Algemesí encara su recta final. Es difícil encontrar entradas ya. Se acercan los platos fuertes. Se notaba con el cartel de Jorge Martínez y Jordi Pérez, El Niño de las Monjas, que es de Carlet, a poco más de 10 kilómetros de Algemesí. Día de emociones y sensaciones. Aunque no habría que dejar pasar ciertas puntualizaciones. Como las de la presentación de las novilladas. Están dejando bastante que desear. Sobre todo por las caritas, breves y sospechosas que se van viendo.
La novillada de Núñez de Tarifa muy desigual. Los dos primeros, sobre todo el primero, se antojaba que iban para una sin caballos. De pitones aplatanados.
Por fin se disfrutó del toreo bueno y también del más aguerrido. Jorge Martínez, sinfónico. Jordi Pérez, una mascletà. Para todo hace falta ritmo. Los dos abrieron la puerta grande porque lo buscaron, lo quisieron.
Toreo caro por Jorge Martínez. Sin exageraciones, despacio, rematando atrás. En sus dos novillos alcanzó grandes momentos, macizos. A su primero le llegó a perder el respeto y se llevó una voltereta sin consecuencias. Sumó quites y buscó la atención del público vaciando el ruedo para tafalleras o chicuelinas. Cobró dos buenas estocadas, desprendidas y corto a cada novillo una oreja. Toreo bueno y corazón para el arrimón. Pide el paso a la alternativa y necesita redondear todas las conficiones que apunta con el novillo, también frente al toro.
De la sinfonía de Jorge Martínez, a la mascletà de Jordi Pérez, El Niño de las Monjas, que conectó con el público y subió los decibelios de los tendidos como nunca antes en toda la Setmana de Bous.
Primero lo hizo con el saludo por largas y faroles a su primero hasta que se hizo imposible seguir. Y a su segundo lo recibió a porta gayola, con lo difícil que es eso en Algemesí, aguantando con gran valor para una estupenda y ajustada larga cambiada.
Jordi tiene garra, personalidad y conecta. Tiene claro lo que quiere y su actitud es la de un novillero de toda la vida. Y en Algemesí, más todavía. Unas veces arrebata, llega como un tiro. Como ese inicio de rodillas con el cambiado o cuando liga con su personal estilo setentero, de muleta algo retrasada, baja, cintura quebrada y muletazo larguísimo. Qué buen pitón el derecho del cuarto, por cierto. La segunda mitad de la novillada subió un puntito la seriedad.
El de Las Monjas está en novillero. Y ahí entra el error y el acierto. Unas veces se equivoca de puro ímpetu, no le salen las cosas, pero la virtud es que acto seguido es capaz de resetear y volver a conectar aquello sacarlo adelante y brillar. Y así sucedió.
La espada le privó de obtener trofeos en su primero. Pero frente a su segundo se sintió y buscó los efectos a partir del pitón derecho. Quiso sorprender. Si no salía a la primera, a la segunda. Algemesí estaba con él y esta vez la espada fue certera y letal al segundo intento. Las dos orejas cayeron por aclamación popular.
Puerta grande para el murciano Jorge Martínez y el valenciano Jordi Pérez en la víspera del debut con picadores de Nek Romero.