fue Roca Rey quien vio Valencia desde las alturas, a hombros por la Puerta Grande.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Valencia, 15 de julio de 2022. Segunda de la Feria de Julio. Toros de Victoriano del Río, desiguales de presentación. Tercero y quinto premiados ocn la vuelta al ruedo. Morante de la Puebla, silencio en ambos. Romás, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso. Roca Rey, orejas y oreja. En el tercero se desmonteró Antonio Chacón. Dos tercios de aforo.

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