«Marcos Prieto. Par al tercero» son la únicas notas que he tomado de la quinta de abono de la Setmana de Bous de Algemesí. Era la tercera entrada de banderillas al tercero de la tarde. El novillo huidizo. La lidia, movidita. Capotazo va, capotazo viene en medio del desorden. Cada vez más encerrado el novillo. Marcos Prieto opta por colocarse también pegado a tablas. Desde ahí cita, por el pitón derecho, provoca y gana la acción. De dentro afuera. Gesto torero. Solución lidiadora. El par arriba. La suerte bien rematada. La ovación merecida. Una línea en las notas. Cinco palabras para lo más torero en la quinta de abono de Algemesí, donde también se desmonteró Sergio Pérez en el cuarto tras un buen par esperando y provocando mucho al manso que cerró la tarde.
Salvo por eso, la tarde naufragó insustancial, vulgar. Nobleza hueca en los de Talavante. Aptos para el toreo liviano, sin pizca de raza. De presencia desigual, primero y cuarto lucieron mejores hechuras pero ningún misterio en sus embestidas.
Enfrente había dos novilleros en distinta situación, pero empatados en conformismo al final. Víctor Hernández ha escrito alguna de las páginas más heroicas de la temporada, puerta grande de Madrid incluida, pero en Algemesí echó la tarde sin apretar de verdad. Fácil, de curtido oficio, le arrancó una orejita al tercero sin dejar huella.
Javier Camps debutaba con los del castoreño sin querer tomar el protagonismo de la tarde en ningún momento. Y hoy era uno de esos días. Uno de esos días para darle la vuelta a la realidad. Dejarse de especulaciones. Atravesar las líneas. Romperse en cada embestida medio buena. Le faltó ambición en su primero. Por ejemplo, incluir un remate a su faena y no buscar la igualada como con prisas.
Algo mejor con el manso y hudizo cuarto, el último de la tarde. Sobre todo con la diestra, Javier Camps aprovechó varios viajes para dibujar muletazos sentidos. Mejor cuando más vertical los interpretó, pero la mansedumbre enclasada del animal impidió que el lucimiento fuera continuado porque no se sujetó jamás en la franela. Con la espada se solucionó mal el trasteo. Queda mucho por hacer.