La segunda tarde del abono de Algemesí derivaba a favor de los pinchauvas hasta que el cuarto y último, un burraco, precioso, acapachado, plasmó sus primeras embestidas con el rabo en lo alto y el morro por abajo, tomando los vuelos de la capa de Joao D’Alva con gran clase. ‘Peluquero’ 23 de Cebada Gago venció a todas las tentaciones que el cudrilátero de La Ribera pone a favor de la mansedumbre. Exceso de personal, poco espacio, cuatro esquinas, tantos estímulos para distraerse de aquí para allá y un millón de capotazos defensivos en lidias caóticas. Muy suelto en los primeros compases, ‘Peluquero’ no sabía a qué atender de verdad. Así, se salió del primer encuentro con el peto, pero ya en el segundo se quedó, empujó con celo y fijeza al caballo de picar, con ambos pitones, y mostró su fondo. Fondo de bravo.
Quien firma, antes de eso, ya se había dedicado a captarle un book a ‘Peluquero’ por guapo y por lo que se le atisbaba. Ni otra tunda de capotazos para el tercio de banderillas a cargo de Joao D’Alva lo impiedieron.
D’Alva regresaba a Algemesí tras imponerse como sin picadores en 2019 y llevarse la Naranja de Planta. Portugués portador de una tauromaquia atlética, todo un poderío físico que destaca en banderillas y en la capacidad de conectar con el tendido con un toreo de aires mandones. Ya había cuajado a su primero en una faena medida, ligada y variada en la que se agradeció eso: la concreción, que huyó del pegapasismo de una faena sin fin. Por contra, la espada se atascó y D’Alva se quedó en pinchauvas. Pero quedaba una última moneda…
Y ese era ‘Peluquero’, un novillo de bandera. Joao D’Alva lo recibió de rodillas en los medios para torear en redondo y en sus primeras embestidas ‘Peluquero’ hizo surcos y planeó todo a una tras la muleta del portugués, muy encajado. El cambio de mano también de rodillas fue pura inspiración. Enorme nivel en redondo de toro y torero. Ligazón que rima con emoción. Algemesí se entregaba. La banda atacaba uno de esos pasodobles que mueven a todo el público que, por cierto, volvía a llenar la plaza.
El novillo centrado, fijo. Los banderilleros que todavía molestaban asomando tras cada tanda por los burladeros. Qué manías. Ni así se fastidió la casta brava de ‘Peluquero’. Al natural faltó mejor acople. En redondo volvió a levantar el vuelo. La manoletinas de rigor. Firme el torero, muy asentado. Y al fin una estocada que se celebró como si el Algemesí hubiese ganado la Champions.
Pura euforia gracias al toreo y la bravura. Dos orejas y una merecida vuelta al ruedo para ‘Peluquero’. Un novillo de bandera, un novillo de premio.
El resto del lote de Cebadas resultó manejable y algo ajustado en su presentación. José Antonio Lavado, excesivamente teledirigido desde el burladero, toreó eléctrico. Tan voluntarioso como reiterativo. Capaz de tragar en la cara del animal y apostar en las cortas distancias. El segundo de su lote tuvo que torear, y hasta ee pasó de rosca. El malagueño luce corte aguerrido, firme y con la mano por abajo se encuentra seguro, pero no concreta ni fluye. Y con la espada echó una tarde mala.